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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

2010-2019: década de movilización social

La protesta es esencial en toda sociedad democrática, sobre todo cuando profundizan en la democracia y nos abren a pensar el mundo como quizás nunca la habíamos imaginado

Jordi Mir
Protesta en contra del cambio climático, en marzo en Barcelona.
Protesta en contra del cambio climático, en marzo en Barcelona.Albert Garcia

Emergència climàtica y animalistason las dos palabras que el Institut d’Estudis Catalans (IEC) ha escogido como neologismos del año 2019. Es decir, palabras que podemos considerar nuevas y que en este momento tienen un uso que las hace de actualidad. El IEC hace una primera propuesta de un grupo de palabras y una votación popular acaba siendo determinante para escoger. En esta edición, “emergencia climática” y “animalista” han empatado, es la primera vez que pasa. Las dos palabras nos dicen muchas cosas sobre la importancia de la movilización vinculada al ecologismo, nos hablan de la voluntad de señalar la urgencia de las actuaciones a desarrollar para evitar un colapso de la vida en el planeta y de la reivindicación de los derechos de los animales.

Las manifestaciones son uno de los elementos que han marcado la década y ello se refleja en el lenguaje

Sororitat fue la escogida en 2018; la solidaridad, la fraternidad, entre mujeres, que podemos vincular al feminismo. Un movimiento social que llevaba años creciendo y se ha convertido en pensamiento compartido en nuestra sociedad como nunca antes había pasado. Cassolada obtuvo el mayor apoyo en 2017. Esto se explica por su utilización como recurso para la movilización vinculada al movimiento independentista y contra la represión. Vegà/ana fue el neologismo de 2016. Las nuevas formas de vida asociadas al replanteamiento de nuestras maneras de hacer han crecido en todo, también en nuestro país. El veganismo se puede definir como un estilo de vida basado en el respeto por los animales que excluye el uso de productos y alimentos de origen animal. Dron fue la palabra elegida en 2015, la única que nada tiene que ver con la movilización social desde que se escoge el neologismo del año. En 2014, cuando se empezó a escoger este tipo de distinción recayó en estelada. Una evidencia más de la importancia del independentismo y su crecimiento en estos años.

La década que acaba ha estado marcada por muchos elementos, la movilización social es uno de ellos, y esto se refleja, entre otras cosas, en el lenguaje. La década comenzaba con las movilizaciones en contra de las políticas de austeridad por los recortes. Los efectos de la crisis ya estaban muy presentes. En 2009 nacía la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Lo hacía para reivindicar el derecho a la vivienda. ¿De dónde surgía este activismo? De la movilización que los años anterior había reivindicado también la vivienda como derecho en un contexto de crecimiento económico que les hacía decir “No tendrás casa en la puta vida”. Las dificultades para acceder a una vivienda se dan en momentos de crisis y crecimiento, otra cosa es cuándo puede surgir una movilización. En 2011 emergía el 15-M y un año después había quien pensaba que todo había terminado, pero sus efectos se continuaban viviendo, aunque no fuera en primer plano. En 2015 Barcelona en Comú llegaba al gobierno de la ciudad... ¿Cómo se pueden explicar tantas cosas que están pasando en la política y mucho más allá sin atender a la movilización social?

La década termina con mucha gente que se considera antisistema, incluso premios Nobel como Joseph Stiglitz

La década comenzaba con una palabra muy repetida: antisistema. Era la manera de presentar y desprestigiar a personas que se movilizaban en defensa de la universidad pública, contra los recortes... La década termina con mucha gente que se considera antisistema, incluso premios Nobel de Economía como Joseph Stiglitz reivindicaron esta denominación. En esta década que ahora acaba es cuando encontramos más personas que en cualquier otro momento histórico que se consideran feministas, ecologistas, independentistas, defensoras del derecho a la vivienda, de los derechos de los animales... Y que se quieren movilizar para conseguir sus objetivos. La década también acaba con mucha gente, y muchos poderes, que lo ven y lo intentan aprovechar, por eso también es tiempo de cinismo y lavados. Hablamos de greenwashing o purplewashing para hacer referencia a quien quiere hacer pasar su acción como defensora del medio o de la igualdad de género cuando tiene prácticas que son contrarias.

La movilización social no deberíamos considerarla buena o mala, puede ser de muchos tipos y dar para muchos debates. En mi opinión, la movilización social democratizadora es esencial en toda sociedad que se quiera democrática. Lo es, especialmente, cuando sus prácticas también suponen una profundización en la democracia y nos abren a pensar el mundo como quizás nunca la habíamos imaginado. Quizás en este comienzo de década es el momento para tener debates importantes que no hemos hecho sobre el papel de la movilización y su potencial en una sociedad que se quiere democrática. Especialmente, cuando vemos cómo crecen ideas contrarias a la democracia.

Jordi Mir es profesor de Humanidades en la Universidad Pompeu Fabra.

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