Desde el fondo del Mar de las Conciencias
‘A anulación do suxeito nº 2’, una toma de conciencia multidisciplinar para conmemorar el 20º aniversario del Aquarium Finisterrae
Los museos científicos de A Coruña han celebrado jornadas de puertas abiertas por la festividad de San Juan. En el caso del Aquarium Finisterrae estas jornadas tenían un doble sentido, por coincidir con el 20º aniversario de su fundación. Para celebrarlo se programó A anulación do suxeito 2, una performance que surge apoyada en tres columnas esenciales: los textos y figuras de Xosé Manuel Barros; la dramaturgia de Pablo López, con su voz y la de Carlos Vilarino, y la música de Pianeiros.
Mar de Fábula es un activo grupo medioambiental que, en palabras de Barros, se dedica fundamentalmente a “limpiar el mar que baña las costas de Galicia”. La asociación es así “una pieza más dentro del mecanismo global que trabaja por la limpieza y conservación de los océanos”. Una limpieza que, como resultado de su actividad, produce también ”la integración de la basura marina en diferentes formas de expresión artística”, como la performance llevada a cabo en el Aquarium Finisterrae o las hermosas figuras empleadas en ella y realizadas por el propio Barros.
El acto celebrado en el acuario coruñés seguía un guión de Pablo López, como continuación de una acción llevada a cabo en 2018 en el Museo Man, de Camelle. El objetivo común a ambas es “hacer hincapié en la urgencia que requiere la limpieza o limitación de la contaminación de nuestro entorno” que revele los “errores que todos nosotros cometemos diariamente” y que “están llevando a nuestro planeta a la destrucción total”
El equilibrio
Y, como tercera columna, esa que proporciona el sencillo pero perfecto equilibrio en un plano, la música. Pianeiros es una asociación nacida en 2014 para “apoyar la formación de los jóvenes pianistas gallegos y acercar el repertorio del piano a nuevos públicos”. Su presentación pública tuvo lugar en 2017 en el tristemente desaparecido MAC de A Coruña. Entre sus objetivos, citados por su presidenta, la pianista y profesora Nuria Díaz Mera, figura también que “el poder de la música, el lenguaje de las emociones más puras, haga llegar el mensaje por nuevos canales: directo a los corazones”.
La música de A anulación do suxeito 2 ha sido objeto de un proceso de selección realmente laborioso, ya que el “modus operandi” de Pianeiros no es pedir a los socios que participan una serie de piezas que se adapten al guión de la performance. Por el contrario, la asociación hace una convocatoria “abierta a todo el que desease participar” y posteriormente la directora artística, Nuria Díaz Mera, y su codirectora musical, Julia Cristina López Rodríguez, idean “soluciones para poder incluir las obras propuestas en función de la trama”. Porque, como dice Díaz Mera, se trata de que los jóvenes músicos “puedan mostrar su trabajo, no de darles trabajo extra”.
A anulación do suxeito 2 es un grito de socorro de los mares lanzado a las conciencias de los espectadores, cuya participación se propone al inicio del acto. La figura del “sujeto” (Pablo López) sentado inmóvil y soportando estoicamente ser cubierto de todo tipo de objetos es todo un símbolo de de la agresión humana a la mar y de cómo esta se defiende en silencio, depositando esos restos en sus costas.
Las leyes del Caos
La fábula narra cómo “en la más remota de las profundidades, a cientos de siglos de distancia, las leyes de Caos están dictando las normas de una Nueva Segunda Creación” en la que cada uno de los pequeños trozos de plástico reconocen su afinidad química que dará lugar a “nuevos seres, extrañas criaturas caóticas, tímidas, inseguras…”
Y la música. Suena la primera -de Johann Sebastian Bach ¿de quién si no?- y Brahms, con la que uno se sentiría “viviendo una perpetua síncopa” por su gran fuerza rítmica. Esa con la que Emma Cabañas comienza su actuación, sinuosa y flexible como el movimiento de una anguila e ingrávida como una burbuja. Escuchamos un estudio de Czerny (son pianeiros, claro) y sigue apagándose la luz de los tanques del acuario; el ser humano oscurece la vida del planeta.
Tras Prokofiev llega Beethoven, el sordo sublime. Pero su música ha de luchar contra las deformaciones del sonido natural del piano, el único que conoció antes de que el mundo se silenciara para él. Las tapas de plástico que invaden las playas desfiguran la pureza sonora haydniana. Todo se deforma, todo se retarda.
Beethoven lucha denodadamente en manos de nuestras pianeiras pero “una marea creciente de animales de plásticos multicolores… está llegando a las playas, subiendo por los acantilados”. La bailarina se acompaña de una libélula gigante -de naturaleza y origen tan intrigantes como atractiva de forma- que deposita a los pies del sujeto; tal vez como un conjuro contra su anulación. Burmüller y Diabelli luchan con las tapas de plástico; su música gira y se revuelve con firmeza; el sujeto recibe nuevas ofrendas de la bailarina.
La música continúa, los pianeiros y pianeiras nunca se rinden. Los diferentes sonidos del piano van naciendo de sus dedos sobre las teclas del piano y de sus manos, que pulsan o golpean las cuerdas directamente o con diversos objetos. Porque el piano es un instrumento de posibilidades infinitas que hay que descubrir día a día, como estos intrépidos y jóvenes intérpretes hacen de mano de sus profesores. Nuevos sonidos, últimos mensajes de las voces; Chopin; la oscuridad se adueña del espacio escénico, Schumann, Debussy…
La música ilumina el espacio sonoro, despierta conciencias; hace renacer esperanzas. El sujeto es liberado de la basura por las pianeiras y pianeiros. Todos y cada uno de quienes asistimos a la performance recibimos el grito de socorro de la mar. Ojalá este grito dé sus frutos de concienciación y actividad tan positiva a su favor como combativa frente a la invasión química de los espacios naturales.
Toda la música de este acto ha sido interpretada por jóvenes en diferentes fases de su formación. Se atribuye a Beethoven una frase que viene a decir que una nota equivocada carece de importancia; pero tocar sin pasión es imperdonable. Y solo podremos valorar el esfuerzo y dedicación de los pianeiros y solo gozar con su satisfacción por el trabajo realizado si somos capaces de comprender su disgusto cuando surge algún fallo en el trabajo llevado a cabo. Porque este malestar que sienten demuestra un coraje que les resultará imprescindible a lo largo del desarrollo de sus estudios musicales. Y cada vez más, a lo largo de su vida personal y profesional, se dediquen a lo que se dediquen de adultos.
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