Guarderías que agudizan los sentidos y el desarrollo
Doce centros cuentan con salas sensoriales para niños con necesidades especiales
Cuando María entró en la guardería el pasado curso con un año de edad no se desplazaba ni aceptaba el contacto físico con los adultos. Tampoco dejaba consolarse por nadie que no fueran sus padres. María —nombre ficticio— fue una de las primeras en estrenar la sala multisensorial de la guardería municipal Espronceda de Sabadell, llena de materiales diseñados para fomentar el desarrollo de los pequeños.
“Lo primero que hicimos fue trabajar la confianza y el contacto. Llevamos a la niña a una columna de burbujas donde ella se abrazaba y se dejaba acariciar. Cogíamos un haz de fibra óptica y se lo pasábamos por el brazo. Esto le ayudó a reconocer las diferentes partes de su cuerpo. No se desplazaba porque no tenía seguridad de su propio cuerpo”, explica Laura González, directora del centro. En unas semanas la relación de confianza y el contacto físico se consolidó y en medio año ya gateaba.
Salas multisensoriales como la de la guardería de Sabadell se han extendido a otra docena de centros infantiles de varios municipios. Estos recursos se enmarcan en un proyecto de la Diputación de Barcelona para atender a los menores con necesidades educativas especiales. El ente provincial ha destinado este mandato casi 300.000 euros para financiarlos.
Necesidades especiales
Detectar a un bebé con alguna carencia no es fácil. A esta temprana edad solo están clasificados como niños con necesidades educativas especiales (NEE) aquellos “casos de libro”, como lo definen las educadoras, que son los que padecen una parálisis cerebral o un autismo grave, entre otros. Muchas veces no son las familias las que detectan que algo no va bien, sino las educadoras de la guardería. “A veces ves algo que no cuadra y entonces se habla con la familia, el psicólogo lo evalúa y se determina el procedimiento y la asistencia que debe recibir ese niño”, abunda Conxita Navarro, directora de la guardería municipal Tabalet de Terrassa.
En la guardería Espronceda cuentan con dos niños con algún trastorno diagnosticado, pero hasta una quincena requieren una atención especial, como María. Las educadoras rechazan, no obstante, atribuirles un trastorno concreto a tan corta edad. “A tan temprana edad no puedes etiquetar un niño con un trastorno concreto, porque a veces lo que necesitan es más tiempo. En la etapa del 0-3 se ponen las bases del crecimiento y, si los etiquetas, les marcas el camino. En cambio, con un poco de trabajo, puede ser que se revierta el problema”, subraya Yolanda Martínez, técnica en educación especial de la guardería de Sabadell.
El centro instaló hace un año la sala multisensorial. Un pequeño cartel donde se lee “Espacio Mágico” invita a una estancia que, nada más poner el primer pie, rezuma armonía. Preside una gran pantalla donde se proyecta desde un paisaje nevado a dibujos de cuentos populares. Hay una columna de burbujas, haces de fibras ópticas o una alfombra con líquidos de colores. Una columna de colores que se enciende progresivamente dependiendo del volumen de sonido fomenta el habla, porque a más sonidos, más colores aparecen. O cuando se proyecta un cuento, toda la sala se sincroniza con él.
Por esta sala pasan todos los alumnos, tanto los que presentan alguna carencia como aquellos que pueden tener una necesidad en un momento concreto, como ayudarlos a fomentar el habla. “Puedes controlar el espacio y adaptar la sala según la necesidad y el objetivo que te plantees. El aula no es un chiquipark, no venimos a jugar, sino con un objetivo concreto", subraya la directora. Coincide la responsable de la guardería municipal Tabalet de Terrassa, que también dispone de esta sala: “Los niños más movidos consiguen relajarse en este espacio. El aula ayuda a estimular las diferentes capacidades del alumno, hay un trabajo multisensorial, pero también en el bienestar del alumno y su calidad de vida”.
El responsable del área de Educación del ente provincial, Rafael Homet, considera clave que los niños con algún déficit puedan acudir a la guardería, pero admite que faltan recursos: “Muchas veces las familias no se plantean que su hijo vaya a una guardería. La tradición es la asistencia médica, pero es necesario extender la idea de que la educación hasta los tres años es también una necesidad”.
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