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The Richard Channin Foundation, la fiesta fin de siglo del arte contemporáneo

Una exposición en Sevilla revisa los orígenes del colectivo y su papel determinante para el desarrollo del arte en el siglo XXI

Amalia Bulnes
Los artistas Miki Leal (c), Juan del Junco (d) y Fernando Clemente (i), junto a la obra 'Patrulla RHC' presente en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC).
Los artistas Miki Leal (c), Juan del Junco (d) y Fernando Clemente (i), junto a la obra 'Patrulla RHC' presente en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). PACO PUENTES (EL PAIS)

Tenían poco más de 22 años, recién dejaban atrás sus estudios en una "decimonónica" Facultad de Bellas Artes de Sevilla, y a su imperiosa necesidad de transgredir unieron sus ganas de hacer del arte una fiesta. Juan del Junco (Jerez de la Frontera, 1972), Miki Leal (Sevilla, 1974) y Fer Clemente (Jerez de la Frontera, 1975) se convirtieron de repente, de pura admiración y sentido lúdico del arte, en aquellos chavales que cerraban, cada noche, las inauguraciones de sus artistas más venerados en las galerías más importantes de la ciudad. Eran gente divertida, desacomplejada e inquieta. Confundían, pretendidamente, su ambición artística con las ganas de pasarlo bien. Poseían una ilusión desbordante, inocencia, desparpajo y una inusitada capacidad de seducción que llegó a atrapar a sus máximos referentes. Cuando el pintor Luis Gordillo (Sevilla, 1934), padre incuestionable de las vanguardias artísticas nacionales, puso sus ojos en ellos -para ejercer un padrinazgo que aún hoy continúa-, el fenómeno ya se había producido: nacía la Richard Channin Foundation.

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Abanderaban una estética cutre, a la que ellos denominaban chana, mezclaban géneros sin pudor -performances, fotografía, pintura, vídeos e instalaciones- y fueron transgresores desde su propio enunciado, donde se encuentra encerrada toda la carga genética del colectivo: "El nombre del grupo es casi un juego de palabras. Nosotros cultivamos una estética que denominamos chana y, además, hemos crecido amamantados por la televisión, con series como Falcon Crest, así que decidimos aprovechar la coincidencia del nombre de uno de los personajes más malvados de la serie", explicaba Miki Leal en 1999 en una entrevista concedida a El País.

Veinte años después de aquel fenómeno que vendría a cambiar para siempre tanto la estética como las relaciones humanas y conexiones artísticas en el panorama plástico nacional, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla (CAAC) les dedica una exposición, "de eminente carácter historiográfico", para explicar que The Richard Channin Foundation "no fue un fenómeno aislado, y tampoco es solo un colectivo, sino toda una generación que maduró en plural. Su ilusión significó un cambio con todo lo anterior", explica el comisario de la muestra, el historiador y periodista Sema D'Acosta, para quien la fortaleza de estos artistas residía en que "creían en la complementariedad antes que en la competencia, por lo que trabajaban de manera solidaria sin pensar en estrategias ni en rivalidades".

Pero también es clave ese punto de descreimiento y desvergüenza que planea a lo largo de toda la exposición. "Durante esos años, se corre la voz y hay galeristas de Madrid y Barcelona que vienen a Sevilla a verlos", recuerda D'Acosta. La primera fue Magda Bellotti, que acababa de cerrar su galería del Campo de Gibraltar para establecerse en Madrid. "Nos preparamos unos dosieres muy concienzudos, con imágenes de todos nuestros trabajos, para que los viera. Pero cuando se los entregamos, nos dijo: ¡No, pero si lo que yo quiero es que me montéis una fiesta en la galería!", recuerda entre risas Fer Clemente. Y es que "el fenómeno Channin siempre ha estado por encima de sus obras, es un hecho sociológico que superaba en muchos casos la faceta artística del grupo", analiza el comisario de la exposición: Un triunvirato que se convirtió en motor de arranque, núcleo dinamizador y principio aglutinante de las motivaciones de muchos de los artistas de su generación.

The Richard Channin Foundation duró apenas un lustro, el tiempo necesario para que cada uno de sus integrantes fuera capaz de volar en solitario, pero durante todos aquellos años su estudio en la capital hispalense fue un eje catalizador de todo el talento artístico que, desde Sevilla, marcaba las pautas de la nueva escena plástica nacional y que, en la edición de la Feria ARCO del año 2004, ya fue bautizada como la "Generación del 2000".

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Por ese estudio abierto al público desfilaron "otros creadores bien considerados que igualmente emergieron en ese momento alrededor del fenómeno de la Channin, caso de José Miguel Pereñíguez, Rubén Guerrero, Mariajosé Gallardo, Cristóbal Quintero, Javier Parrilla, Norberto Gil, Ramón David Morales o Manolo Bautista, entre otros", recuerda el comisario. Es así como este colectivo, sin saberlo y sin pretenderlo, se podría inscribir "en una de las corrientes artísticas internacionales más conspicuas de finales del siglo XX, la denominada estética relacional establecida por Nicolas Bourriaud", apostilla Sema D'Acosta. Ante la falta de perspectivas, referencias y apoyo institucional, The Richard Channin Foundation construyó sus propios puentes y creó sus propias dinámicas, siempre de acogida y descubrimiento de nuevos artistas.

La exposición, de eminente carácter narrativo y documental, está planteada a la inversa, desde el punto final de la experiencia, que tiene como detonante la salida de Miki Leal del estudio en el centro de la ciudad para establecerse en solitario en el barrio de Triana, hasta sus orígenes. En la primera parte se muestran sus obras emblemáticas, entre las que destacan la instalación La custodia del cubata, "quizás el cubata sea el elemento más relacional que exista", reflexiona Fer Clemente, y las piezas que compusieron su única exposición conjunta en la galería Cavecanem de Sevilla en el año 2001. "Allí lo importante no era lo que colgaba de las paredes sino el movimiento que se estaba generando", recuerda Clemente.

"Los artistas somos unos guerreros solitarios, y ahora mismo estamos en esa etapa, pero es importante saber y recordar que hubo un momento en el que lo importante era pertenecer a un clan, el del arte contemporáneo, y poder cambiarlo. Veníamos de estudiar en una facultad decimonónica, anacrónica", protesta Juan del Junco, "y nos vimos en la necesidad de reaccionar". 20 años después, ya son historia.

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