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El Monasterio de Montserrat lava la cara al atrio y al claustro de Puig i Cadafalch

La Diputación de Barcelona invierte 450.000 euros en los trabajos

José Ángel Montañés
El claustro de Puig i Cadafalch en Montserrat, tras la restauración.
El claustro de Puig i Cadafalch en Montserrat, tras la restauración.Cristóbal Castro

La basílica de Montserrat es un universo construido en diferentes épocas y múltiples estilos. La Virgen negra ha visto pasar desde su camarín a muchos arquitectos que han creado sus obras en estilo románico, gótico, renacentista y todos los neo que podamos imaginar. Como el claustro neorrománico que creó a comienzos del siglo XX, en 1925, el arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch; un recinto frío y húmedo situado en el interior del monasterio que no es visitable con la intención de que la comunidad benedictina pudiera desplazarse de un lugar a otro del monasterio lejos de la mirada de los laicos. La estructura sobria y contundente, con dos pisos de arcos creados de ladrillo por columnas de piedra y vigas de madera está cerca de cumplir su primer siglo de vida con buena salud. Excepto una de las alas que en el año 2000 sufrió, como gran parte del monasterio, los efectos devastadores de una inundación tras una lluvia torrencial que llevó a evacuar incluso a la mayoría de monjes.

Después de acometer los trabajos en el archivo del monasterio, la torre gótica y el monasterio de Santa Cecilia, la Diputación de Barcelona ha financiado también con 450.000 euros los trabajos en esta zona del claustro actuando en las zonas afectadas hace casi dos décadas. Ayer, después de año y medio, se dieron por terminados los trabajos y por eso se desplazó hasta la montaña sagrada el presidente de la Diputación de Barcelona, Marc Castell, y la expresidenta, Mercè Conesa (ahora presidenta del Puerto de Barcelona), que junto con el abad Josep M. Soler —que todavía recuerda los efectos de las inundaciones que se produjeron al mes de ser nombrado abad del monasterio— pasearon por este edificio contundente de aires mudéjares.

Pavimento del atrio de la basílica de Montserrat, tras la restauración.
Pavimento del atrio de la basílica de Montserrat, tras la restauración.Cristóbal Castro

Los principales trabajos han consistido en eliminar las humedades de este lugar sombrío, restaurar las vigas de madera afectadas por las termitas (el 70% del total) y recuperar el bello suelo original de losetas de 10 por diez creados por Puig i Cadafalch con hormigón en forma de espiral y líneas paralelas. “Lo más complicado ha sido realizar los trabajos sin alterar la vida monástica y respetar al máximo la obra original”, explicó el arquitecto responsable de la obra, Josep Maria Sala Trullols, en una de las alas del claustro. El claustro comunica el refectorio con el edificio donde están los novicios y la escolanía y los monjes lo cruzan, al menos, tres veces al día.

Pavimento original de Puig i Cadafalch en el claustro de Montserrat.
Pavimento original de Puig i Cadafalch en el claustro de Montserrat.J. Á. M.

Las autoridades civiles y religiosas visitaron también el atrio, una especie de comunidad de vecinos con balcones en tres de las fachadas construidas en el siglo XVIII por un ingeniero militar que envuelve la fachada principal de la basílica. Aquí el desgaste lo producen los más de dos millones de personas que la visitan cada año y que han erosionado el bello suelo de mármol diseñado en los años cincuenta del siglo pasado a imitación de la plaza del Capitolio de Roma, que creó el gran Miguel Ángel en el siglo XVI. La restauración de este pavimento, sustituyendo las piezas rotas, ha permitido también eliminar las barreras arquitectónicas de acceso (varios escalones) creando una suave rampa central bajo los porches. También se han limpiado las serigrafías de las paredes y los esgrafiados de los años cincuenta que imitan columnas salomónicas de Josep Obiols y motivos religiosos del monje Benet Martínez.

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El abad Soler, ha agradecido el esfuerzo económico que ha hecho la Diputación, pero ha evitado hacer referencia a los presuntos abusos sexuales a menores por parte de uno de los monjes conocido en las últimas semanas.

Una escultura de Plensa de cuatro metros de una niña llamada Ana María

Una enorme estatua ecuestre de bronce de Marco Aurelio preside la plaza del Capitolio de Roma que diseñó Miguel Ángel en la que se inspiró Francesc Folguera que en los años cincuenta diseñó el mosaico de mármol del atrio de Montserrat. Desde la segunda quincena de mayo y, en principio seis meses, este espacio estará presidido por una obra de Plensa de cuatro metros de altura “inspirada en una niña, hija de un fotógrafo que trabaja en su estudio hecha con malla de acero”, desveló ayer el padre Josep Laplana, director del Museo de Montserrat. Cuando se le pregunto por el nombre de la obra, solo dijo: “la niña se llama Ana María”.

Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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