Carlos Henríquez sobre resultado PISA 2022 en Latinoamérica: “No fue tan catastrófico como se proyectó”
El coordinador del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de Educación de Unesco asegura que los sistemas de la región fueron resilientes, existieron apoyos y las familias cumplieron un papel
El estudio del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) correspondiente a 2022 dejó una fotografía del duro impacto de la pandemia de la Covid 19 sobre los estudiantes entre 15 y 16 años de América Latina y el Caribe. Pero la profundidad de los efectos aún está en evaluación y los planes de recuperación todavía parecen incipientes. Eso opina el ingeniero comercial chileno y coordinador del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de Educación de Unesco (LLECE-Unesco), Carlos Henríquez, quien sentencia que no hay recetas únicas para corregir las deficiencias causadas por los cierres de las escuelas y la adopción de las clases remotas. Pero sí, dice, existen buenas experiencias dentro de la región que podrían contrarrestar la pérdida de bienestar y aprendizajes, especialmente en estudiantes de primaria.
Más que girar la mirada hacia modelos como el finlandés u otros europeos, Henríquez asegura a EL PAÍS que se debería hacer un enfoque sobre centros educativos que consiguieron avanzar pese a los entornos complejos: “Deberíamos aprender qué están haciendo, y escalar ciertas políticas”. Su perspectiva es que, a medida que se avance en corregir las desigualdades en los sistemas educativos y se establezcan buenas prácticas basadas en evidencias, la región podría salir del estancamiento en que se encuentra desde hace una década.
Pregunta. ¿Qué lectura hace del informe PISA 2022 sobre Latinoamérica?
Respuesta. No fue tan catastrófico como se proyectó porque al parecer los sistemas educativos fueron resilientes, debido a los esfuerzos realizados en su conjunto. Aunque tenemos una gran tarea debido a que uno de cada dos estudiantes medidos en PISA 2022 en Latinoamérica no tiene competencias básicas en lectura y tres de cada cuatro, en promedio, en matemáticas.
P. ¿Qué tanto puso en riesgo la pandemia a la calidad de la educación en la región?
R. Los estudiantes en las escuelas de América Latina y el Caribe, entendiendo su heterogeneidad, no sólo están en espacios de aprendizajes, sino de bienestar –vinculado con alimentación, salud y cuidado– y, en ese sentido, sí estuvo en riesgo. El problema es que existe un estancamiento desde 2013 en la agenda de aprendizaje, que no se relaciona con la pandemia, sino con una deuda con la calidad educativa en la región.
P. PISA 2022 realiza una evaluación a los alumnos de 15 años, pero uno de los grupos mayormente impactado por la pandemia son los niños en etapa inicial escolar.
R. El recuento realizado desde el laboratorio LLECE en base a las evaluaciones nacionales de los países, es que existió una pérdida de bienestar y aprendizaje, principalmente en los niños más pequeños; lo que se refleja con mayor intensidad en matemáticas que en lenguaje. Por otro lado, destaca la dificultad de esos estudiantes para relacionarse con otros. Son niños pequeños, y no sólo es importante que aprendan a escribir u operaciones básicas, sino cómo relacionarse, resolver problemas con sus compañero, jugar y compartir. Esas fueron las dificultades mayores que vivieron los colegios en 2022.
Las evaluaciones de PISA aportan información sobre la culminación del sistema escolar y habilidades para el mundo laboral, lo que es importante; pero tener información sobre primaria o a temprana edad es fundamental para que los sistemas escolares no sólo constaten qué es lo que ha sucedido, sino que se adopten políticas para mejorar. En esa dirección, los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) 2025, de LLECE-Unesco, en la región también serán un aporte para utilizar para la mejora.
P. ¿Cuánto puede durar el efecto de la pandemia sobre los estudiantes?
R. Hay simulaciones que decían que este efecto iba a durar incluso hasta que estos estudiantes llegaran al mundo laboral, solo que estos resultados nos invitan a realizar análisis en base a evidencia y a ser cautos. Al parecer, los sistemas latinoamericanos fueron resilientes, existieron apoyos respectivos y las familias cumplieron un papel. Pero es muy apresurado decir cuál ha sido el impacto (de la pandemia), aunque lo importante es que esta información traiga evidencia para aportar, mayores apoyos, tomar decisiones y, ojalá, invertir más.
P. Usted menciona que los sistemas latinoamericanos fueron más resilientes. ¿A qué se lo atribuye?
R. Hay que investigarlo. El estudio PISA indica que, a diferencia de los países desarrollados, en la región –con sistemas educativos intermedios y rezagados– no se tuvieron pérdidas tan grandes o, al menos, varios países no perdieron como se proyectó. Una de mis hipótesis es que la familia fue muy importante en acompañar esto. Creo que existió un compromiso por parte de la relación familia y centro escolar y en las redes para contrarrestar el impacto de la pandemia. Por otro lado, hay estudios que pueden ser más informativos para sistemas educativos de mediano y bajo desempeño en nuestra región. Algunos informes señalan que estudios contextualizados al currículum regional como el ERCE (Estudio Regional Comparativo y Explicativo de Unesco) tienen mayor nivel informativo en todos los niveles de desempeño, incluso más bajo.
P. Se habla constantemente de las brechas en educación en Latinoamérica. ¿Por qué no se han logrado revertir?
R. En los países se ha hecho y avanzado mucho. Si uno compara los años 2000, 2010 y 2020, hay esfuerzo en la gran mayoría de las naciones. Pero si uno ve un diagnóstico, uno puede decir que la inversión en Latinoamérica es insuficiente. Los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) invierten tres veces más por estudiantes que el promedio de la región. Ni siquiera digo que no resulte, pero el nivel de inversión para lograr buenos resultados debe ser mayor. El llamado es a los pactos sociales, priorizar la educación como motor de desarrollo en toda nuestra sociedad, invertir más en base a evidencia y hacer que las políticas educativas sean escalables al conjunto de los centros escolares.
P. ¿Qué elementos comunes pueden aplicar los países de la región para mejorar el rendimiento de los estudiantes?
R. Todos los países tienen contextos distintos. En el estudio ERCE 2019 encontramos elementos que explican que el peso del grupo socioeconómico al que pertenece el estudiante es muy importante al correlacionar con los resultados y, por tanto, se requieren políticas más activas para contrarrestar esas desigualdades. En esa línea, hay que apoyar a los maestros en estrategias más efectivas para conocer donde está cada estudiante en su trayectoria de aprendizaje para luego ofrecer apoyos específicos para que cada uno avance en sus aprendizajes. Debe haber planes de recuperación en todos los países con el fin de que esto sea un gran acuerdo y una cruzada del 2024 en cada uno de los países que, ojalá, pueda permitir que los gobiernos puedan colocar más recursos, sumen a la sociedad civil y se desplieguen acciones para apoyar a los estudiantes rezagados que requieren mayor apoyo.
P. Se prevé un crecimiento económico moderado en Latinoamérica para 2024, ¿cómo influirá esto en lograr mejoras en los sistemas educativos?
R. El llamado de la UNESCO Santiago y de su laboratorio LLECE es hacer mayores esfuerzos y pertinentes para acelerar la recuperación y priorizar la transformación educativa. Entendemos que es difícil mejorar, pero es clave que esto sea una prioridad a nivel de las sociedades y no sólo de los gobiernos. Es necesario idealmente aumentar la inversión en educación y mejorar su uso para impactar en lo que se hace día a día. En ese sentido, invertir en desarrollo profesional, en acompañamiento a los maestros, en estrategias en base a evidencia que apoyen habilidades fundamentales en primaria y en formas de retroalimentar el aprendizaje, son pasos para construir una ruta de mejora. Latinoamérica debe y puede hacer de la educación su gran motor de movilidad social y para eso requiere del aporte y prioridad de todos.
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