Miki Leal, el ‘embaucador’ plástico
El artista traslada su iconografía personal a la cerámica en su primera individual en el CAAC
Un colmillo de elefante que el tío misionero trajo de África, las corbatas de su padre, un paño de cocina, el juego chino del Tangram o su polo favorito perfectamente doblado... el mundo más personal de Miki Leal (Sevilla, 1974) ha salido de sus pinturas para hacerse corpóreo en una serie de bodegones de cerámica. El milagro de la tridimensionalidad se ha producido gracias a la invitación que el artista, uno de los más destacados creadores andaluces que ha dado la década de los 90, recibió del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) para presentar una muestra individual. Plato combinado, que así se titula la exposición que se inaugurará el martes 29 de octubre en Sevilla, reúne tres grandes instalaciones, medio centenar de pinturas sobre papel y siete conjuntos de piezas de barro cocido y esmaltado.
Todo, salvo dos o tres pinturas fechadas el pasado año, está realizado en 2013 y se exhibe por primera vez. Plato combinado, el tríptico que da nombre a la muestra, resume perfectamente el modus operandi de Miki Leal: un profundo respeto por la Historia del Arte, grandes dosis musicales, mucha ironía y un punto gamberro.
“Me he limitado de disfrutar de la pintura, sin ataduras, olvidándome de los prejuicios que acompañan a algunos géneros. He disfrutado como si fuera un pintor dominguero”, confiesa el artista que en esta pieza reúne tres géneros: bodegón, paisaje y retrato. Miki Leal pasa la semana previa a la inauguración trabajando en la capilla de afuera del monasterio de la Cartuja, sede del CAAC, en la instalación Inventario aproximado, una de las obras más ambiciosas de la muestra y que realiza en colaboración con Cristóbal Quintero (Pilas, Sevilla, 1974).
El creador retoma los grandes géneros como “un pintor dominguero”
“Estas rarezas no te salen sino es colaborando con alguien. Nosotros estuvimos juntos en Bellas Artes en Sevilla y compartimos las inquietudes de nuestro trabajo constantemente”, apunta Leal, quien hace seis años se mudó a Madrid, un paso que le ha facilitado sacar su obra fuera de España. La espontaneidad y el desparpajo de Miki Leal —cualidades que posee profesional y personalmente— sumadas a la originalidad y armonía compositiva de su obra han impulsado su carrera de forma meteórica desde que realizó su primera muestra individual, Proyecto para un oasis, en la Galería Isabel Ignacio de Sevilla (2000).
Además de decenas de exposiciones colectivas, en lo que va de siglo, Leal ha realizado exposiciones individuales en Alemania, Italia, Estados Unidos y Filipinas. En España ha trabajado con galerías como Fúcares, Rafael Ortiz, Benveniste, Magda Bellotti, Mercedes Delicado o Cavecanem. “Hasta ahora he vendido todas las individuales enteras. Nunca pensé que era algo raro, solo me planteaba: si sigo así, en este estado de buena esperanza, será estupendo. Pero ahora nos hemos dado cuenta de que vivíamos un espejismo, en España se abrieron cientos de museos y todo el mundo vendía. Actualmente da igual que seas un artista de éxito, porque el sistema es muy complicado y tú eres el último que cobra; aunque tienes que adelantar dinero continuamente para la obra, donde no puedes escatimar”, argumenta Leal, cuyas creaciones han llegado a museos como el Reina Sofía de Madrid, el Patio Herreriano de Valladolid, el Artium de Vitoria y el CAAC; además de estar presente en las colecciones de las fundaciones Focus Abengoa, Coca Cola y Unicaja, entre otras.
A pesar de que Plato combinado, comisariada por Sema D'Acosta y que estará abierta hasta el 2 de febrero, ha sido producida casi en su totalidad para el lugar en el que se muestra, sintetiza el universo creativo de Leal. “Aunque toda la producción es actual, la muestra funciona casi como una retrospectiva. Alguien que no conozca mi trabajo puede leer muy bien las etapas por las que he ido pasando”, afirma el artista quien, siempre dentro de la figuración, se siente ahora atraído por la geometría como puede comprobarse en la instalación múltiple Inventario aproximado. La otra importante novedad en su trayectoria es la cerámica, para cuya elaboración ha contado con la ayuda de la ceramista Marga Méndez. La idea de trabajar el barro surgió como recuerdo de la etapa en la que la Cartuja fue sede de la fábrica de loza de Pickman.
Inventario aproximado, en el que colabora con Cristóbal Quintero, es un recorrido por la Historia del Arte y su relación con la ciencia cargado de sarcasmo. “Vamos desde el ombligo del mundo”, explica Quintero señalando una fotografía de la Giralda de Sevilla, “hasta el sumidero del mundo”, añade irónico al mostrar una superficie con un agujero por el que se cuela la modernidad. Una instalación, que Miki Leal define bromeando como “bricolaje de albañil-artista”, y que convive con el imponente altar barroco de la capilla de afuera. La obra está plagada de referencias a Zurbarán, Sánchez Cotán, Friedrich, Matisse o Picasso; pero también contiene guiños a sus coetáneos como Juan del Junco, con quien —junto a Fer Clemente— Leal creó en 1999 la Richard Channin Foundation, un equipo que se convirtió en laboratorio para futuras aventuras. La muestra incluye, también junto a Quintero, M² + C², una intervención en el patio del monasterio que conecta el cenotafio de Cristóbal Colón con el ombú que, según la leyenda, plantó su hijo Hernando.
Fruto también de otras colaboraciones —porque para Leal, compartir es crecer—, puede verse el vídeo El buceador, una introspección muy sentimental en el universo del recientemente desaparecido escritor y crítico de arte Kevin Power. Su infancia en la casa de Los Pencales, su relación con el arte y la inmersión geométrica motivada por su reencuentro con el tangram marcan las distintas etapas de la exposición, un nuevo peldaño en la carrera de este embaucador plástico.
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