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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pulso final entre Colau y Maragall

Las expectativas de Valls se han desplomado: salió como un globo y como un globo se ha desinflado

Milagros Pérez Oliva
Ernest Maragall, Elsa Artadi y Ada Colau en uno de los debates electorales.
Ernest Maragall, Elsa Artadi y Ada Colau en uno de los debates electorales. Massimiliano Minocri (EL PAÍS)

Firmemente anclada en la izquierda, a pocos días de las elecciones municipales la batalla por la alcaldía de Barcelona se dirime entre Ada Colau y Ernest Maragall, con ventaja para el segundo. Eso es lo que indica la encuesta que este diario publica, y que corrobora la media ponderada de las encuestas publicadas hasta ahora. Dado el margen de error que todo sondeo tiene, la situación es de empate técnico entre la alcaldesa y el aspirante, pues ninguno de ellos se desmarca lo suficiente de su contrincante como para aventurar, con el nivel de indecisos que todavía queda, de qué lado se decantará la balanza.

Lo que sí está claro es que gane quien gane, si quiere estabilidad, tendrá que pactar y es posible que no le baste con el apoyo de una sola fuerza política. La encuesta certifica el ascenso limitado de Jaume Collboni y el desplome de las expectativas de Manuel Valls, que salió con mucho ruido y de momento parece que debe darse por satisfecho si mantiene los resultados que Ciudadanos obuvo hace cuatro años. Su candidatura subió como un globo y como un globo se ha desinflado.

La pugna continúa pero lo determinante va a ser quién quede en primer lugar aunque sea por unas décimas. Hasta ahora Colau se ha situado en el centro de la campaña como principal figura a batir. “Todos contra Colau” parecía ser el lema de los primeros debates. Sus oponentes se han empleado a fondo intentando desgastarla, pero conforme las encuestas han ido marcando una ligera ventaja para Maragall, las estrategias se han reajustado y los demás candidatos dirigen ahora sus ballestas dialécticas hacia el alcaldable republicano, incluido sus socios en el Gobierno en la Generalitat, los exconvergentes de Junts per Catalunya.

Esta última semana será decisiva porque activará la dinámica de juego de billar que toda elección tiene desde que la profusión de sondeos permite hacer cálculos con los eventuales resultados y cábalas con las posibles alianzas.

Dado que hay dos ejes divisorios, el identitario y el ideológico, y varias fuerzas políticas en pugna en cada uno de ellos, resulta muy difícil aventurar cómo puede jugar en este caso el voto útil. Los votantes del bloque soberanista se encontrarán con el dilema de ser fieles a su sigla o apoyar a Maragall para garantizar que el Ayuntamiento esté gobernado por un alcalde independentista. ERC le saca mucha ventaja a JxC y por tanto, ya se ha producido un importante corrimiento. Pero la victoria de Maragall depende de que arrastre votos dentro del bloque. El espacio convergente sabe que ERC pretende consolidar el sorpasso de las últimas legislativas y afianzarse a su costa como la fuerza hegemónica del soberanismo, y se resiste sin disimulo, aún a costa de resquebrajar la unidad del Gobierno catalán. Resulta muy ilustrativo que Elsa Artadi haya arremetido contra la consejera de Justicia, de ERC, acusándola de electoralismo por anunciar en plena campaña un decreto para regular el precio del alquiler e impedir subidas abusivas. Artadi ha sido muy dura y no ha ocultado que el PdCat se opone a esta regulación con la que ERC intenta desmarcarse, como fuerza de izquierdas, de su pacto de años con la derecha exconvergente. Los republicanos se alinean así con una de las principales señas de identidad de la alcaldesa Colau, en lo que pretende ser un guiño a los votantes de los comunes. Colau fue la primera en plantear políticas valientes para frenar el precio de los alquileres y facilitar la construcción de vivienda social obligando a los promotores a reservar una parte de los proyectos a este tipo de oferta.

El bloque soberanista es muy compacto a la hora de expresar sus preferencias, cosa que no ocurre en la otra parte del eje identitario. En la encuesta, Maragall obtiene las mejores calificaciones como posible alcalde por la simpatía de los votantes de las cuatro candidaturas independentistas, incluidos aquellos que no piensan votarle ni están de acuerdo con sus planteamientos de izquierda. Colau, en cambio, sale perjudicada por la animadversión que suscita en los votantes de derecha de ambos ejes, que la puntúan muy negativamente y eso baja el promedio.

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La alcaldesa podría aglutinar voto útil de quienes quieren impedir que el independentismo se haga con la plaza de Barcelona, pero en este caso el banco de pesca se limita al electorado socialista. Pese a que las posiciones del PSC han mejorado mucho, Jaume Collboni queda descolgado de la alcaldía en todas las encuestas y eso puede decantar un cierto voto útil en favor de Colau. El hecho de que la alcaldesa haya incluido en su candidatura perfiles moderados facilitaría ese trasvase.

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