Nora Volkow, psiquiatra: “Las personas ya no están con los demás. Cada una está con su teléfono”
La directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos, expositora en el Congreso Futuro en Santiago, dice que las redes sociales, tal como las drogas, estimulan el sistema de recompensa del cerebro y generan adicciones
Durante su discurso este lunes en la inauguración del Congreso Futuro 2025, uno de los eventos más importantes de Latinoamérica de divulgación de la ciencia, el presidente Gabriel Boric se tomó unos minutos para observar que varios de sus ministros estaban con los ojos pendientes a sus teléfonos. “De las autoridades de gobierno, identifiqué por lo menos diez que estuvieron permanentemente revisando su celular”, dijo el mandatario en el salón de honor de la sede del Congreso en Santiago. Un día después, la psiquiatra y directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA), Nora Volkow (68 años, Ciudad de México), recordó esa escena para ilustrar, en esta entrevista, cómo la tecnología influye en las relaciones sociales: “Esa es una situación que ahora vemos por todos lados, las personas ya no están con los demás. Cada una está con su celular y se te pasa el mundo y ni siquiera te das cuenta”.
En en el Congreso Futuro, la investigadora mexicana estadounidense ahondó en cómo las redes sociales, al igual que las drogas, se sirven del sistema de recompensa del cerebro humano para lograr esclavizar a las personas. La clave, dice la psiquiatra, está en entender la dopamina, un neurotransmisor que permite la comunicación entre las neuronas y que está implicado en la sensación de placer, pero también en la memoria y en el aprendizaje.
“La biología tiene que entregarnos soluciones que nos permitan tener comportamientos que garanticen nuestra supervivencia y la de nuestra especie. De eso se trata la dopamina, eso está en la esencia de este sistema de recompensa: si quieres que un comportamiento se repita, hay que hacer que tenga una recompensa”. Nora Volkow ejemplificó este mecanismo con el acto de comer y explicó que los alimentos son necesarios para sobrevivir y que la comida, especialmente los alimentos altos en calorías, generan satisfacción al consumirlos. “Si como comida y me da placer, voy a repetir ese comportamiento”, indicó.
El problema de este mecanismo biológico es que es “muy fácil de secuestrar artificialmente”, sostuvo la psiquiatra. “Las drogas son muy potentes para activar el sistema de recompensa de la dopamina y así logran hacer percibir su consumo como algo gratificante, placentero y como una experiencia interesante”- De la misma forma, explica, las redes sociales, a través de los algoritmos y los ‘likes’, logran activar el sistema de recompensa de la dopamina y aumentar el placer que da esa actividad.
Las drogas y la tecnología se transforman en una adicción cuando la conducta se reitera una y otra vez, señaló la expositora. “Cuando eso efectos sobre el sistema de recompensa se repiten, el cerebro comienza a cambiar y le quitan a la persona esa capacidad de autorregulación y de toma de decisiones”, explica la investigadra. “Son sistemas que vinculan el placer con el aprendizaje, la memoria y la energía para sostener una conducta. Por eso, las adicciones son tan malignas”.
En el caso de la adicción a las redes sociales, Nora Volkow dice a este periódico que es urgente reglamentar los algoritmos usan este tipo de tecnologías, ya que actualmente las grandes empresas tecnológicas “pueden hacer lo que les dé la gana con tal de atraer la atención de las personas”. “De esa forma, logran que pases una gran cantidad de tiempo en las redes sociales y eso está generando una problemática social muy intensa, que no solamente produce patrones de compulsividad, sino que también ha polarizado las actitudes de la gente”, detalló.
La psiquiatra agregó que al abordar la regulación de la tecnología es urgente partir por los niños y jóvenes. “En esa etapa sus cerebros se están desarrollando y es cuando las conexiones y la prioridad de las actividades se demarcan”. Sin embargo, que la sociedad no esté llegando a tiempo para enfrentar este problema ya ha causado consecuencias negativas. “Los niños no están aprendiendo a jugar entre ellos. Si se ven físicamente no saben ni siquiera qué hacer y no saben cómo interpretar las expresiones faciales. Ese es un ejemplo claro de que tenemos que hacer algo”, señala Nora Volkow.
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