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De la Puríssima, la provocación de ser una misma

La actriz y cantante Julia de Castro pone fin a 10 años del dúo que juntaba el cuplé con el jazz y una puesta en escena exuberante

La artista Julia de Castro (De la Purissima) posa junta a una obra suya en el Club Matador, en Madrid.
La artista Julia de Castro (De la Purissima) posa junta a una obra suya en el Club Matador, en Madrid.ANDREA COMAS

Julia de Castro (Ávila, 34 años) inició hace una década la andadura de De la Puríssima, dúo con el contrabajista Miguel Rodrigáñez, que juntaba el cuplé con el jazz y una puesta en escena exuberante a la que ella contribuía con una imagen potente y seductora, además de sus frecuentes desnudos en directo. Este sábado en los Teatros del Canal, y como arranque de una nueva edición del Festival de Otoño, ponen fin a la aventura con un espectáculo que contará con 90 músicos en escena.

"Siempre tuvo una visión conclusiva", sostiene De Castro para justificar el fin del proyecto. "Se han juntado muchas cosas para acabar De La Purissima tras 10 años de vida. A mí me salió una beca que me ha tenido mucho tiempo en Roma y Miguel tiene otros proyectos a la vista".

La beca le ha permitido a Julia de Castro escribir el libro La retorica delle puttane, una réplica al libro escrito en el siglo XVII por el italiano Ferrante Pallavicino. "Mi visión de la prostitución cambió al leer ese libro, y me inspiró para contestarlo 400 años después". Con igual título (Retórica de las putas, sería en español), De Castro escribe sus experiencias tras largas conversaciones con mujeres italianas que eligieron libremente ejercer ese viejo oficio. "Es un debate complejo sobre un tema que ahora he investigado a fondo", afirma. "No se debe equiparar prostitución con esclavitud sexual, que son dos asuntos bien distintos. No hay diálogo posible si se juntan ambos", mantiene para justificar el hilo conductor de su libro, que "al final, es una tesis".

"Hay mujeres que lo ejercen voluntarias y sin coacciones, y eligiendo ellas. Eso no estaba sobre la mesa y conviene tenerlas en cuenta. No se las puede apartar del debate sobre las bondades y maldades de la legalización de la prostitución o incluso su abolición, como buena parte del feminismo defiende". "Aunque el porcentaje de voluntarias sea el que sea, no se debe estigmatizar a las que deciden serlo", dice para zanjar el asunto, añadiendo que "para evitar la trata y la esclavitud hay que legalizar. Claro que en una sociedad ideal y culta no sería necesaria ni la abolición"

"Parece que el placer de la mujer nos produce un escozor", afirma la actriz y cantante para defender su proceso creativo como imagen principal de De La Puríssima, que ahora concluye. "Estoy en otro proceso creativo y compositivo. Hay más cosas dentro de mí, y de ahí el fin de De la Purísssima. Antes de la beca, ya había algo en mi transformándose, y tras una conversación con Miguel [la otra parte del dúo, y con el que sigue manteniendo una excelente relación], decidimos ponerle fin en 2019"

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Está muy satisfecha con la experiencia y el bagaje que se lleva: "Ha sido muy importante, he transitado de la juventud a la madurez". Y defiende la propia evolución del dúo en estos 10 años, que empezó como una propuesta de unir el cuplé picarón con el jazz y ha acabado con propuestas cercanas a la electrónica y canciones más testimoniales escritas por ella misma. "Ya no sentía lo mismo al cantar algunas de mis canciones. Había un vacío". Aun así, reconoce que lo de De La Puríssima ha sido fundamental en su evolución personal: "El escenario te libera, yo no soy tan osada como parecía, pero me ha servido para gestionar quien soy y lo que tenía dentro. De La Puríssima ha sido liberador". Atrás quedan los momentos en los que se desnudaba cara al público mostrando todo el esplendor de su cuerpo, mientras tranquilamente cantaba algún viejo cuplé. "En realidad, soy una chica tímida y cortada", sostiene a cambio.

No obstante, hace tiempo que dejó de mostrarse así como vino al mundo, pues, según ella, "no me encontraba en el mismo punto". Y ha pasado de ser la protagonista de la provocación, a querer ser más espectadora y observadora: "Antes necesitaba reafírmame en algo que estaba conquistando, luego ya no tenía nada que demostrar. Con 34 años me encanta la madurez".

Para la despedida del sábado de su proyecto con Rodrigáñez después de 10 años y un solo disco, Virgen, promete un espectáculo desmesurado: "Haremos un repaso de todo, que no deja de ser una reflejo de la propia ciudad de Madrid en los últimos 10 años". Y apuesta fuerte por ello: "Los de riesgos laborales se están volviendo locos, pues no es fácil juntar a noventa músicos a la vez en un escenario". Será intenso, promete: "si hay que morir, pues se muere. Al fin y al cabo, la provocación es ser uno mismo y hacer lo que te apetece". Y va a ir a verla hasta su abuela, que no la ha visto nunca actuar y que pocas veces ha salido de su pueblo de Ávila.

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