“Si sigues gritando te corto. Métete en el coche y dame el móvil”
La fiscal pide 15 años y 10 meses de prisión para El Chicle por el intento de rapto de una mujer que precipitó su arresto y sirvió para reconstruir las últimas horas de Diana Quer
La escena inicial podría intercambiarse con la que vivió Diana Quer sin que el relato sufriese apenas variaciones. Pero esta vez el desenlace se torció para El Chicle y en el acto final acabó encerrado en los calabozos de la Guardia Civil en Lonzas (A Coruña). De nuevo, José Enrique Abuín Gey había escogido un día de fiesta, el 25 de diciembre de 2017, en un pueblo de su comarca, Boiro. Un rincón solitario, la oscuridad de la noche, y una víctima joven, que en este caso aparentaba menos edad de la que realmente tenía, que caminaba despistada entre las sombras conversando por WhatsApp. Su objetivo, como había ocurrido con la madrileña de 18 años supuestamente asesinada el 22 de agosto de 2016, era, según afirma la fiscalía, introducirla también en el amplio maletero del Alfa Romeo gris plata de su esposa y conducir hasta un lugar apartado para agredirla sexualmente. La titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Ribeira, responsable de las pesquisas referidas a la mujer de Boiro (las de Diana las dirigió Instrucción 1), ha acordado la apertura de juicio oral por este suceso que precipitó la detención de El Chicle como supuesto autor de la muerte de Quer. El caso pasa ahora a manos de la Audiencia Provincial de A Coruña, que celebrará el juicio en Santiago probablemente en los meses previos a que el acusado se siente en el banquillo, ante un jurado popular, para responder por el supuesto asesinato. La fiscalía pide, entre otras penas, la prisión permanente por el crimen de Diana Quer, mientras que por el delito de detención ilegal y el intento de agresión sexual de T. reclama hasta 15 años y 10 meses, además de una indemnización de 15.750 euros.
La fiscal del caso hace un relato pormenorizado de los hechos de aquel 25 de diciembre. "Sobre las 22.25 horas, T. salía de su domicilio para acudir a un bar próximo". Iba caminando tranquilamente por la calle Bao y "sosteniendo conversaciones vía WhatsApp". El acusado, que iba conduciendo el Alfa Romeo, se cruzó con la mujer, la observó y maniobró para cambiar de sentido. La iluminación de la calle "era muy escasa. No había viandantes. Era núcleo urbano, con edificios, pero al mismo tiempo, un lugar aislado". El Chicle aparcó al final de la calle en un punto que "tenía más oscuridad por la presencia de edificios que tapaban las farolas". Se apeó del coche pero dejó el motor encendido y la puerta del conductor abierta "con la clarísima intención de abordar a T., privarla de libertad de comunicación y movimientos y conseguir introducirla en el coche para, posteriormente, atacarla sexualmente" en el lugar "pensado" por él, defiende la fiscal.
Abuín llevaba puesta la capucha de su sudadera oscura "para evitar ser totalmente apreciado y descubierto". Cuando T. llegó a la altura del acusado, "de forma inesperada este la rodeó con sus brazos, a la altura del cuello, y la dejó inmovilizada". Le puso "un objeto metálico, no identificado, en la nuca, y hasta en tres ocasiones le dijo 'dame el móvil, dame el móvil ahora mismo, dame el móvil". La mujer le ofreció dinero como alternativa, pero Abuín no quería eso y volvió a insistir. Ella empezó a gritar de miedo, "por favor, por favor". Y él, para "amedrentarla", le respondió: "Se segues berrando córtoche. Métete no coche e dame o móbil" ("Si sigues gritando te corto. Métete en el coche y dame el móvil").
En ese momento, pasó un coche y el ruido alertó al delincuente. Reaccionó cambiando el tono y tratando de "despistar" a su víctima "sobre la gravedad de la situación". Le preguntó si se llamaba Carla, T. le respondió que no, y él le pidió "perdón" asegurando que todo había sido una broma que le quería gastar "el novio" a esa hipotética chica de la que El Chicle hablaba. Luego incluso le preguntó si estaba tranquila, e insistió en que no iba "en serio". Abuín le dijo que se podía marchar, y ella, asustanda retrocedió sin perder de vista a su agresor. Hasta que cuando llegó a la altura del maletero del coche, el hombre volvió a atenazarla "hasta introducirla a golpes y empujones en el maletero".
"Consiguió meterla hasta quedar sentada en el maletero", pero T. "se resistía fuertemente con las piernas y los pies" que logró mantener fuera del vehículo. "Agarraba contra su pecho el bolso y el móvil para protegerse" mientras "el acusado la seguía amedrentando con clavarle el objeto metálico que portaba". El Chicle, ahora autor confeso de la muerte de Diana Quer, aunque no del delito de asesinato, "intentó una y otra vez meterla de cuerpo entero en el maletero".
La suerte de la víctima quiso que dos jóvenes que cruzaban la calle escuchasen sus gritos y fueran a socorrerla. Cuando llegaron, T. había conseguido salir fuera del maletero y Abuín seguía forcejeando con ella. Al verlos desistió y "huyó apresuradamente sin conseguir su propósito sexual". Todo había ocurrido en menos de 10 minutos.
La mujer acudió a presentar una denuncia: recordaba el modelo del coche y parte de la matrícula. Además, según explicaron en enero de 2018 los investigadores de la desaparición de Diana Quer, T. grabó fortuitamente al presionar contra su pecho el botón de WhatsApp parte del forcejeo con El Chicle. Todo esto sirvió a la Guardia Civil para confirmar las sospechas que había ido madurando desde 2016. Pero el suceso que sirvió para aclarar el misterio de la ausencia de la joven madrileña dejó secuelas físicas y psíquicas en T.
"Antes de que ocurrieran estos hechos, tenía un excelente estado de salud", describe la fiscal de Ribeira. Después, sin embargo, sufrió lesiones de las que tardó medio mes en recuperarse en ambos brazos, en la pierna izquierda y en la rodilla a causa de la violencia del forcejeo y de su lucha por librarse del maletero. Además, "ha sufrido un trastorno de estrés agudo postraumático de evolución insatisfactoria", recoge el escrito de la acusación. Y aún "le quedan las secuelas derivadas del estrés postraumático". Por todo esto, además de la prohibición de comunicarse o de aproximarse a menos de medio kilómetro de su víctima, el ministerio público reclama para Abuín una pena de prisión de hasta 15 años y 10 meses y una indemnización de 15.750 euros. Lo considera autor de un delito de detención ilegal o, alternativamente, un delito consumado de coacciones. También lo responsabiliza de un intento de agresión sexual, un robo con violencia e intimidación en grado de tentativa, un delito de amenazas y otro de lesiones.
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