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Lavapiés, el bastión de Podemos que no quiere ser ‘cool’

El barrio de Madrid que más votó a la formación de Pablo Iglesias en las elecciones generales lucha por la supervivencia de su identidad de izquierdas

Fernando Peinado
Clientes de una terraza de Lavapiés, el barrio de Madrid donde Podemos obtuvo su mayor porcentaje de voto en las elecciones generales del 28 de abril.
Clientes de una terraza de Lavapiés, el barrio de Madrid donde Podemos obtuvo su mayor porcentaje de voto en las elecciones generales del 28 de abril.KIKE PARA

Es fácil distinguir los bares de Lavapiés donde se reúne la izquierda de los nuevos locales para turistas y hipsters porque las paredes están cubiertas de carteles anunciando un sinfín de actividades en el barrio, desde reuniones sobre Palestina hasta clases de danza africana, y porque no hay anuncios en inglés en la puerta.

En este vecindario activista donde se miran con preocupación las crecientes señales de gentrificación, el resultado de las elecciones generales del domingo es una buena noticia: Lavapiés (Embajadores es el nombre oficial) fue el barrio de la ciudad de Madrid con más voto a Unidas Podemos (36,2%).

Muchas mujeres del barrio sintieron que era un deber ir a votar contra la idea de la mujer de los partidos de derecha, dice Laura Rodríguez, una vecina de 45 años votante de Podemos. Lo que más le llamó la atención el día de la votación fue ver a mujeres mayores cogiendo las papeletas de Podemos para luego hacer una larga cola.

“Decían abiertamente que no era un día para quedarse en casa”, recuerda Rodríguez en el bar La Mancha, donde este miércoles varios clientes llegaban con banderas de la lucha obrera tras las marchas por el 1 de Mayo.

La popularidad de Podemos en Lavapiés se comprende, en parte, porque los líderes del partido suelen frecuentar los bares y teatros del barrio, y muchos vecinos dicen que les conocen personalmente. Este partido se presentó formalmente en Lavapiés, en el Teatro del Barrio, en enero de 2014, cuando el activismo en estas calles experimentó su momento álgido, impulsado por el movimiento del 15-M y la indignación por la crisis financiera. Pablo Iglesias, el secretario general, sigue frecuentando el barrio: el sábado de reflexión lo pasó viendo cine en la sala Mirador.

Para Rodríguez, Iglesias fue el mejor de los debates. “Fue muy constructivo y didáctico que creo que es algo que le falta a este país: más reflexión a la hora de votar”.

Los vecinos tienen numerosas oportunidades para involucrarse en actividades de movimientos obreros, feministas, antirracistas o LGTBI. Muchas asociaciones madrileñas eligen locales o bares de Lavapiés para celebrar sus reuniones. “Este barrio te lleva a la militancia”, dice Irene Rodríguez Lorite, de 32 años, que ha sido vocal del distrito centro por Ahora Madrid. A esa oferta se suman las actividades culturales en decenas de salas de teatro y galerías de arte.

Gracias a tantas actividades, los vecinos de Lavapiés se conocen entre ellos mucho más que los de otras zonas de Madrid. “La gente es más comunicativa en este barrio”, dice Buenaventura García, uno de los veteranos de izquierda, que llegaba al bar La Mancha desde la manifestación del 1 de Mayo portando una bandera en la que se leía “Unión de Repúblicas Ibéricas”.

Buenaventura García, vecino de Lavapiés, posa con una bandera que promueve una unión de España y Portugal bajo una república
Buenaventura García, vecino de Lavapiés, posa con una bandera que promueve una unión de España y Portugal bajo una república

Pero el barrio vive una encrucijada que podría arruinar su fuerte identidad de izquierdas. La gentrificación está avanzando desde el norte, en torno a la plaza de Tirso de Molina, promovida por propietarios de viviendas que buscan las altas rentabilidades de los pisos turísticos. Los tuk-tuk ya pasan por lugares inusuales, como la plaza de Nelson Mandela, vista por los locales como “el símbolo de la lucha antirracista”, donde la comunidad de inmigrantes suele hacer protestas.

"Expulsados" por el alquiler

El día que la revista británica Time Out designó a Lavapiés como el lugar más cool del mundo, en septiembre del año pasado, muchos se echaron a temblar. “Ese día sentí que mis días en Lavapiés estaban contados”, se lamenta Rodríguez, que paga 600 euros por un piso de 28 metros cuadrados y le toca renovar contrato en junio. Está cruzando los dedos. “Mi casero me ha dicho que la subida será simbólica. Veremos qué entiende él por eso”, dice.

Muchos como Rodríguez dicen que tienen amigos que han sido “expulsados” por la subida de los alquileres, sobre todo hacia el sur de Madrid, a Vallecas, Usera o Carabanchel. Por estos motivos ven las elecciones del domingo pasado como un primer round, que tendrá su continuación el 26 de mayo, cuando los madrileños están citados para elegir al nuevo gobierno de la alcaldía y de la Comunidad de Madrid.

Si ganan “las tres derechas”, la lucha contra la especulación será mucho más difícil, dice la brasileña Rosse Maloka Figueiras, dueña del bar y asociación cultural Maloka. “Va a ser un mes muy intenso”, dice Maloka, que anima a sus vecinos a “no bajar la guardia”.

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Sobre la firma

Fernando Peinado
Es reportero de la sección de Madrid desde 2018. Antes pasó ocho años en Estados Unidos donde trabajó para Univision, BBC, AP y The Miami Herald. Es autor de Trumpistas (Editorial Fuera de Ruta).

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