Clío se acuerda y triunfa
Gran éxito del estreno en Santiago de la ópera de Fernando Buide ‘La amnesia de Clío’, con dirección musical de Paul Daniel y escénica de Marta Pazos
A amnesia de Clío, por música y trama, es una ópera del s. XXI con vocación y posibilidades de expansión en el espacio y permanencia el tiempo. La dirección escénica de Marta Pazos tiene un dinamismo casi cinematográfico, con cambios de escenario entre escenas y algunos saltos en el espacio y el tiempo brillantemente ideados y resueltos. Todo se desarrolla en dos espacios: el rojo espacio del Poder a la derecha del escenario y el verde azulado de la Libertad a la izquierda.
Todo el montaje está lleno de detalles simbólicos, como los bailarines, Diego Buceta y Fran Martínez que, vestidos como ejecutivos, caen en la Casa Blanca son símbolo de aquel 11-S que desembocó en la locura interesada de la guerra de Irak. Y al fin de la función, son en su ingrávida desnudez imagen viva de las víctimas despojadas de bienes e identidad por las decisiones de quienes escriben la Historia, los vencedores.
Otro elemento simbólico es el cuadro Susana y los viejos de la autora del s. XVII Artemisia Gentileschi: un Caballo de Troya que permite a las mujeres ocupar definitivamente el espacio del poder. En este cuadro Gentileschi retrató a sus violadores y dio al bíblico personaje femenino una expresión de rechazo, frente a la habitual de complacencia de sus colegas masculinos. La iluminación de José Álvaro Correia, la coreografía de Rut Balbís. el vestuario dePier Paolo Álvaro y la caracterización de Fany Bello contribuyen brillantemente a la plasmación visual del drama escenificado.
Fionna Walker, artista de oscuro pasado, entra en política y visita al expresidente George W. Bush en su estudio de pintor. Este, ante la popularidad lograda por su dedicación a la pintura, decide volver a la política activa. Esta vuelta y su belicismo choca con el giro que Walker viene imprimiendo al transcurrir político junto con otras mandatarias. Walker siente que se está convirtiendo en Clío, la música de la Historia pero frente a la pasividad de esta portando un libro escrito por un hombre, toma la iniciativa de forma radical como único camino para el cambio necesario. Los acontecimientos a partir de este transforman el devenir de la Historia; la artista se convierte en musa y llega a una merecida glorificación final.
La música y trama argumental de A amnesia de Clío están imbricadas de forma solo alcanzable mediante un trabajo en equipo desde su inicio. La ópera se muestra como un todo sólido y muy coherente, cuya fluidez hace cortos sus más de noventa minutos de duración.
Buide demuestra la evolución y constante progreso que le confirman como uno de los compositores actuales españoles de mayor proyección de futuro. Su autoría es perfectamente reconocible, especialmente en las partes orquestales, para los conocedores de su música pero en su primera ópera muestra ya una idónea capacidad de servir al texto teatral resaltando las situaciones tanto en las escenas como en unas transiciones modélicas.
Su escritura vocal cuida a los cantantes, como ya había demostrado en anteriores obras -como en Lingua de escuma, donde las partes de los coros infantil y adulto tenían una clara diferencia de dificultad. Los cantantes pueden así lograr un rendimiento óptimo de principio a fin; incluso en la parte de la protagonista pese a su casi constante presencia en escena.
Los números corales tienen esa falsa sencillez que oculta la minuciosidad técnica necesaria para escribir una música que llega a todos los presentes por su facilidad de audición. Estas partes, especialmente en la subasta y la glorificación final, dan una sensación de ingrávida elevación que no permite intuir su densa estructura con acordes de hasta ocho notas. Pero elevan el espíritu de quien las escucha hasta el entusiasmo que se pudo vivir el domingo en Santiago.
Los roles vocales fueron brillantemente servidos: la soprano canaria Raquel Lojendio como Fionna-Clío; el barítono valenciano Sebastià Peris (George W. Bush) y la mezzo cántabra Marina Pardo, con dos papeles principales -la sargenta Leslie Zimmerman y la canciller Angela Merkel- y uno secundario. La buena dicción y claridad del texto en gallego de sus respectivos roles fue una excelsa demostración más de profesionalidad y entrega al proyecto.
Raquel Lojendio posee una voz de timbre aterciopelado en el registro medio, precioso esmalte en el agudo y graves de densidad inacostumbrada en su cuerda. La utiliza brillantemente, dando el sentido dramático adecuado a cada momento de su difícil papel. Su capacidad actoral y artística crece de principio a fin, incluyendo una escena que hace completa bailando en puntas, con un movimiento de preciosa armonía que sorprende y admira.
Sebastià Peris da brillantemente el papel de Bush por su expresión vocal y su capacidad de actuación. Voz redonda, muy bien manejada y gran presencia escénica en cada intervención completaron una gran actuación. Mención aparte para Marina Pardo, gran cantante y actriz con tres papeles, dos de ellos principales por duración y coprotagonismo: el muy dramático de Leslie Zimmerman, exsargenta de vida destrozada por la Irak, que se suma a Fionna Walker en la cruzada feminista que ha de cambiar el mundo. Su inmovilidad mientras canta como mujer retratada en el cuadro de Bush pone los pelos de punta.
En el de Merkel convence plenamente por presencia y canto; y como no hay papeles pequeños cuando los desempeña un gran artista, su gloriosamente redicha directora de una galería de subastas logra arrancar del público una benéfica y desopilante sonrisa que hace mucho bien al espíritu del espectador.
El Orfeón Terra A Nosa, que dirige Miro Moreira, hizo una acertada lectura de las partes corales y sus bien timbradas voces timbradas sonaron con empaste, afinación y precisión. En el plano actoral, Marta Pazos, cuya formación como artista plástica se deja sentir en toda la obra, logra una disposición de sus componentes que aúna la quietud que requiere un coro aficionado para cantar mirando al director con una curiosa sensación de armonía en movimiento.
La Real Filharmonía de Galicia y su titular, Paul Daniel, estuvieron brillantes toda la función y fueron la sólida base imprescindible para el éxito de cualquier ópera. La gran variedad de ritmos y timbres escrita por Buide tuvo una excelente traducción a sonido. La disposición de planos sonoros, gracias en buena medida a la amplitud del foso del Audigal añadió un plus de espectacularidad espacial a la obra. Pero lo más importante fue la idoneidad de la partitura y de su interpretación a cada momento de la trama dramática de la ópera. Cuantos han intervenido destacan el gran trabajo necesario antes y durante el estreno. Visto y oído lo que allí sucedió, podemos decir que ha merecido sobradamente la pena.
Dos detalles finales. En el escenario, las dos puertas por las que se transita del espacio de libertad al de poder se abren de una en una y solo al final, en la glorificación de Clío se abren al tiempo. Los dos espacios antes antagónicos se han comunicado y unido al fin.
El segundo. bien importante es anotar la característica capacidad de adaptación de Buide a las circunstancias de la producción Esta es tal que A amnesia de Clío ha crecido desde la idea inicial como obra para dos cantantes y orquesta de cámara a la gran producción operística que triunfó el domingo en Santiago y que llega este martes al Teatro Colón de A Coruña y el jueves, ya en versión concierto, al Auditorio Municipal de Ourense. Se puede augurar que, como ya dijo Mercedes Rosón en la presentación, que esta ópera tiene futuro fuera de Galicia. Siempre, claro está, que llegue a valorarse por programadores que quieran hacer de la ópera un género vivo en el s. XXI.
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