Una joven admite el asalto al centro de Castelldefels por peleas con los menores migrantes
La Generalitat define el ataque como puntual y niega que haya una situacion generalizada “preocupante”
C. M. tiene 23 años y el sábado participó en el asalto a un centro de menores de la Generalitat en Castelldefels y en la protesta delante al día siguiente. “Como no nos hace caso ni Dios, fuimos a plantarnos”, explica, sobre un conflicto entre jóvenes del pueblo de entre 17 y 24 años y menores acogidos por la Generalitat. “Te piden un cigarro o un porro y si no lo das, te rayan o te dan una patada en el coche”, pone a modo de ejemplo de una situación de peleas y encontronazos que dice que hace un mes y medio que dura. El secretario de Igualdad, Migraciones y Ciudadanía de la Generalitat, Oriol Amorós, es taxativo sobre un episodio que tacha de racismo: “Nada justifica un ataque de encapuchados a un centro de menores”.
El relato de C. M. –pide no ser identificada con su nombre completo- empieza el sábado por la tarde cuando un grupo de jóvenes de Castelldefels está en una calle donde habitualmente organizan botellón. “Es lo de siempre. Llegan, estás sentada en un coche, fumando, les dices que no les das un cigarro y te dan un golpe en el coche”, cuenta. Ambos grupos discutieron y, según C. M., los menores les acabaron tirando piedras ya desde la montaña que hay al lado, camino del albergue de Cal Ganxo, donde viven desde diciembre. Los Mossos y la Generalitat confirman que hubo una pelea y lanzamiento de piedras, aunque no entran en los detalles.
Los jóvenes de Castelldefels reaccionaron yendo por la noche a Cal Ganxo a exigir explicaciones a los menores con los que habían discutido. C. M. justifica así lo que hicieron: “Como no salían y nos tiraban cosas desde las ventanas, entramos”. Amorós, como responsable de la Generalitat que tiene la tutela de los menores, subraya que no hay justificación posible: “No es aceptable pasase lo que pasase ir a un centro de protección de la infancia, con actitud agresiva, agredir a trabajadores y agredir a menores”. Dos educadores resultaron contusionados y a uno de los tutelados, que estaba sentado en un muro, lo tiraron al suelo y lo apedrearon, según ha contado Amorós en una atención a los medios de comunicación. El menor fue atendido por un ataque de ansiedad en el hospital pero se encuentra bien.
“Vas a la policía local, intentas denunciar, pero como no sabes quiénes son puedes hacer nada”, sigue con su relato C. M., que insiste en que se sienten impotentes. “Una persona que tiene 23 años, que se está matando para tener un coche, que vengas tú y hagas esto…. Pues no”, repite, sobre los motivos que les hicieron estallar. Por eso el domingo decidieron sumar fuerzas y subir de nuevo al centro de acogida: “Como no nos hace caso ni Dios, fuimos a plantarnos”. Pero allí les esperaban ya los Mossos, que no dejaron a muchos de ellos llegar hasta las puertas del centro.
La Generalitat ya ha anunciado que llevará el caso ante la Fiscalía de delitos de odio y se personará como acusación particular. “El racismo se define por atribuir a un colectivo hechos y características de individuos. Da toda la impresión que ha habido quien atribuye a todos los menores algún hecho individual”, insiste, sobre lo ocurrido. C. M. niega que ella y su grupo de amigos sean racistas: “Este pueblo está lleno de paquis y de moros, los conocemos, nos respetamos. Pero estos vienen nuevos y vienen a provocar”. Y dice que hace una semana ya hubo otra pelea cerca de la estación de trenes.
El Govern no quiere entrar en los pormenores del conflicto de convivencia que subyace al grave ataque al centro de acogida. Pero sí deja claro que nunca habían vivido “incidentes de este calibre”. El martes pasado, un hombre entró armado con un machete en un centro en Canet de Mar pero no hirió a nadie. A diferencia del de Castelldefels, que está en la montaña, las instalaciones para menores de Canet están en el centro del pueblo y ha habido manifestaciones vecinales en contra.
Amorós subraya que en la mayoría de centros de acogida hay una buena acogida de los menores. “No creemos que haya una situación preocupante”, dice, sobre la convivencia, aunque admite que la Generalitat se ha visto desbordada al tener que acoger a 3.000 jóvenes. Los menores de Cal Ganxo van a ser reubicados en otro centro, como ya estaba acordado con el Ayuntamiento de Castelldefels, pero la Generalitat no aclara cuándo. C. M., que asegura que no es racista, dice que desde que están los jóvenes migrados allí "han subido los robos, los coches están reventados y da miedo salir por la noche porque está plagado de moros".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.