Va de (arquitectura) retro
Un libro del periodista Òscar Dalmau recupera las artes aplicadas en edificios de la Barcelona de los años cincuenta y setenta, de las fachadas a los vestíbulos
Barcelona cuenta con un buen número de edificios que atraen a miles de personas. Otros, tan únicos como los creados por Gaudí, Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner y Mies van der Rohe, no son conocidos más allá de los vecinos que viven en ellos. Pero siempre hay personas empeñadas en dar a conocer este patrimonio semioculto. Es el caso del comunicador televisivo Òscar Dalmau, apasionado de la arquitectura y de las artes decorativas, que acaba de publicar Barcelona retro. Guia d’arquitectura moderna i arts aplicades a Barcelona. 1954-1980 (Gustavo Gili), en el que recoge 50 de las fotografías que ha realizado en los últimos siete años de vestíbulos, escaleras, entradas de aparcamientos, tipografías y fachadas de edificios de la Barcelona de esos años.
“Mi vocación frustrada es la de ser arquitecto. La idea nace de mi obsesión por detenerme durante mis paseos por la ciudad y fotografiarlas para Instagram”, reconoce Dalmau, que se ha decantado por estas décadas que han dejado ejemplos “de edificios que cuentan con un plus: trabajos decorativos de artes aplicadas que fusionan la sencillez moderna y el poder de fascinación”.
“Hace un par de años, desde la editorial Gustavo Gili me sugirieron que esas imágenes de un momento poco documentado podían tomar forma de libro introduciendo itinerarios y así poder visitarlos. Al final, el centenar de sitios previstos quedaron en la mitad”, resalta Dalmau. Entre los lugares incluidos: el mural cerámico del vestíbulo de la estación de metro de plaça Catalunya (por donde cada día pasan miles de personas sin apreciarlo) de Francesc Albors, Maria Bofill y Elisenda Sala; la coctelería Kahala (Diagonal, 537) y los restaurante Flash Flash y Il Giardinetto, de Federico Correa y Alfons Milà (los dos en Granada del Penedès), el vestíbulo del edificio Sandoz-Novartis (Gran Vía, 764), el diseñado por José Antonio Coderch (Johann Sebastian Bach, 11) en la que se realizó una colla de ocho sardanistas de madera y hierro o el magnífico mural cerámico de guerreros medievales creado por Jordi Aguadé con destreza a la hora de crear sus coloristas indumentarias (Consell de Cent, 204).
“Muchos vecinos no son conscientes de lo que tienen y como la mayoría de estos interiores están desprotegidos cualquier día pueden desaparecer”, explica. Como en el edificio Constelación (Diagonal, 493), donde el vestíbulo ha sido reformado por completo y solo se han conservado unas esculturas de corte clásico, “pero se han cargado todo el encanto”. En otros, ha habido más suerte. Como en la Casa del Braus, de Antonio de Moragas (Gran Via, 798-812) que pidió a su amigo Francesc Català-Roca que decorara los techos de los balcones y las tres escaleras con fotos de las corridas de toros de la cercana Monumental. Otro edificio de Moragas y Francesc de Riba (Vía Augusta, 128) “tiene el vestíbulo que me roba el corazón. Es el número uno para mí por cómo se ha empleado el hormigón de las columnas, la madera de los buzones, el ladrillo y la cerámica vidriada”. Es la foto de la portada del libro.
Entre los autores más presentes está el escultor Josep Maria Subirachs. “Trabajó mucho decorando escaleras a base de panelar paredes de vestíbulos creando relieves con cerámicas y hormigón. Te empapas de su obra paseándote por Barcelona”, explica Dalmau, que considera su libro “un homenaje a ceramistas, mosaicistas y vidrieros; trabajos injustamente olvidados de oficios que están a punto de perderse y considerados de artistas menores”.
Las redes sociales están en el origen de este libro de formato cuadrado, como las fotos de su cuenta @philmusical. “Mucha gente dice que las redes sociales son un error. A mí me han abierto un campo de conocimiento brutal, ya que tras publicar las fotos mucha gente se ha puesto en contacto conmigo para darme información. Sacar la cabeza por la tele me ha podido ayudar, pero cualquier persona que hubiera mostrado interés por un mural o una decoración habría despertado la simpatía de la familia de quien lo creó”.
Iglesias modernas
Dalmau, sorprendido por la aceptación de su primer libro, no descarta un segundo con otros tantos edificios e interiores que han quedado fuera del primero, del que destaca que no hay ningún edificio de Oriol Bohigas. “No soy arquitecto ni historiador del arte, pero este es un libro que me hubiera gustado encontrar en una librería. Los arquitectos escriben libros para arquitectos, pero hay pocos libros didácticos sobre el tema. Soy un arquitecto frustrado y me dirijo a gente que tampoco lo es”.
Otro posible libro sería el de las iglesias modernas creadas en Cataluña tras el Concilio Vaticano II. “Me sorprende cómo en un mundo tan conservador como el de la Iglesia se construyeron edificios tan osados, templos de hormigón de estructuras increíbles que a veces parecen ovnis. Los capellanes debían flipar con esas imágenes de finales de los cincuenta y sesenta, modernísimas, pero que dan miedo”.
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