La última gran aventura de los Madelman
Una exposición en Barcelona recuerda a los populares muñecos articulados que lo podían todo
“¡Enviaremos un hombre a Marte, otro al Aconcagua y otro al fondo del océano!”, decía entusiasmado un niño. “¿Y podrán?”, apuntaba su hermano pequeño. “¡Los Madelman lo pueden todo!”, zanjaba el primero. Era uno de los primeros anuncios en televisión en los años sesenta de los famosos muñecos articulados “dispuestos para la acción” que marcaron toda una época y a una generación entera, convirtiéndose en juguetes de referencia en España como lo pudieron ser en su momento el Fuerte Comansi, la Nancy o el polisémico Tren Payá,
Los Madelman lo podían todo, efectivamente, pero no han resistido el paso del tiempo y han quedado confinados a la nostalgia y al coleccionismo. Ahora, una exposición los rescata del baúl de los viejos juguetes para hacerles vivir por todo lo alto una última gran aventura. Compuesta por 150 Madelman originales comercializados entre 1968 y 1983 (cuando acabó la producción), incluidos algunos modelos que emocionarán a más de uno (“¡Dios mío, si está el explorador polar de mi primera comunión!”), la muestra, que se exhibe en L'illa Diagonal hasta el 27 de julio, es un verdadero homenaje a los valientes hombrecillos con los que vivimos tantas cosas.
La exhibición tiene un sustancial apartado dedicado a repasar la historia de los Madelman, las campañas de publicidad, las míticas cajas, individuales, de equipo básico, de súper equipos o de misiones completas, los accesorios (¡el helicóptero!), y otro material. Se puede ver una serie de hombrecillos sin ropa (“ves como llevaban calzoncillos”, anotaba una chica) que permiten observar cómo estaban hechos. Muy entrañables son los folletos que explican cómo jugar con ellos: “Ya tienes tu Madelman, instrucciones para conseguir el máximo realismo en su manejo”. Muy interesante es la cronología (al principio los ojos eran pintados, Madelman no tuvo compañera hasta diez años después y pies solo desde el 76). En cuanto a otros muñecos, a Madelman le precedió el Daniel Bravo y fue contemporáneo del Big Jim (1974) y el Geyperman (1975) .
La parte sensacional de la exposición es la de los nueve escenarios en vitrinas de las aventuras temáticas de los Madelman. Es lo que todos soñábamos: ahí está el gran diorama Safari, con el jeep blanco, el cazador con salacot, el ascari negro, los monos, las jaulas; el de Canadá, con los tramperos, los policías montados; o el de investigación submarina, con los hombres rana y los buzos, los tiburones y el pulpo. Las tropas de montaña, los esquiadores, los espeleólogos, los astronautas están también. El escenario Oeste reúne a los indios con su tipi, mineros, forajidos, el sheriff. Otro diorama es una isla del tesoro, con los piratas cavando, y en otro más que representa un portaviones están los marineros alineados en cubierta. El gran escenario es el de la guerra, con trincheras, la artillería y treinta Madelman dándolo todo en un ambiente de Hazañas Bélicas.
¿Apelación a la nostalgia? “No, no, hemos hecho lo que nos gustaría haber podido montar de pequeños cuando jugábamos con ellos”, explica José María Padilla (1966), miembro del colectivo de coleccionistas La Catifa Vermella que ha cedido sus Madelman para la exposición. “¿El más popular?, depende a quién le preguntes. Quizá el cazador, o el explorador polar y los militares, con tantos complementos”. ¿Son negocio hoy? “No, uno en buen estado rondará los 90 euros; en realidad solo interesan a los que habíamos jugado con ellos. Los Madelman morirán con nosotros”.
Cazadores, asistentes negros y soldados
"Hoy resultan del todo políticamente incorrectos", suspira el coleccionista Padilla. "Con cazadores que llevan rifles y colmillos de marfil, negros que hacen solo de ayudantes y soldados con muchas armas. Eran un reflejo de la época, claro". ¿Obsoletos? "Sería imposible resucitarlos, los niños de hoy no jugarían con ellos". ¿Estaban bien hechos? "Relativamente, se les rompían los pulgares y entonces no podían agarrar las pistolas". La exposición incluye los astronautas, que se hicieron inicialmente con motivo de 2001, una odisea del espacio, colocados junto a un monolito. Sólo figuran dos Madelman costumizados, Tarzán y Jane. ¿Quedan muchos Madelman? "Depende", responde el coleccionista, "se fabricaron millones, hoy debe haber haber bastantes olvidados en los altillos de las casas. Confiemos que salgan a la luz".
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