Feminismo, arte e injusticia
Madame du Codray recorrió la Francia campesina, dando cursos de formación de matronas, explicando de manera sencilla el proceso del parto con ayuda de un curioso maniquí
En su exposición titulada La Vuitena Arma, la artista plástica Marga Ximenez propuso una profunda reflexión acerca de la condición femenina ante la vida y la muerte. Para conseguirlo, la artista catalana colocó una serie de manipulaciones textiles a lo largo de la sala.
Según sus propias palabras, el origen de dicho montaje debía su inspiración al simulador de partos que utilizó la matrona Madame du Coudray (1712-1794) a finales del siglo XVIII. El maniquí que ideó Madame du Coudray —conocido como La máquina — estaba hecho de madera, cartón, tela y algodón, y consistía en una reproducción exacta de la pelvis de una mujer durante el parto. Además, contaba con otro maniquí que representaba a un recién nacido, así como una placenta y un cordón umbilical.
Angélique Marguerite Le Boursier du Coudray fue una mujer pionera en la historia de la ciencia por enseñar el arte del parto. Su oficio de matrona la llevaría a ser reconocida por el mismísimo Luis XV, quien le otorgó el título de maestra de matronas y una pensión vitalicia. Pero el rey no lo hizo por humanismo, sino por intereses.
Angélique Marguerite Le Boursier du Coudray fue una mujer pionera en la historia de la ciencia por enseñar el arte del parto
Hay que recordar que tras la Guerra de los Siete Años —conflicto internacional que tuvo lugar entre principios de 1756 y finales de 1763— el ejército francés se vio reducido. Por lo tanto, el interés de Luis XV no fue otro que el de repoblar el ejército y, para ello, para elevar la tasa de natalidad, contaba con el oficio de las matronas.
Con la formación de matronas, la tasa de natalidad estaba asegurada, pues muchas criaturas morían en el momento del parto debido al desconocimiento de la técnica. Sin ir más lejos, el marqués de La Fayette fue uno de tantos que le debía su venida al mundo a Madame du Codray.
Con todo, el oficio de Madame du Codray no distinguía clases sociales. Recorrió la Francia campesina, dando cursos de formación, explicando de manera sencilla el proceso del parto con ayuda de La máquina. Porque el parto es un arte que solo se puede aprender con la práctica del mismo, y Madame du Codray dejaba a un lado teorías que solo venían a entorpecer un momento tan crucial como es la llegada de una criatura al mundo.
‘La Vuitena Arma’ es una exposición conseguida a partir de distintos volúmenes y texturas. Su finalidad era la de lograr una metáfora visual donde el término imaginario se identificase con la violencia sexual ejercida contra la mujer en distintas épocas
El único ejemplar de este ingenioso simulador de partos se exhibe en el Museo Flaubert y de Historia de la Medicina en Rouen (Francia), un lugar dedicado a la memoria del padre del escritor que ejerció como cirujano. Fue en una de las visitas a dicho museo, cuando Marga Ximenez tuvo la inspiración para hacer La Vuitena Arma, una exposición conseguida a partir de distintos volúmenes y texturas. Su finalidad era la de lograr una metáfora visual donde el término imaginario se identificase con la violencia sexual ejercida contra la mujer en distintas épocas. De esta manera, la agresión que mutila y marca tiene su origen en un maniquí que, en su momento, sirvió para enseñar a dar vida.
En estos tiempos de feminismo y de prohibiciones no está de más echar la vista atrás y recuperar a la artista del parto que fue Madame du Coudray y, cómo no, a Marga Ximenez que con su montaje hace alusión a un escalofriante episodio de la guerra de Timor (1999), donde, según testigos, una docena de mujeres embarazadas fueron abiertas en canal, desde la garganta hasta el vientre para arrancar de cuajo a los nonatos y después estamparlos contra unas piedras.
Un episodio brutal que llevó a Marga Ximenez a servirse del maniquí creado por Madame du Codray para denunciar la violencia contra la mujer en una exposición que tuvo lugar en Barcelona, en La Xina A.R.T, a principios de siglo. Otro ejemplo más de cómo el arte se sirve de la ciencia para denunciar injusticias.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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