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Una especie peligrosa amenaza el Manzanares

Los agentes forestales retiran 40 kilos de una planta exótica de las inmediaciones de la presa del Grajal, en Colmenar Viejo

Un agente forestal recoge la planta en las inmediaciones de la Presa del Grajal, en Colmenar Viejo.
Un agente forestal recoge la planta en las inmediaciones de la Presa del Grajal, en Colmenar Viejo.
Berta Ferrero

Del acuario, a la invasión de un territorio. Un pequeño gesto puede acarrear un serio problema en el medio ambiente, y eso es lo que el jefe del operativo de agentes forestales de la Comunidad de Madrid, Miguel Higueras, cree que ha pasado en el río Manzanares, donde se ha encontrado una especie vegetal exótica e invasiva, conocida como planta de esponja,  que han tenido que retirar para evitar males mayores. Procede de Sudamérica y América central y, en España, los aficionados a la acuarofilia suelen comprarla por Internet, en muchos casos sin saber que es una planta que puede provocar un desastre ecológico. Por lo pronto, el operativo ha retirado ya 40 kilos de la planta de toda la zona donde fue encontrada y, aunque parece que todo está limpio, mantiene los ojos abiertos.

La alarma saltó el pasado 19 de octubre. Un botánico que paseaba cerca de la presa del Grajal, en Colmenar Viejo, detectó la planta flotando en el río y decidió llamar al 112 de la Comunidad de Madrid. Los expertos se desplazaron a la zona para comprobar de qué se trataba y encontraron en la superficie hojas muy tupidas y muy juntas de color verde brillante que nunca habían visto hasta el momento. La estampa era bonita. Pero extraña. Se trataba del Limnobium laevigatum, comúnmente conocida como planta de esponja, y era la primera vez que aparecía como especie naturalizada y potencialmente invasora en aguas continentales de la península Ibérica. Estaba en proceso de “aparente expansión”. Un verdadero peligro para la biodiversidad de la zona, debido a su alta capacidad para reproducirse. “La planta coloniza, tapiza el río e impide que entre la luz en el agua, por lo que provoca la mortandad de algunas especies de peces y de fauna autóctona”, profundiza Higueras.

Esta especie tiene la capacidad de extenderse a gran velocidad en zonas donde el cauce del río queda remansado y la corriente es débil, siendo fácil su implantación en meandros, represas u oquedades de la roca aisladas de la fuerza del agua. “Por lo que es muy probable que se siga extendido o se haya implantado en otros puntos del río”. Se reproduce vegetativamente y por semillas. Estas germinan con rapidez, generando pequeñísimas plántulas, que pueden dispersarse con facilidad con la corriente, e incluso pueden ser empujadas por el viento o transportadas por las aves acuáticas.

Cómo llegó hasta el río es un misterio, aunque ya hay una hipótesis clara. “Es muy probable que alguien la haya vertido en el río al deshacerse del contenido de su acuario. Incluso puede que lo echase al wáter o a la pila, en su casa, pero lo cierto es que eso puede acabar en un entorno natural. Muchas veces no se hace por maldad, sino por desconocimiento. La gente no se hace este tipo de preguntas”, explica el jefe de agentes forestales de la región madrileña, que cuenta con un equipo de 277 funcionarios que ostentan la condición de agentes de la autoridad con funciones de vigilancia, de agente policial y judicial y de custodia de los bienes jurídicos de naturaleza forestal.

“El problema es muy grave porque las especies exóticas invasoras son la segunda causa de la pérdida de diversidad biológica. Y es por pura negligencia o imprudencia”. La razón es sencilla: provocan depredación, competencia e hibridación sobre la fauna y la flora silvestre autóctonas y cambios radicales en los ecosistemas. Además, algunas causan daños a la salud pública y la economía.

Un manto tupido de la Limnobium laevigatum, comúnmente conocida como planta de esponja, en el río Manzanares.
Un manto tupido de la Limnobium laevigatum, comúnmente conocida como planta de esponja, en el río Manzanares.

Esta especie se considera una planta con alta capacidad invasora y ya ha sido introducida en Estados Unidos, Suecia, Bélgica, Rusia, Australia, Zimbabue, Taiwán, Japón e Indonesia. Al parecer, en Bélgica se encontraron con poblaciones de esta planta en 2013, pero la rapidez de los agentes fue clave y consiguieron erradicar los vestigios de la planta poco después de su detección.

Higueras quiere que la población, sobre todo, tome el ejemplo belga. Y más teniendo en cuenta que Madrid es, con un 40%, la comunidad autónoma con más terreno medioambiental protegido. Para empezar, es importante conocer qué tipo de plantas se adquieren por Internet y, en caso de tener alguna especie alóctona, “lo ideal es no tirarlas a ningún cauce y utilizar el contenido del acuario para regar, por ejemplo”. Y luego, si alguien se encuentra con algo que le llame especialmente la atención, que llame al 112, como hizo el botánico el pasado octubre. “Nosotros nos trasladamos enseguida y comprobamos”. Otra opción, recuerda, es la de llevar el contenido del acuario o de las especies alóctonas al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS), un centro localizado en Tres Cantos donde recogen este tipo de ejemplares.

“En el ámbito de la jardinería hay que utilizar plantas autóctonas y nunca tirar las exóticas”, recuerda Higueras. Y en cuanto a los animales, “conocer la biología de la mascota que se va a adquirir y nunca comprar especies exóticas invasoras”. Además, recuerda, adquirir especies dañinas para la biodiversidad es, según el real decreto 630/2013, una infracción que puede costar entre 100 y 3.000 euros por su liberación o venta, siempre que no provoque un daño en el ecosistema. Si lo provoca, la multa oscilará entre los 3.000 y los 200.000 euros.

El Manzanares, por ahora, está a salvo. Pero la alerta ya ha saltado.

La acción humana con las especies exóticas

La Comunidad de Madrid sufre la expansión de animales exóticos debido, sobre todo, a la negligencia del ser humano. Las cotorras argentinas, el cangrejo americano, el mapache o galápago de florida no aparecieron por arte de magia. Sin embargo, sin depredadores naturales y con facilidad para reproducirse, se han convertido en un problema para las especies autóctonas. Con la flora pasa lo mismo: el ailanto, la hierba de la pampa, la chumbera o el alga azolla se han encontrado en territorio madrileño y los agentes forestales tratan de evitar unir a la lista a la planta de esponja.

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Sobre la firma

Berta Ferrero
Especializada en temas sociales en la sección de Madrid, hace especial hincapié en Educación o Medio Ambiente. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU (Valencia) y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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