Los 300 que retiran los escombros de la violencia
Los altercados han exigido doblar el esfuerzo laboral del servicio de limpieza en el centro de Barcelona
Son dos de los 300 protagonistas más desconocidos de los altercados en Barcelona. Han estado en la zona cero del conflicto. No son antidisturbios, ni vándalos ni periodistas: son dos operarias de los equipos de limpieza de Barcelona. La noche del domingo faenaban en el Eixample por primera vez sin el estrés de los últimos días. No quieren aparecer en los medios –“la empresa no nos lo autoriza”–. Se acercan a la edad de la jubilación y toda la vida han trabajado dando lustre a la ciudad. “Solo queremos decir una cosa: nunca habíamos vivido nada igual”, aseguran desde la experiencia, con la escoba y el capazo en mano.
El Ayuntamiento calcula que entre 275 y 350 empleados del servicio municipal de limpieza han trabajado en turnos de noche y de mañana para recuperar el centro de la ciudad de los choques violentos. Esto ha supuesto como mínimo doblar el esfuerzo laboral de la plantilla, calcula Frederic Ximeno, comisionado de Ecología. Los servicios de limpieza de los barrios más afectados están gestionados por la operadora FCC Medio Ambiente. La empresa prefiere no realizar declaraciones porque el Ayuntamiento ha concentrado las tareas de comunicación y coordinación. “El esfuerzo para poner a punto cada mañana las calles afectadas ha sido inhumano”, dice una portavoz del Área de Ecología, Urbanismo y Movilidad del Consistorio. Los daños en el patrimonio público alcanzan los 2,7 millones de euros entre contenedores —1.044 quemados o dañados—, la calzada destrozada o señalizaciones urbanas arrancadas. A ello habría que añadir los 240.000 euros en desperfectos en las estaciones de metro y de autobuses de la plaza Urquinaona, según Transportes Metropolitanos de Barcelona.
Las algaradas se reprodujeron en toda Cataluña, sobre todo en las capitales de provincia. En Tarragona, los daños superan los 200.000 euros; el sábado, su Ayuntamiento advertía en un comunicado que faltaban contenedores para reemplazar los dañados “ante la demanda de otras ciudades que han sufrido el mismo tipo de altercados”. El Ayuntamiento de Girona apunta que los desperfectos se elevan a los 40.000 euros y el de Lleida, a 144.000 euros.
Las imágenes de los altercados publicadas en los medios de comunicación reflejan el reto que afrontaban los operarios de limpieza: cascotes de piedras cubriendo Urquinaona, despojos de vehículos incendiados, cristales rotos, objetos calcinados en barricadas, mobiliario urbano destrozado y ataques con pintura.
De madrugada, una vez finalizaba el operativo policial y las cámaras de televisión desaparecían, los primeros equipos de limpieza entraban en la zona del conflicto. La madrugada del sábado, tras la noche más violenta, una pala quitanieves tenía que abrir el camino a los operarios. Ximeno añade otra novedad: para desenganchar del asfalto los contenedores quemados se han utilizado retroexcavadoras. “Empezamos alquilando dos máquinas y acabamos con nueve y formando a nuestros trabajadores para maniobrarlas”, explica Ximeno.
Contenedores sin sustituir
Los equipos de limpieza no solo han tenido que recuperar la normalidad en las zonas donde se ha producido la violencia, también han tenido que limpiar escenarios como el del lanzamiento el pasado domingo de decenas de bolsas de basura frente a la Delegación del Gobierno, o la cera de las velas que se derramó sobre el asfalto de Via Laietana el pasado martes. El consistorio barcelonés recuerda que en 2017, una manifestación con velas obligó a interrumpir el tráfico en la avenida Diagonal durante 25 horas, debido a la dificultad de retirar la cera. El millar de contenedores destrozados no se han sustituido, a la espera de que se garantice que los altercados no continúan. Los vecinos deben depositar la basura en el lugar donde están normalmente los contenedores, por lo que el trabajo diurno de recogida también ha aumentado.
Ximeno subraya el esfuerzo realizado por la plantilla: “La disponibilidad de los operarios ha sido increíble, así como la coordinación entre empresas y Ayuntamiento. Por extensión y tipología de los destrozos, no hay registro de algo así”. Ximeno cita algunos precedentes similares, conflictos vinculados al mundo antisistema, como la desocupación del Cine Princesa (1996) o los choques de Can Vies (2014).
“Desgraciadamente ha tenido que ser una situación como esta la que ha hecho visibles a unos profesionales desconocidos”, afirma Ramon Cebrián, presidente de la Federación de Servicios Públicos del sindicato UGT en Cataluña. Cebrián cree que la plantilla de limpieza ha pasado por otras situaciones de tensión, y recuerda los atentados de 2017 o la ocupación en 2011 de la plaza Cataluña por parte de los activistas del 15-M. “Los trabajadores están dando mucho más de lo normal, es una situación límite”, dice Cebrián, aunque destaca que no ha habido peligro: “Como mucho, apagar algún incendio con las mangueras”.
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