Entre el sarcasmo y la depresión
ERC juega con las fichas del seny, y Junts per Catalunya las de la rauxa. Pero lo que está por encima de todo, me temo, es la rivalidad intrínseca
Las relaciones entre Esquerra Republicana y eso que en su día se llamó Convergència son como la gráfica cardiológica de un arrítmico severo: las sístoles y las diástoles van despendoladas y sin obedecer pautas ni recomendaciones médicas. Y así, no hay quien evite el infarto.
No hablo de ahora, no sólo. Están así, como mínimo, desde el 2003. Recuerden, el año 1 del tripartito. No quieran saber lo que decían entonces unos de otros. Pero aquellos eran tiempos light, en que los gobiernos tomaban medidas sobre sanidad, vivienda o melocotones, sin procés ni twitter. Que rajaran de uno en el 2004 era una ganga, comparado con lo de ahora; no había tantos candidatos a traidores - #nioblitniperdó y todo eso- ni se le amenazaba a nadie con la trena ni se subastaba tan barato una acusación pública de “desgraciado”.
Escenificar una crisis de pareja en un matrimonio que siempre fue tan forzado como el de Charles y Lady Di resulta ahora más trascendente que antaño. Por el momento en que estamos, y porque la ojeriza histórica que se tienen ERC y el espacio convergente afecta ahora decisivamente al Parlament, y al Gobierno. Este martes, las idas y venidas hasta que quedó claro que el pleno parlamentario iba a reanudarse a su hora -ojo, que ya era una hora aplazada desde la semana pasada por el mismo motivo, la manera de reaccionar a la suspensión de los diputados imputados por el juez supremo Llarena- se recibieron con una mezcla de sarcasmo y depresión; los implicados ponían cara de accionista de Lehman Brothers en 2008, y el resto tendía a la ironía: un diputado socialista me comentaba, “ya no somos los únicos botiflers, ahora también está Torrent”. El presidente del Parlament, Roger Torrent, es el próximo candidato a un twitterazo de #nioblitniperdó; los de Ciudadanos están desazonados porque si se meten con él, coinciden con la CUP y con Albert Batet, cara visible de Junts per Cat, que ayer lucía en la solapa una chapa de FREE TOTHOM que es una réplica exacta de la que circula también con el lema FREE JUNQUERAS. Una réplica, digo.
En esta partida, ERC juega con las fichas del seny, y Junts per Catalunya las de la rauxa. Pero lo que está por encima de todo, me temo, es la rivalidad intrínseca. Planteemos por un momento una hipótesis: tras el 27-O, Oriol Junqueras no da el paso hacia la moderación y mantiene la defensa de la vía unilateral. ¿Qué creen que hubiera hecho la otra parte?
He hablado hasta ahora del espacio convergente, y no he sido del todo afinado. El enfrentamiento es entre Esquerra Republicana y una parte de Junts per Catalunya, el sector más próximo a Carles Puigdemont, con Quim Torra como su proyección terrenal. Es un grupo reducido que actúa en el terreno indepe con vocación de vanguardia leninista: tiene guasa, viniendo de donde vienen. Pero no se extrañen, la portavoz de Junts per Cat Gemma Geis citó en el debate a Rosa Luxemburg, la líder comunista alemana asesinada en 1919: Luther King ya no es suficiente.
Esa estrategia de desafío, como digo, no la comparte la mayoría del PdeCat, que anda bastante mosqueado con Lenin. Hace unos días que han empezado a exteriorizarlo. Por el momento, han anunciado una reunión para revisar su estrategia. Será el 12 de octubre (no harán fiesta, “res a celebrar”). Puigdemont no va a estar muy atento: ha anunciado para el mismo día una conferencia…en las Islas Feroe. Tierra danesa de buen bacalao y de selección de fútbol independiente. Así, de entrada, no queda muy céntrico ni geográfica ni políticamente. Pero no hay que sufrir, siempre tendremos el twitter.
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