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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La erosión del consenso

La infeliz sentencia sobre el 1-O ha desencadenado una reacción de rechazo que va bastante más allá del perímetro independentista. El problema es que compartir rechazos no significa compartir propuestas

Albert Branchadell
Pasqual Maragall conversa con Artur Mas tras la aprobación del Estatut en 2005.
Pasqual Maragall conversa con Artur Mas tras la aprobación del Estatut en 2005.Consuelo Bautista

El próximo 25 de octubre se conmemora el 40º aniversario del referéndum de aprobación del primer Estatuto de Autonomía de Cataluña desde la II República, un hito de la historia contemporánea de Cataluña aunque ahora no suscite demasiado entusiasmo entre quienes deberían estar celebrándolo.

El 25 de octubre de 1979 el Estatuto obtuvo la aprobación del 88% de los votantes, un porcentaje no muy alejado del 90% de electores que un año antes habían dado su apoyo a la nueva Constitución española. El texto estatutario era depositario de un amplio consenso. Para empezar, en la “Comisión de los Veinte” que elaboró el anteproyecto de Estatuto estaban todos los partidos políticos catalanes de la época, desde Alianza Popular hasta el PSUC, pasando por UCD, la confluencia PSC-PSOE y ERC. Una vez elaborado, el anteproyecto se debatió en la Asamblea de Parlamentarios. Como explica Jaume Sobrequés en L’Estatut de la Transició, “fueron discursos de tono bastante solemne y coincidentes en que Cataluña vivía un momento histórico de gran trascendencia. Abundaron las llamadas al seny, al diálogo, a la unidad”. En la votación definitiva el texto del Estatuto fue aprobado por 58 votos a favor, ninguno en contra y la solitaria abstención del senador Lluís M. Xirinacs.

Muchos años después, el segundo Estatuto de Autonomía de Cataluña no obtuvo el mismo grado de apoyo. Para empezar, el proyecto de ley aprobado por el Parlamento en 2005 no logró replicar el hito de 27 años atrás: los 15 miembros del grupo parlamentario del Partido Popular votaron en contra del texto. Tras el trámite del Estatuto en las Cortes, otro partido, ERC, retiró su apoyo a la iniciativa y también pidió el voto negativo en el referéndum del 18 de junio de 2006. Del 88% de 1979 se pasó al 73% de apoyo.

El porcentaje más alto registrado en las encuestas no lo tiene la independencia, ni tampoco el referéndum

La sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 sobre el nuevo Estatuto y el inicio del procés sellaron el fin del consenso multipartidista en lo que se refiere al autogobierno de Cataluña. En las elecciones supuestamente plebiscitarias del 27 de septiembre de 2015 el programa rupturista de JxSí y la CUP obtuvo el 47,8% de los votos, suficiente para formar una mayoría parlamentaria pero insuficiente para legitimar el unilateralismo que presidió la actuación del bloque independentista en octubre de 2017. En las elecciones del 21 de diciembre de 2017 la suma de JXCat, ERC y la CUP no logró superar su propio listón y se quedó en el 47,5% de los votos. Del 88% de 1979 y el 73% de 2006 a menos del 50% en 2015 y 2017: las cifras cantan.

Visto que el independentismo más o menos unilateralista no concita el consenso de la sociedad catalana, ¿hay algo que lo haga? La infeliz sentencia del Tribunal Supremo sobre el juicio del 1-O ha desencadenado una reacción de rechazo que va bastante más allá del perímetro independentista e incluso reverbera en la prensa internacional (Financial Times: “Las condenas a prisión no pueden resolver la crisis de Cataluña”). Este rechazo ya se podía prever con los datos de la encuesta Ómnibus del CEO del pasado mes de septiembre. A la pregunta de si consideraban justo el encarcelamiento y exilio de los políticos catalanes, el 68,6% de los encuestados respondieron negativamente. El problema es que compartir rechazos no significa compartir también propuestas.

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Las propias encuestas del CEO ofrecen algunos elementos para la reflexión en este sentido. Por un lado, en el Ómnibus citado, el 67,8% de los entrevistados responden que están muy de acuerdo o bastante de acuerdo con la idea de celebrar un referéndum para que los catalanes y catalanas decidan qué relación quieren mantener con España. Por el otro, en el último Barómetro de Opinión (julio de 2019), cuando se les plantean diferentes posibilidades de relación entre Cataluña y España, solo el 34,5% de los entrevistados opta por la independencia. Y, puestos en la disyuntiva de tener que decir sí o no a ese escenario, solo el 48,3% opta por el adverbio afirmativo. El porcentaje más alto registrado en estas encuestas no lo tiene la independencia, ni tampoco el referéndum. En el Ómnibus de septiembre el podio lo ocupa el 76,6% de los que, de un modo u otro, apoyan “una política de diálogo y negociación”, frente a un exiguo 11,3% que aboga por “una política unilateral por parte del Gobierno de Cataluña”. Pregunta: ¿tomará nota Torra?

Albert Branchadell es profesor de la Facultat de Traducció i Interpretació de la UAB.

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