Pediatras agotados y sin relevo generacional
Las próximas jubilaciones y las condiciones laborales de este especialidad en la Atención Primaria vaticinan un futuro difícil para este área de la sanidad pública
“Imagina que llevas cinco, ocho o 12 años trabajando en aquello que siempre quisiste, que hay una OPE [oferta pública de empleo], que sabes que puedes sacarte la plaza. Y que no la quieras”. Así de esquemática cuenta una pediatra la situación de su especialidad dentro de la Atención Primaria (AP) en Madrid. Se refiere al examen para las 355 plazas de la Comunidad de Madrid que hubo el pasado 1 de diciembre —114 para reposición por jubilaciones y 241 de estabilización de estos empleados públicos— y a la “ausencia” de motivación por las condiciones laborales a las que se enfrentan: turnos incompatibles con la conciliación, saturación en las consultas y por tanto poco tiempo para dedicar a cada niño, horas extras mal pagadas…
Según esta especialista con más de una década de experiencia, la “precarización” no es nueva: “Lo mismo desde hace años. Bueno, igual no, va a peor”. Unas circunstancias que provocan que cada vez haya menos pediatras dispuestos a ir a la Atención Primaria, y a las que ha de sumarse el periodo de jubilaciones “masivas” que se avecina en toda España, como ya alertado la Asociación Española de Pediatras de Atención Primaria (AEPap). Y de la que Madrid no escapa.
En Madrid hay 930 pediatras y, según los datos facilitados por la Comunidad a José Manuel Freire, portavoz de Sanidad en la Asamblea de Madrid, que registró una pregunta al respecto, la previsión de jubilaciones este año es de 56 pediatras de los centros de salud madrileños, 25 en 2020, 29 en 2021, 36 en 2022 y 47 en 2023. 193 dejarán de estar en activo para ese último año. “Y no se prevé que haya recambio”, apunta Guillermo Martín, el presidente de la Asociación Madrileña de Pediatría de Atención Primaria (AMPap). “Aunque mejoraran los datos de universitarios que quieran esta especialidad [este curso hay 313 médicos en formación en Madrid, según las cifras de la Comunidad], no significa que acaben en Primaria”, espeta Martín, que explica que “muchos prefieren hospitales, hacer guardias, irse a la privada o a otros países de Europa”.
Este pediatra con casi tres décadas de carrera profesional, asegura que llevan diez años avisando de “la falta cada vez más agudizada de personal y de recursos”. También recuerda el examen de hace dos domingos: “Incluso antes de entrar, en la puerta, avisaban de que si les tocaba un turno de tarde no se pensaban incorporar. Lo tenían claro, decían que dejaban la plaza en excedencia”. Esos turnos de 14.00 a 21.00 son uno de los principales motivos por los que muchos médicos no acaban en AP. En España, el 42% de las plazas son de mañanas y el 45% deslizantes (turnos que cambian dependiendo de las necesidades del centro y que se realizan de manera voluntaria) y, en cuanto al porcentaje de horario exclusivamente de tarde, Madrid es la que más horarios de este tipo tiene, un 35% de las plazas, según los últimos datos de la AEPap.
“¿Cómo van a querer trabajar todos y cada uno de los días de dos de la tarde a nueve de la noche, si los van a poner lejos de donde viven, si saben que les va a tocar pasar consulta doble si un compañero falta, si además eso no está bien pagado?”, lanza la pregunta al aire Martín. En Madrid, hay zonas de “difícil cobertura”, más aún cuanto más se alejan de la capital, es decir, la periferia y la zona rural. Algo de lo que la Consejería es consciente: “Se trata de un problema que tiene que abordar el Ministerio de Sanidad en colaboración con las autonomías. Nosotros estamos trabajando en Mesa Sectorial en un proyecto para esas zonas”. Si no cambian las condiciones, será difícil que los pediatras quieren cubrir esas plazas, “porque con ellas también se están jugando cada tarde su trabajo, si meten la pata, nada los exonera”, dice Martín. Habla del tiempo disponible para dedicar a cada paciente que la Ley de Presupuestos Generales de la Comunidad, en 2016, estableció como objetivo una media de 14,40 minutos, lo que equivale a 20,8 pacientes por profesional al día. Martín suelta una risa cansada: “No, no, obviamente no se cumple”.
La agenda de Martín tiene marcado un paciente cada siete minutos. Otros, añade, los tienen cada cinco. “A eso se le puede sumar los que vienen sin cita, o los que tienes que ver cuando falta tu compañero… Y los tienes que ver sí o sí porque no te la puedes jugar, y si son 50 al día, pues son 50. Y son niñas y niños”. La voluntad y la responsabilidad de estos profesionales juegan en su contra, y a favor del paciente: “Si todos nos cuadrásemos y dijésemos que vamos a atender a un paciente cada 15 minutos, que es lo que corresponde, esto no pasaría. Se llenarían las consultas y la gente tendría que ir marchándose cuando el horario finalizara. Pero vas tirando porque si no fastidias al padre, a la madre, al niño… Y acabas tragando de todo”.
Los números de la AEPap reflejan que la media de niños por pediatra en Madrid es de 1.162, la cifra más alta de España; y según datos del Ministerio de Sanidad de 2017, el 33,76% de los pediatras madrileños tienen asignados más de 1.250. Estas cifras se recalcaron el pasado febrero durante el congreso de la Federación, donde también apuntaron que la práctica de que sean otros profesionales y no los pediatras quienes atienden a los niños en su centro de salud "ya no es un hecho aislado" y destacaron Madrid como la tercera región con menos especialistas —lo son el 68,56%— y la que tiene más problemas para cubrir sus plazas. "18 plazas entre rurales y urbanas vacantes, 13 reducciones de jornada sin cubrir, sin pediatra desde las seis de la tarde", fueron los datos que aportaron.
"Es que cubrirlas, además, no sale rentable. La adenda supone una miseria", apunta Martín. La adenda es lo que se cobra por los turnos de trabajo que se reparten entre los pediatras disponibles cuando falta un compañero. “Si es un día suelto, vale, pero en centros en los que hay que cubrir durante dos meses enteros, la adenda te puede suponer 300 euros”. Hay veces, insiste Martín, en que la cuestión económica no es lo peor: “Lo peor es que no se valora, no se valoran los doblajes [doblar el turno propio por circunstancias específicas del centro] ni el esfuerzo ni el trabajo”.
Antes, dice, se pedían muchas reducciones de jornada. "Ahora ni eso, porque hay otras opciones... Si no, conciliar es imposible". Y recuerda que Pediatría es una de las especialidades con más mujeres —este 2019 es la segunda, con un 83,8% de médicas (solo superada por Bioquímica Clínica, que suele tener el 100%—. En España, todavía el 44,53% de las mujeres se ocupan solas de las tareas del hogar y todavía son mayoritariamente ellas quienes cuidan de los hijos o los familiares dependientes; sin embargo, es cada vez menos frecuente que esas mismas mujeres quieran renunciar a su carrera profesional.
El paradigma cambia, pero la estructura se mantiene. Y, apunta Martín, "la situación no es sostenible". El cúmulo de deficiencias hace que, además, sea "peligroso". "Baja la calidad de la asistencia, aumenta el riesgo de cometer errores, los profesionales están agotados física y psíquicamente, y desmotivados. Y no solo ellos. También esto es desmotivador para los que vienen, para los que están estudiando ahora. Así, es difícil que quieran unirse a este ámbito". Y así, ese relevo generacional que es urgente, no puede producirse.
Soluciones a corto, medio y largo plazo
José María Molero, médico de familia en Atención Primaria en Madrid, miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria y del sindicato CSIT, arguye que urge "una planificación racional a largo plazo", es decir, con la mirada puesta dentro de una década. Apunta algunas medidas como "hacer un plan de jubilación con las previsiones actuales, incrementar las plazas MIR (médico interno residente) y flexibilizar la entrada a la Universidad".
Además, dice, hay cuestiones que se pueden solucionar en menos tiempo. Aumentar el atractivo de esta especialidad, por ejemplo. "Eso pasa por mejorar las condiciones de trabajo: flexibilidad en el empleo e incentivos económicos". Es decir, ajustar los horarios para que sean lo más eficientes posibles y retribuir en consecuencia: "No parece lógico que si un pediatra que ya tiene turno de mañana tiene que prolongar su jornada toda la tarde, se le pague incluso menos que lo que se paga de forma ordinaria, cuando es algo extraordinario".
También hace referencia a la Pediatría de los hospitales: "Aquellos que tienen cierta edad y trayectoria, que ya no hacen guardias pero sí tienen que jornadas complementarias para su actividad hospitalaria, tal vez se podrían adaptar esas jornadas a la Atención Primaria". Y a las zonas rurales con población dispersa, donde cree que concentrar a los pediatras en un centro de cabecera sería "lo más óptimo".
Por último, a nivel formativo, alega que sería positivo establecer rotaciones obligatorias y aumentar las que hay para que se conozcan las posibilidades de la Atención Primaria. "Muchos profesionales la desestiman sin conocerlas". Y asegurar el tiempo para la investigación y la formación, "porque es conocido que por las condiciones laborales, eso establecido de que un tercio del trabajo diario tiene que estar dedicado fuera de la asistencia, no se cumple. Y debería, para mejora de los profesionales y, por lo tanto, de los pacientes".
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