Triunfo arrollador de la soprano rusa Aigul Khismatullina y el tenor peruano Iván Ayón en el Viñas
La 56 edición del concurso de canto, una de las mejores de los últimos años
Entre las citas tradicionales de la vida musical barcelonesa, el concierto final del concurso de canto Francesc Viñas reviste un carácter muy especial, el de una fiesta lírica que, año tras año, reúne en Barcelona a cientos de jóvenes cantantes en busca del éxito. En su quincuagésimo sexta edición, la fortuna ha sonreído a dos jóvenes voces de prometedor futuro que han ganado el primer gran premio ex aequo: la soprano rusa Aigul Khismatullina, de 29 años, y el tenor peruano Iván Ayón, de 25.
Con ilusión, nervios y mucha emoción, nueve jóvenes voces afrontaron el domingo su debú en un Liceu abarrotado de amantes de la ópera. Como ganadores del popular Concurso Viñas, y arropados por la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo, bajo la ágil y flexible dirección de Santiago Serrate, salieron al escenario dispuestos a emocionar al público con su canto. Y lo consiguieron plenamente en uno de los mejores conciertos del Viñas de los últimos años.
Aigul Khismatullina lució una voz ligera, bien proyectada, de agudos limpios y brillantes, en dos famosas arias que exigen buena técnica y mucho aplomo: en la encantadora Caro nome, del Rigoletto verdiano, mostró fina sensibilidad lírica, y en Der hölle rache, la endiablada aria de la Reina de la Noche, de La flauta mágica, de Mozart, impactaron su dominio de la coloratura y su solvente registro sobreagudo.
También apostó por el gran repertorio Iván Ayón, tenor lírico que lució sus cualidades en dos celebérrimas arias de L´elisir d´amore, de Donizetti y La bohème, de Puccini: en Una furtiva lacrima primó los acentos suaves y el fraseo delicado y fue a por todas, sin acabar de templar los nervios, en una matizada interpretación de Che gelida manina de acentos apasionados.
Otra soprano de notables cualidades, la estadounidense Liv Redpath, galardonada con el segundo premio, convenció interpretando con musicalidad, dulzura y delicados matices arias de Le nozze di Figaro, de Mozart, y La sonnambula, de Bellini. Por su parte, el tenor chino Long Long (tercer premio), resolvió con valentía La donna è mobile y, tras la conocidísima página verdiana, mostró un cuidado fraseo en la intensa Aria de la flor de Carmen, de Bizet.
El barítono esloveno Jaka Mihelac (cuarto premio) conquistó justos aplausos con la chispa rossiniana del Largo al factotum, de El barbero de Sevilla, mientras que, quizá por exceso de nervios, convencieron menos la mezzosoprano ucraniana Valentyna Pluzhnikova (quinto) y el contratenor coreano Siman Chung (sexto). Curiosamente, quien sí triunfo a lo grande fue el tenor Juan de Dios Mateos, única voz española en el concierto, galardonado con el premio extraordinario Plácido Domingo a un cantante español, que lució su registro sobreagudo en el aria de los nueve do de pecho de La fille du regiment, de Donizetti.
También gustó mucho, por calidad e intensidad expresiva, la voz del barítono estadounidense Jacob Scharfman, premio de oratorio y lied, que abrió el concierto con una preciosa aria del Paulus, de Mendelssohn.
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