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A VISTA DE MÓVIL
Columna
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Abierto, pero cerrado

Cada semana, una foto de Madrid

Una mujer camina por los alrededores de la calle Mayor.
Una mujer camina por los alrededores de la calle Mayor.Raúl Cancio

Estamos abiertos pero cerrados, podría indicar el cartel de este negocio. Un no sé qué de entre horas, un bueno, sí, pero no, quizás me lo pienso, de momento. La encrucijada de la indecisión, que contrasta con el paso certero de la enigmática caminante: vista al frente, móvil en guardia, un tanto desabillé, con la cara lavada y voluntad de pasar inadvertida. Seguramente camino de comprar el pan para el desayuno del domingo o de un brunch recomendable por el barrio, en los alrededores de la calle Mayor.

Eso acompañaría la escena urbana de este Madrid moderno, curtido, resacoso y desinhibido cuando se acuesta tarde y se levanta a deshoras. Justo para aprovechar los resquicios de la mañana después de haberse comido la noche. De ahí esa pereza que emana del local, con casi total seguridad, guarida de visitantes dubitativos, en contraposición a la clarividente caminata de esta mujer de rostro anguloso y coreográfico paso. Lo más certero del tugurio son las farolas. Lo más contundente, la tipografía del grafiti. Lo más caótico, sus cristales, enfangados de pegatinas, ofertas y advertencias anticaninas. Ese maremágnum no va con ella. Por eso pasa de largo. Ni se fija en la marea de confusiones antagónicas, dignas de contagiar un buen dolor de cabeza. Puede que la dama, en su desmaquillada elegancia casual, lleve uno encima y no necesite más que despejarse convenientemente durante la tregua del fin de semana para volver a la carga en horario laboral.

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