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“Disfruto lo mismo cantando ante 80 que ante 25.000 personas”

Cecilia Krull, autora de la canción 'My life is going on' de la exitosa serie 'La Casa de Papel', habla de la música, el jazz y su trayectoria profesional desde la niñez

La cantante madrileña de jazz, Cecilia Krull, en el Café Central (Madrid).
La cantante madrileña de jazz, Cecilia Krull, en el Café Central (Madrid).KIKE PARA

Irrumpe la cantante Cecilia Krull (Madrid, 1986) como una exhalación en el Café Central, templo del jazz madrileño donde se ha consolidado tanto que ya no recuerda si es “la quinta o la sexta” semana en que la programan. Llega con el pelo alborotado y escondido tras un sombrero que acentúa esa expresión cercana, empática de su cara guapa, tan propensa a la sonrisa como a la velocidad. Le divierte pensar que aquel título primerizo de Alejandro Sanz, Viviendo deprisa, pareciera escrito pensando en ella, que a los siete años superó una prueba como cantante y actriz de doblaje para Disney y que a los 22 ya era la mamá del pequeño Samuel. Si observan el rostro vivaracho que les contempla junto a estas líneas, quizá piensen en Krull como una artista novel a la que no tenían el gusto de conocer hasta ahora. En realidad, puede que solo les faltara ponerle cara, porque es casi imposible no haber escuchado My life is going on, la cabecera que escribió e interpretó para la serie La casa de papel. O Something’s triggered y Agnus dei, sus canciones para 3 metros sobre el cielo y Vis a vis, respectivamente.

¿Es usted un torbellino?

Digamos que soy muy responsable, me estreso si no cumplo y vivo corriendo. Incluso justo antes de los conciertos, que me gusta aprovechar para hacerme las uñas, imprimir las letras, repasarlas…

¿Y eso es así desde siempre?

"No tengo problemas de ego, de verdad. Me duele más pensar en la cantidad de gente con talento que aquí no salta a la palestra"

Uy, sí. Incluso fui de adolescencia tremebunda, de desaparecer los fines de semana sin dar explicaciones. Los coletazos de la rebeldía, ya se sabe. Era una inconsciente de la vida. Mi padre, Richard Krull, es pianista de jazz alemán, así que yo aproveché para aficionarme al hip hop. En fin, esos años en que piensas que los consejos de tus padres son los peores…

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Ahora ha vuelto al redil, pero sigue sin ser una jazzista ortodoxa.

Le tengo un gran respeto a la tradición jazzística, porque la he mamado desde la cuna, pero ahora me considero una cantante versátil. El jazz es mi gran amor, pero puedo tener relaciones esporádicas con otros…

¿Es buena idea empezar a trabajar a los siete añitos?

¡Uf! La música ha resultado ser mi gran vocación, así que solo puedo sentirme agradecida con las primeras oportunidades. Grabé canciones de cuna, de viaje y cuentacuentos en aquellos años en que aún se vendían discos y casetes para el coche. Me llamaban del club Megatrix, rodé varios anuncios de televisión... De los siete a los 12 fue como aprender un idioma: lo absorbes todo, como si fueras una esponja.

Y se convertiría en un ídolo entre sus compañeros de clase…

¡Qué va! Los chavales convierten al diferente en motivo de burla y yo era la rara que salía en la tele. Al menos me sirvió para combatir la timidez, porque ahora sí me considero sociable y habladora.

My life is going on acumula cientos de millones de escuchas. ¿Le da rabia que no la reconozcan por la calle?

Ah, no, eso es circunstancial. Ya solo definirme como artista lo considero pretencioso, ese término se lo reservo a Miles Davis o Keith Jarrett. En un festival en Laon, al norte de Francia, actué hace poco ante cerca de 25.000 espectadores, pero disfruto tanto o más cantando en el Central de tú a tú, con 80 personas justo delante de mí.

En todo caso, vuelve a servirnos como ejemplo de artista español más apreciado fuera de casa que aquí.

No tengo problemas de ego, de verdad. Me duele más pensar en la cantidad de gente con talento que aquí no salta a la palestra. Es una suerte y una satisfacción que yo, por ahora, pueda vivir de esto, pero en España aún nos falta una mayor inquietud cultural.

Muchos artistas omitirían que cantan en bodas o restaurantes. ¿Cómo es que usted presume de ello?

¡Es que eso también es vivir de la música! He hecho de todo, desde eventos privados de El Corte Inglés a convenciones de Porsche, y no se me van a caer los anillos por eso. Es más, incluso he cantado por encargo el Cumpleaños feliz a un novio en un restaurante. En el Amazónico de Jorge Juan, más exactamente…

¡Vaya! ¿Y qué tal?

Era una sorpresa, claro, y salió muy bien. Es más, a un comensal de la mesa de al lado le gustó tanto que me pidió el teléfono y le he estado ofreciendo clases de canto en mi casa. El trabajo llama al trabajo, y a veces, aunque aceptes algún encargo con menos entusiasmo, conoces a personas maravillosas.

Debilidad por 'Nairobi'

El nombre de Cecilia Krull y el de La casa de papel se han convertido en un tándem indisoluble desde que el productor y compositor Manel Santisteban descubrió a la cantante madrileña en un concierto en el Central. Krull se ha vuelto, de hecho, una ardiente seguidora de la serie. "Me gusta mucho Berlín, porque ese actor, Pedro Alonso, tiene mucho rollazo: ¡ese porte, esa voz! Pero mi mayor debilidad es Nairobi [Alba Flores], tan auténtica, tan racial". Ella confía en que su éxito con esta sintonía sea solo un preámbulo. "Creo en el karma, en que cuando forjas tu destino hay más posibilidades de que todo acabe saliendo bien".

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