África, China, el mundo
Pekín se propone adelantar a India como líder mundial en producción de vacunas
Muchos expertos de referencia han infravalorado la crisis pandémica de África. Como el principal factor de riesgo para el coronavirus es peinar canas, el continente madre parecía especialmente protegido contra la covid, puesto que su esperanza media de vida es la menor del mundo. No es que esto sea motivo de celebración, puesto que la juventud de la población africana se debe a que la gente se muere demasiado pronto por enfermedades evitables. Pero en el caso del SARS-CoV-2, todo parecía confabular a favor de la cuna de la humanidad, como si su penosa condición sanitaria les hubiera compensado por justicia poética o histórica. Fue un error.
Las perspectivas de África eran relativamente alentadoras en los años prepandémicos. Solo el 12% de los japoneses creían que sus vidas iban a mejorar, en comparación con el 78% de los kenianos, según los datos de ‘The Economist’. Parece cada vez más claro que la pandemia tendrá unas consecuencias más graves y duraderas en África que en cualquier otro lugar del mundo. Mientras nos vacunamos en los países ricos y recuperamos nuestra actividad económica y vital, África seguirá esperando varios años para hacer lo mismo, y para restaurar la educación, la verdadera esperanza de la tierra madre de la humanidad. Las estadísticas del coronavirus en África, que declaran oficialmente un 3% de las muertes mundiales –aunque África alberga al 14% de la población planetaria— son seguramente un espejismo generado por la escasez de pruebas diagnósticas en el continente.
El gran productor mundial de vacunas no es Pfizer ni AstraZeneca ni los institutos rusos. Es la India
Pocos gobiernos nacionales se preocupan por estas cosas lejanas, que ni van a mejorar su imagen en el duro mundo de la ‘realpolitik’ ni les van a dar votos. Una de las cuestiones esenciales es conseguir vacunas para África, y aquí hay una interesante novedad geoestratégica de la que somos poco conscientes. El gran productor mundial de vacunas no es Pfizer ni AstraZeneca ni los institutos rusos. Es la India. Los ciudadanos occidentales no solemos percibir que la industria farmacéutica está diseñada para satisfacer nuestras propias necesidades. Pero hay un mundo enorme ahí fuera, y su salud ha dependido durante décadas de las factorías indias. Curiosamente, eso está a punto de cambiar.
Según fuentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), China se ha propuesto adelantar a India como el principal actor global en vacunas. Pekín ha promovido una buena red de institutos de investigación y factorías industriales con ese propósito y, a diferencia de India, está fortaleciendo su agencia reguladora del medicamento para ponerla al nivel de exigencia internacional. Los chinos están aportando sus datos a la OMS y permitiendo a los científicos occidentales revisar sus fábricas y protocolos. Esto es toda una novedad, e indica con fuerza que China va en serio, como ya había mostrado con las matemáticas, el espacio o las comunicaciones cuánticas.
Son las potencias emergentes, como India y (ahora) China las que ofrecen la mejor esperanza para la vacunación del mundo en desarrollo. Las multinacionales occidentales no se han tomado en serio ese mercado que puede salvar a la mitad del planeta.
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