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Es arte, pero en esta exposición no hay obras de arte

La muestra 'Intangibles' recoge nueve instalaciones tecnológicas que interpretan piezas de arte de la colección Telefónica

Experiencia tecnológica basada en la obra de Paul Delvaux, dentro de la muestra 'Intangibles', de Fundación Telefónica.
Experiencia tecnológica basada en la obra de Paul Delvaux, dentro de la muestra 'Intangibles', de Fundación Telefónica.

En la exposición Intangibles las obras de arte brillan por su ausencia. Al menos literalmente. En la muestra hay relevantes trabajos de Juan Gris, Eduardo Chillida, Antoni Tàpies, María Blanchard, Roberto Matta, René Magritte, Paul Delvaux o Joaquín Torres García, pero todos han sido reinterpretados a través de la tecnología. El resultado son nueve instalaciones donde los cuadros han sido sustituidos por formatos digitales: 3D, videomapping, fotogrametría, desarrollo de software, pintado digital o realidad virtual. La Fundación Telefónica (Fuencarral, 3; hasta el 23 de febrero de 2020; entrada gratuita) ha seleccionado las “joyas de la corona” de su colección para este proyecto que se expone simultáneamente en ocho ciudades del mundo: Madrid y otras siete urbes de Latinoamérica (México, Lima, Bogotá, Quito, Mar del Plata, Santiago de Chile y Montevideo).

Durante un año, visitantes de todas las ciudades donde está presente la Fundación, artistas digitales y tradicionales, empresas tecnológicas y público de diferentes perfiles han sido involucrados en todas las fases del proyecto a través de talleres y dinámicas. El objetivo era implicarles en el diseño de experiencia (design thinking) y descubrir qué es lo que busca un visitante del siglo XXI cuando visita una exposición de arte. “Reflexionar sobre cómo la revolución digital ha impactado en la manera de acercarse al arte”, explican desde la Fundación Telefónica.

Uno de los trabajos de Intangibles donde se puede casi tocar la obra Homenaje a la Mar III de Eduardo Chillida mientras se escucha el oleaje de fondo.
Uno de los trabajos de Intangibles donde se puede casi tocar la obra Homenaje a la Mar III de Eduardo Chillida mientras se escucha el oleaje de fondo.

“Cuando preguntábamos qué esperarían de una exposición digital, se repetían continuamente algunas palabras: emocionarse, participar y aprender”, explica Laura Fernández, responsable de colecciones y exposiciones de Fundación Telefónica y coordinadora del proyecto. El público “nos decía que quería entrar en las obras, en la mente del artista para entenderlo”, continúa. Dicho y hecho, pues ese es el objetivo final de Intangibles.

El artista digital Daniel Canogar, que ha colaborado con Intangibles, considera que el mundo ha cambiado por completo debido a la tecnología y “el arte no es una excepción”. En su opinión, las colecciones de museos o los archivos de las bibliotecas “están obsoletos”. “La realidad es que nuestra memoria es inmaterial: buscamos en Google, nos informamos en YouTube, por eso hemos querido replantearnos el concepto de una exposición de arte dentro del paradigma digital contemporáneo”, dice Canogar. Así, en Intangibles se permite amplificar las sensaciones que produce el arte. Aunque el visitante no vea la obra original físicamente, sí que se produce una experiencia —una vivencia— concreta.

Una visitante tocando 'Construcción en blanco y negro' de Joaquin Torres García.
Una visitante tocando 'Construcción en blanco y negro' de Joaquin Torres García.

Un ejemplo: la integración con la escultura Homenaje al mar III de Chillida. En la muestra se pueden apreciar los detalles del alabastro esculpido por el artista: se ven en una gran pantalla cóncava a la vez que acompañan los sonidos envolventes del mar. En otra obra, gracias a la fotogrametría y la impresión 3D, se permite el paseo dentro de una versión digital del cuadro Ensamblaje y graffiti de Tàpies.

Con la obra de Juan Gris abre el capítulo cubista y musical de la exposición. “Su marchante decía que sus cuadros eran composiciones musicales”, explica Fernández mientras toca los trastes de una guitarra que aparecen sobre el cuadro. Un sistema de rayos infrarrojos capta el movimiento de la mano y con cada sacudida resuena una canción diferente. Mientras, aparecen planos de su obra. Con esta obra quedan explicadas las bases del cubismo: desaparece la perspectiva y la realidad se muestra fragmentada.

La exposición también permite interactuar con la obra de María Blanchard, la única mujer con obra en la Colección Telefónica, formada por 1.400 piezas y que se inició en los años ochenta con la finalidad de promover el reconocimiento de varios artistas españoles poco representados en los grandes museos.

A través de una mesa con una lámina que utiliza la misma tecnología que la pantalla de un móvil, el público puede mover los objetos de tres de los bodegones de Blanchard. También crear el suyo propio. Son gráficos 3D en tiempo real que, como en un videojuego, generan la sensación de que los objetos se mueven dentro del cuadro. “Es como tocar el cubismo: el artista coge un objeto y lo mira desde distintos puntos de vista”, indica Fernández.

Si el surrealismo pasa por dejar que el subconsciente fluya sin ningún tipo de filtro, profundizar en la obra de Roberto Matta es empaparse de surrealismo. Matta se dejaba llevar por la “pintura automática”: “Permitir que la mano vaya sin ningún control”, apunta Fernández. Justo eso es lo que harán los visitantes: usar unos pinceles digitales para dejarse llevar por Morfología psicológica, el paisaje mental de Matta expuesto aquí. “Intangibles es un proyecto disruptivo y de carácter global”, explican desde la Fundación, “y que además trasciende el espacio-tiempo”.

Una pareja en la sala dedicada a la obra de Juan Gris.
Una pareja en la sala dedicada a la obra de Juan Gris.

La exposición podrá visitarse en la tercera planta del Espacio Fundación Telefónica (calle de Fuencarral, 3) del 11 de octubre al 23 de febrero del 2020.

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