La guerra de pegadores de carteles en Madrid que está poniendo en aprietos al sector
Un boicot a la cartelería de conciertos ha hecho que salte por los aires un código de respeto no escrito que durante años ha imperado en las calles
Esta primavera ningún artista se salva de ser boicoteado en las calles de Madrid. Los reggaetoneros Bad Bunny o Daddy Yankee, las leyendas del heavy o el Grupo 5 de cumbia del Perú; todos están siendo víctimas de un saboteo masivo a los anuncios callejeros de sus carteles.
Desde hace dos semanas pegadores callejeros están tapándolos con carteles que ponen: “Estafador de eventos. Empresa ilegal” o “Por guarro y tramposo tus eventos me los paso por…”.
Es el último y más rocambolesco episodio de una guerra callejera entre pegadores de carteles, un negocio que a pesar de Internet, ha seguido siendo rentable. En este mundillo siempre ha habido disputas porque unos han tapado los carteles de otros, pero nunca había habido en Madrid una campaña tan masiva de sabotaje, según afirman a EL PAÍS dos empresarios del sector de la cartelería especializados en eventos culturales.
Según afirman, este boicot les está pasando factura porque algunos clientes han dejado de recurrir a ellos.
“Se están cargando un negocio de más de 100 años, que verás en cualquier ciudad del mundo porque es una publicidad que necesita cualquier evento cultural por ser barata”, dice Sergio Larrañaga, responsable de Fijados, una empresa con casi dos décadas de implantación en Madrid. El otro empresario, que pide no ser identificado, confirma que la situación es delicada.
En el mundillo de la cartelería callejera, que se beneficia de cierta permisividad por parte de las autoridades, hay un “código de honor” entre pegadores que manda ser respetuosos con la ciudad y con la competencia, según estos empresarios. Entre otras reglas no escritas, los pegadores tienen prohibido cubrir los carteles de conciertos que aún no han tenido lugar.
Pero los veteranos se quejan de que ciertos empresarios particulares pegan carteles de manera indiscriminada. Sospechan que detrás de la campaña de saboteo hay un empresario dedicado a la compra de oro. Aseguran que lleva años poniendo sus carteles donde ha querido y, según ellos, ahora ha dado un paso más, usando los carteles difamatorios que están molestando a los artistas.
Este empresario del oro niega en conversación con EL PAÍS estar detrás del boicot. “Unas veces me lo tapan y otras las tapo yo”, dice este empresario, que emplea a sus hijos y sobrinos para el pegado. “Yo no estoy en guerra con nadie”.
Él mismo asegura haber sido víctima de una campaña el verano pasado en la que aparecieron carteles con el mensaje “Compro Sonrisas” y un emoticón gigante, cubriendo sus anuncios de "compro oro".
“Tienen guerra entre ellos”, dice refiriéndose a las empresas de cartelería.
Los empresarios afectados han grabado a los saboteadores con las manos en la masa, corriendo por la calle tras pegar los carteles. Tienen fotos de más de una decena de muros con sus carteles tapados por otros que dicen “Estafador de eventos. Empresa ilegal”.
Larrañaga dice que han hablado de manera informal con la policía, pero asegura que los agentes se lavan las manos. Dice que nunca los han necesitado porque han solventado las disputas con acuerdos de respeto.
Pero ahora se plantean acudir al Ayuntamiento para pedirles que se vigile que todo el mundo se anuncie únicamente en pivotes destinados expresamente para ello. Larrañaga quiere que pongan orden porque de lo contrario no podrán sobrevivir: “Algo tenemos que hacer porque estamos en las últimas”.
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