La muerte de un delfín devuelve la polémica al zoo
Los trabajadores del parque critican que el gobierno de Colau ni ha invertido en el delfinario ni ha trasladado a los cetáceos
“Es inadmisible que desde que se tomó la decisión de sacar los delfines del Zoo de Barcelona ni políticos ni animalistas han tenido ningún interés en saber cómo eran sus condiciones de vida. No se ha invertido en el mantenimiento del delfinario”, denunciaban ayer —horas después de que muriera la delfín Anak— Damià Gibernet, uno de los miembros del comité de empresa del Zoo. Anak falleció la noche del miércoles a causa de un virus que también contrajeron los otros tres delfines machos. El Consistorio de Colau anunció en 2016 que buscaba un santuario para estos animales. Siguen en Barcelona en un recinto en malas condiciones.
Anak, con 34 años era la matriarca de los delfines, hace una semana dejó de comer y las pruebas apuntaron a que tenía algún problema digestivo. Su muerte tendrá impacto en los otros tres delfines machos de la instalación que también han contraído el mismo virus pero evolucionan de forma positiva.
El director del Zoo de Barcelona, Antonio Alarcón, se mostró ayer orgulloso de la decena de compañeros veterinarios y cuidadores que intentaron “lo imposible” para salvar al delfín. “Ahora estamos preocupados por cómo reaccionan socialmente el resto de delfines. Se ha muerto la matriarca y ahora los cuidadores estarán pendientes de estabilizar un grupo donde no hay líderes”, explicó Alarcón.
Colau en 2015 paralizó la ampliación del delfinario y prohibió los espectáculos con cetáceos. A finales de 2016 el gobierno aclaró que no tenía sentido perpetuar la colección animal con delfines ya que es una especie que no está amenazada. La idea de Colau era ubicar los cuatro ejemplares que quedaban en el delfinario en santuarios cercados en el mar donde los delfines acabarían sus días.
El problema es que los encargados de encontrar este santuario no lo han localizado. Se habló de lugares como Lipsi (Grecia) y Baltimore (Estados Unidos). Los especialistas viajaron hasta allí sin dar el visto bueno a estas ubicaciones.
“Los trabajadores advertimos que la opción de llevarse a los delfines a un supuesto santuario no era viable”, alertaba ayer el comité de empresa. En la práctica ha supuesto que los delfines no han sido trasladados y no ha habido inversiones en un delfinario que ya no debería existir. Los empleados del Zoo reivindicaban ayer que vuelva a valorarse la construcción de unas piscinas para cetáceos.
Alarcón pidió que se respetara el plan para el Zoo aprobado en el Consistorio y añadió que el equipo veterinario prepara a los delfines para que sean trasladado cuando antes siempre y cuando “estén bien de salud”. Todo apunta a que al final los tres ejemplares acaben en un zoo griego.
Los animalistas de Zoo XXI culpabilizaban a las asociaciones de internacionales de zoos el hecho de que no se hayan trasladado ya los cetáceos de Barcelona.
El portavoz del grupo de JxCat, Jordi Martí, destacó que el traslado de los delfines está pendiente desde el anterior mandato municipal y preguntó a la alcaldesa de qué ha servido declarar con pomposidad Barcelona "ciudad libre de cetáceos en cautividad".
Por su parte, el portavoz de ERC, Jordi Coronas, consideraba ayer que los delfines han de ser trasladados "con la máxima urgencia posible", y hay que buscar una ubicación alternativa al futuro santuario en Grecia,que proponen las entidades animalistas.
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