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“Es un deporte extremo, no algo de pompones”

Carlos Alonso Díaz fundó hace cuatro años Cheerxport, una asociación de ‘cheerleading’ en Alcobendas. Esta disciplina mezcla la acrobacia con la animación

Carlos Alonso Díaz, instructor de cheerleading, con el equipo de CheerXport Alcobendas en el IES Ágora Alcobendas
Carlos Alonso Díaz, instructor de cheerleading, con el equipo de CheerXport Alcobendas en el IES Ágora Alcobendas VÍCTOR SAINZ

Su pasión le llegó gracias a la fortuna. Tuvo la suerte, dice, de que en el instituto estadounidense donde pasó un curso de bachillerato no había demasiada gente. Por eso aceptaron su participación en el grupo de ‘cheerleaders’. Carlos Alonso Díaz, de 26 años, volvió de aquel centro en Estacada (Oregón) con la idea de instaurar este deporte en su ciudad, Alcobendas. Lo consiguió. Ahora, Cheerxport atrae a decenas de curiosos.

¿En qué consiste el ‘cheerleading’?

Es un deporte de contacto, de riesgo, en el que se realizan acrobacias, lanzamientos, pirámides y se junta la animación, la actitud positiva para alegrar a la gente, las posturas y los gestos faciales.

¿Cómo te dio por esta disciplina?

Fui en 2011 a Estados Unidos. Allí hacen cada año lo que se denomina ‘powderpuff’. En ese campeonato las chicas juegan al fútbol americano y ellos animan. Me apunté con otros chicos y estuvimos aprendiendo para el espectáculo con la capitana de las ‘cheerleaders’. Después quise seguir y empecé a reclutar a compañeros. Aunque muchos padres les sacaban, porque sigue el estigma de que es algo femenino.

Y al volver, ¿qué hiciste para seguir practicando?

Busqué en internet. Encontré la asociación España Cheer and Dance, montada por Fredy Bedoya. El equipo se llamaba Toros y participamos en algún campeonato europeo. Veía que no era igual a como lo había hecho en Estados Unidos. Y, aunque vine con la idea de simplemente practicar, a los cuatro años terminé formando uno nuevo. Con dos amigas, Coral Quintana y Lucía Vargas, creamos Cheerxport en Alcobendas, de donde somos. Entrenamos en un colegio y nos ayudó el ayuntamiento. Lo movimos en las redes sociales y tuvo mucho éxito.

¿Cómo se vive aquí, en comparación con la tradición americana?

Se cree que el ‘cheerleading’ es una chica con pompones y botas altas cuando en realidad es un deporte de riesgo que lo inició un hombre. Nació como forma de animar a las masas, de divertir. Y lo hacían los chicos. Lo que pasó es que llegó la Segunda Guerra Mundial y se tuvieron que ir al frente. Pero es bastante popular en Latinoamérica (lo llaman ‘porrismo’) y en algunos países europeos.

¿Cuáles son sus normas?

Tienes dos minutos y medio de rutina, es decir, de una acción que contemple ‘portés’ (coger a alguien), pirámides, saltos, gimnasia estática, gimnasia dinámica y baile. Todo se evalúa en función de la sincronización, la dificultad, la flexibilidad, etcétera. Visualmente tiene que ser muy simétrico.

¿Cómo se entrena?

La idea siempre es pasarlo bien. Que sea un ambiente de trabajo divertido. Ensayamos elementos de confianza, que es lo más importante. Si uno no está seguro, repercute en todo el grupo. Se dedican unas horas a hacer gimnasia o estiramientos con música y bailes. Hay que empezar con poquito. Nosotros dedicamos mucho tiempo a ejercicios básicos y la técnica.

¿Para quién está pensado?

Para todo el mundo. Incluso muchos que empiezan tarde a practicar deporte. A nuestro equipo vino mucha gente entre los 15 y los 30. Algunos retirados del baile o la gimnasia rítmica que lo veían como un entretenimiento. Ahora tenemos unos 40 alumnos en dos niveles. Intentamos preparar a gente para que luego pueda entrenar.

¿Tiene fecha de caducidad?

No. En los mundiales y europeos hay deportistas de hasta 30 años. Y se está creando una disciplina que evite la gimnasia de suelo para que la gente que ha entrado más tarde pueda dedicar más tiempo. Aquí hay tres categorías: ‘tiny’, ‘junior’ y ‘senior’. Van hasta los siete años, de los 7 a los 14 y a partir de 15, sin límite.

¿Requiere unas habilidades especiales?

Lo único necesario son las ganas. Es un deporte en equipo y lo fundamental es que te apetezca. Cada uno aporta. Si no es la fuerza, es la flexibilidad o el ánimo. Se trabajan las habilidades físicas, pero lo importante es que apetezca.

¿Conlleva peligros?

Ha habido más lesiones y muertes que en el fútbol americano porque estás lanzando a gente al aire o estás moviéndote muy rápido. Hay riesgo, pero siempre trabajamos con mucha seguridad. Hay algunas lesiones (a mí, por ejemplo, me rompieron la nariz), pero lo normal es que no pase nada.

¿Hasta dónde queréis llegar?

Pues ya hemos participado en algunos programas de televisión, como Got Talent. Llegamos a semifinales. Suficiente, porque queremos practicar un deporte y también que se conozca. Queremos enfocarlo a la competición, aunque también es un reclamo para gente que quiere que vayamos a fiestas o diferentes actos. Nuestra intención es darnos a conocer para que haya un buen equipo nacional. Y que sea un reclamo incluso para colegios.

SUSPENSO EN EDUCACIÓN FÍSICA

Carlos Alonso Díaz cuenta que ya sintió el gusanillo viendo la película 'A por todas', de 2000. "Corrí hasta mi madre para decirle que eso era lo que quería hacer", rememora. Lo probaría mucho más tarde. Antes había pasado por el fútbol –"era feliz cuando me tocaba de portero"- y había suspendido educación física. "Fui a septiembre por no querer hacer una voltereta lateral", detalla. Su trabajo principal es el de productor en publicidad, videoclips o series y películas de ficción, pero gracias al 'cheerleading' ha participado en torneos europeos y en actos privados.

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