La llegada de menores extranjeros a Cataluña crece un 36% al inicio de año
La Generalitat promete mejorar su comunicación con los municipios donde ubica a los chicos tras admitir errores en el pasado
La llegada de menores extranjeros no acompañados a Cataluña mantiene su crecimiento. En los dos primeros meses de 2019, arribaron 429 jóvenes, un 36,6% más respecto al mismo periodo del año anterior, según los datos de la Generalitat. Tras verse sobrepasado en 2018, con chicos durmiendo en comisarías, el Govern admite haber aprendido de los errores, asegura tener disponibilidad de plazas y promete mejorar la comunicación con los municipios donde se ubica a los menores.
La Generalitat estima que alrededor de 5.500 menores que viajan solos desde su país —la mayoría son chicos marroquíes— llegarán en 2019 a Cataluña, la segunda comunidad autónoma en acogidas. Es un 50% más que las 3.659 llegadas en 2018. En los últimos años, las cifras se han ido duplicado anualmente: 377 en 2015, 684 en 2016 y 1.489 en 2017.
“Cataluña siempre ha sido tierra de destino de los chicos migrantes solos. No es un fenómeno nuevo para Cataluña, pero sí en estas dimensiones. Las de 2018 no eran cifras esperadas”, dice en una entrevista telefónica Georgina Oliva, secretaria de Infancia, Adolescencia y Juventud del Govern. Asegura que este año se cuenta con una “mayor planificación” y que se pretende impulsar la inclusión.
El gran temor de autoridades y expertos es precisamente ese: que chicos vulnerables que acumulan el trauma de un viaje dramático y pueden verse decepcionados en su llegada a España tengan problemas de adaptación. “El riesgo está, por eso estamos preocupados. Somos muy conscientes de la complejidad de la situación”, reconoce Oliva. En este sentido, defiende el enfoque de su departamento de fomentar la inclusión: no solo suministrar alojamiento y educación sino oportunidades laborales y de ocio.
Los peores temores se han avivado en las últimas dos semanas con los ataques, por parte de integrantes de la población local, a centros de acogida en Castelldefels y Canet de Mar. “Condenamos firmemente los hechos, basados en actitudes racistas”, subraya la secretaria de Infancia, que insiste en la necesidad de tender puentes con la población local.
“La sociedad en general no es del todo acogedora con este colectivo. Están vistos desde una mirada de marginalidad”, denuncia Caterina Pons, responsable del proyecto de apoyo a jóvenes migrantes en la Fundación Bayt al-Thaqafa, que asiste a unos 120 chicos.
“Pese a que la situación se ha visto agravada por el fuerte aumento en las llegadas, hay una problemática estructural. Los chicos se encuentran inmersos en un circuito muy complicado, con protocolos que no facilitan la integración y los criminaliza”, agrega Pons. Advierte de que “si la sociedad y la normativa no permiten la integración, se pierde talento”.
La jefa de Infancia de la Generalitat reconoce que, por la “situación de emergencia” vivida el año pasado, se avisó en ocasiones con un día de antelación a municipios donde se enviaban a menores a albergues, lo que, admite, creó “muchas disfunciones”. El objetivo ahora es hacer un reparto más equitativo en el territorio, responder a las necesidades de cada lugar y tener coordinadores locales.
La Generalitat no concede ayudas directas a los municipios, pero sí prevé reforzar los servicios públicos si así se solicita. Un 95% de los menores llega al área metropolitana de Barcelona, y Oliva destaca la importancia de distribuirlos para “no crear guetos”.
A 28 de febrero, el último día con cifras disponibles, había en el sistema de protección catalán 3.593 menores extranjeros, que suponen un 35% del total de niños y adolescentes atendidos. La inmensa mayoría son hombres (96,4% del total) y de Marruecos (69,1%). Por edades, predominan los de 16 años (39,7%) y de 15 (34%). La Generalitat dice tener capacidad para acoger a todos los niños aunque declina dar cifras exactas. Desde junio de 2017, se han creado 2.655 nuevas plazas en 168 centros de distinta tipología, desde albergues externos, lugares de emergencia o pisos compartidos para extranjeros sin familia que cumplan 18 años. Los centros son de titularidad pública pero gestionados por entidades del tercer sector y suelen acoger solo a chicos extranjeros, lo que la Generalitat defiende como un enfoque adecuado porque, alega, sus necesidades son muy distintas a chicos autóctonos tutelados.
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