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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La izquierda y el tótem lingüístico

La izquierda mediática tiene prisa para poner punto y final al tema de la inmersión con una sentencia que no avala nada

Niños juegan en una escuela de Rubí.
Niños juegan en una escuela de Rubí.Cristóbal Castro

Cataluña tenemos la suerte de poder seguir a varios analistas de izquierdas que con valentía e inteligencia han desmontado las trampas del independentismo unilateralista. Leemos con interés sus artículos, escuchamos sus intervenciones en radios y les seguimos en Twitter. Sin embargo, hay una cuestión sorprendente en todos sus análisis: la práctica mayoría considera la inmersión lingüística un tabú que no puede ser cuestionado. O se está a favor de la inmersión o se pasa a ser sospechoso de aznarismo. No cabe la crítica razonada. Esta posición de intelectuales y periodistas de izquierdas la acabamos de presenciar en las reacciones a la reciente sentencia del TC referida mayoritariamente a aspectos organizativos del cuerpo docente de la Generalitat incluidos en la Ley de Educación de Cataluña (2009). Nada dice la sentencia sobre el régimen lingüístico de uso del catalán como única lengua vehicular. Sobre este tema en concreto, la jurisprudencia es ya amplia y consolidada. Toda ella, desde 1984, va en la misma línea: el catalán debe ser el centro de gravedad del sistema educativo, pero ello no excluye que algunas asignaturas vehiculares pueden darse en castellano. La reciente sentencia nada dice sobre el preceptivo uso de ambas lenguas en el sistema educativo porque no es acerca de ello sobre lo que versaba el recurso que se dirimía.

Sin embargo, ha habido una reacción a esta sentencia que traspasa toda lógica. Una gran parte de los intelectuales y académicos que más lucen su condición de izquierdas se han lanzado a comentar la sentencia para hacerle decir lo que no dice. Esta reacción es un síntoma. Indica claramente el deseo de esta élite progresista de cerrar el tema y subir victoriosos al podio exclamando: ¿lo veis cómo la inmersión es intachable? ¿lo veis cómo el TC zanja la cuestión avalándola plenamente? ¿veis qué equivocados están CS y PP? En definitiva, la izquierda mediática tiene prisa por poner punto final al tema con una sentencia que no avala nada. A fin de cuentas, son pocos los que leen la sentencia completa. Es muy curioso que personas capaces de analizar y criticar con agudeza las acciones de los dirigentes independentistas en su alocada carrera, cuando se trata de las lenguas de Cataluña, abandonan su capacidad para vislumbrar detrás del escenario. ¿Cómo pueden creer que las lenguas quedan fuera del maniobrar independentista a favor de sus intereses (que no son necesariamente los de la sociedad en su conjunto)? De la misma manera que los dirigentes separatistas hacen y deshacen prácticamente a su antojo en todos los ámbitos de la sociedad ¿por qué deberíamos creer que en política lingüística sus intereses de construcción nacional se diluyen y todas sus actuaciones están enfocadas al bien ciudadano, la convivencia y los derechos lingüísticos de todos? Si Laura Borràs ha declarado recientemente que la inmersión y TV3 no se toca, será por algo.

Lo que en realidad nos pide una gran parte de la izquierda intelectual y periodística respecto a la inmersión es que hagamos un acto de fe identitaria. Si no hay espacio para hablar del bilingüismo, si no puede haber un debate constructivo, si no se acepta el pluralismo de opiniones respecto al sistema escolar, si una o dos asignaturas en castellano equivale a un ataque al catalán y al sistema escolar, entonces hablamos de algo que no es de este mundo. Hablamos de un tótem y no de una práctica escolar que tendrá sus más y sus menos, como todo. Una práctica de la que podríamos sospechar con fundamento que, ya que es una línea roja del independentismo, como antes lo fue del nacionalismo, algún inconveniente tendrá para los no nacionalistas. Pero si todo esto no se puede decir, concluimos entonces que la inmersión ha devenido una cuestión identitaria, tanto como pueden serlo el Caga Tió o las montañas de Montserrat. Y aquí radica la razón por la que no podemos debatir constructivamente sobre la inmersión. Y es que ya no hablamos de una praxis educativa y su adecuación o no al siglo XXI sino de algo que ha llegado a formar parte del ser de la catalanidad. Muy posiblemente sin tener plena consciencia de ello, la izquierda intelectual catalana ha contribuido a hacer de la inmersión un auténtico tótem identitario que, como tal, es intocable.

Joaquim Coll es historiador y articulista. Mercè Vilarrubias es lingüista y escritora

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