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Hartmut Rosa, sociólogo: “Hoy a los jóvenes les falta el deseo de vivir y tener confianza en la vida”

El académico alemán, que ha analizado la sociedad bajo las teorías de la “aceleración” y la “resonancia”, estuvo de visita en Chile para exponer en el Congreso Futuro 2025 y conversó con EL PAÍS sobre su nuevo nuevo objeto de estudio: la energía

Harmut Rosa
Hartmut Rosa durante su participación en Congreso Futuro, en Santiago de Chile, en enero de 2024.Congreso Futuro
María Victoria Agouborde

El sociólogo y filósofo Hartmut Rosa (Lörrach, Alemania, 59 años), uno de los teóricos sociales contemporáneos más reconocidos, ha estudiado el ritmo frenético del mundo actual y la sociología del tiempo bajo el prisma de sus teorías de la “aceleración” y la “resonancia”. Visitó en enero Santiago de Chile en el marco del Congreso Futuro, uno de los eventos más importantes de Latinoamérica de divulgación de las ciencias, artes y conocimientos. En su exposición, que llenó un gran auditorio del Centro Cultural CEINA, en pleno centro de la capital chilena, el pensador comentó que hoy está desarrollando un nuevo concepto en su análisis: la energía.

“Cada vez tenemos que tomar más energía de la Tierra, que puede ser energía fósil, energía nuclear, energía solar y materias primas del planeta. Sin embargo, también para asegurar el crecimiento, tenemos que invertir más energía psíquica de los seres humanos”. “Estamos sobrecalentando la atmósfera, pero también nuestras almas”, explicó ante un público compuesto por un gran número de jóvenes universitarios que lo seguían con la mirada atenta.

El filósofo también sostuvo que esa lógica de vivir en el mundo está creando relaciones basadas en la hostilidad. “Por un lado, estamos en agresión hacia la naturaleza. Esto lo vemos, por ejemplo, en las industrias extractivas y su necesidad de sacar más y más del mundo. Pero también es una dinámica de agresión entre las propias personas, porque todos tenemos que trabajar lo más duro y rápido que podamos. Entonces, las personas con opiniones diferentes, ideas diferentes, formas de vida diferentes, se convierten en obstáculos o competidores”, señaló el catedrático del Instituto de Sociología de la Universidad Friedrich Schiller de Jena y director del Max Weber College de Erfurt.

Tras su charla, Rosa conversó con EL PAÍS en una larga mesa en una sala reuniones, rodeada de personas caminando de aquí para allá, dentro del Centro Cultural CEINA.

Pregunta. En su charla comentó que ha adoptado un nuevo concepto, el de la energía…

Respuesta. Sí, realmente quiero desarrollarlo, porque me doy cuenta de que hay algo muy extraño: que la gente se siente sin energía. Incluso los jóvenes. Hace 27 años que cada verano dirijo una especie de campamento de verano para estudiantes de gran talento en Alemania y es una base empírica bastante buena para ver cómo van cambiando. Y realmente siento que hoy a los jóvenes les falta el deseo de vivir y también tener confianza en la vida. Eso no es algo razonable porque ellos siempre han tenido una especie de pasión desbordante por vivir. Ellos ahora hacen comentarios como: “Oh, no sabemos si algún día conseguiremos un trabajo, si podremos encontrar una casa y si alguien pagará nuestras pensiones de vejez”. Y creo que eso tampoco lo sabíamos en mi generación, pero era simplemente lanzarte a la vida.

P. ¿Cómo llegamos a este panorama actual?

R. Eso es lo que quiero saber. Creo que parte del problema es que pensamos en la energía como algo que tengo, incluso así lo expresamos: “No tengo energía”. Sin embargo, creo que la energía no es algo que tenemos, es algo en lo que participamos. Por eso, utilizo la idea de hacer circular la energía social.

P. ¿Cómo se observa esa energía social?

R. Por ejemplo, si una conferencia no va bien, por la noche todo el mundo se siente agotado. Incluso en una conversación o una entrevista, si va bien, siento que tengo más energía después y tú sientes lo mismo. Y si va mal, me siento agotado y tú te sientes igual. Entonces, creo que parte del problema es que pensamos en la energía como algo individual. Lo tengo, lo invierto, sin embargo, es algo que está en el medio, es una energía social circulante.

La cuestión de la energía social es que si pierdes este sentido vibrante de estar en la vida, incluso pierdes la inclinación, la voluntad de participar en las cosas. Así que creo que el capitalismo de alguna manera nos está agotando, drenando nuestras energías sociales. Pero tengo que decir que acabo de empezar este proyecto.

P. En sus reflexiones anteriores, usted ha relacionado la religión con la democracia. ¿La religión puede aportar algo en este problema de la energía?

R. No estoy seguro de que la religión pueda solucionarlo. Soy sociólogo, no soy sacerdote ni teólogo. Pero sí creo que es muy interesante que en todas las religiones hay una fuente adicional de movimiento. No soy sólo yo quien se mueve. En el cristianismo, está muy claro que Dios viene hacia nosotros, así que no soy sólo yo.

Creo que el problema de nosotros como sociedad, también en la teoría social, es que siempre soy yo mismo el que tiene que hacer algo. Pensamos individualmente: debería algo hacer más por mi salud, por mi educación, por mis socios, por el trabajo, por el medio ambiente y por la justicia global. Siempre somos nosotros los que tenemos que hacer algo. En contraste, la religión tiene la idea de que es una especie de movimiento dual.

R. Es como si los seres humanos quisieran ser todopoderosos…

P. Pero también nos sentimos responsables de todo, y esto es lo que nos deprime. Creo que en Chile, probablemente como en Europa, sentimos que deberíamos hacer algo con respecto a la injusticia, deberíamos hacer algo con respecto al medioambiente, deberíamos hacer funcionar la economía, deberíamos reducir la desigualdad, pero también deberíamos mejorar el sistema de atención médica, el sistema educativo. Vemos todo lo que tenemos que hacer y nos sentimos perdidos.

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