“Los chinos terminaríamos las obras de la Gran Vía en 48 horas”
Dawei Ding es el creador de China FM, la primera emisora de radio en Europa que emite 24 horas al día en chino mandarín
En el 92.9 de la FM de Madrid se habla chino mandarín las 24 horas al día. Sí, como suena. Su nombre es sencillo: China FM. La comprensión, no tanto. Su público son los 171.906 chinos que viven en la Comunidad de Madrid y su director es Dawei Ding, de 32 años, que aterrizó en Barajas en 2010 para ser corresponsal del Diario del Pueblo. Antes de trasladarse a Madrid, estudió en Pekín Relaciones Internacionales y Filología Hispánica.
Pregunta. ¿A qué hora dan los buenos días?
Respuesta. Arrancamos con un informativo de 8.30 a 9.00.
P. No madrugan mucho.
R. Las tiendas y los restaurantes chinos abren sobre las 9.30 o 10.00. Ten en cuenta que cierran muy tarde los negocios.
P. ¿Cuál es el primer programa?
R. La gasolina de la vida. Hay que empezar el día con energía, con las pilas cargadas.
P. Es un nombre maravilloso.
R. Sí, hoy hemos hablado sobre la propuesta de ley para que los 12.000 estudiantes chinos que hay en España tengan un año más de residencia.
P. ¿De Franco y Cataluña también hablan?
R. Por supuesto. Los oyentes no entienden por qué se tiene que exhumar a Franco si está enterrado desde hace muchos años. Con Cataluña nuestra línea editorial es clara: no a la independencia.
P. Y tendrá tertulianos.
R. (Se ríe) No, no tenemos. Primero tengo que educar a los oyentes. Hay que madurar esa cultura.
P. ¿Conoce a Buenafuente?
R. ¿A quién?
P. Un presentador que el otro día contó que fue con un taxista español que llevaba puesto China FM.
R. Tenemos muchos oyentes. A mí de la radio española me gustan Carlos Herrera y Pepa Bueno. En la vida y en el periodismo no hay que ir con los extremismos.
P. En China hay un poco, ¿no?
R. El sistema político chino no es el occidental, es uno con características chinas. En mi país no hay lo que la gente piensa. Si entras en Internet puedes ver que la gente opina de la contaminación de Pekín o de otras cosas.
P. Para contaminación, la de Madrid.
R. ¡Qué va, esto no es contaminación! Lo que no entienden mis compatriotas es la cantidad de tiempo que se tarda en arreglar las obras de la Gran Vía. ¡No puede ser! ¡Es el centro! Nosotros lo habríamos hecho en 48 horas.
P. Cuando se ponen, se ponen.
R. (Se ríe) La gente tiene demasiados estereotipos. Que si los productos chinos son malos, que si copiamos todo, que si no pagamos impuestos. ¡Ojalá! Todo esto es responsabilidad de los medios.
P. Ya.
R. Aquí el principal problema que tenemos es que los chinos no trabajan con empresas españolas. La mayoría crea su propio negocio con un préstamo. ¡Y hay que pagarlo! Por eso abren todo el día. Luego la familia crece y las segundas generaciones ya están más integradas.
P. Y escucharán su radio.
R. Somos 12 redactores. Interactuamos mucho con los oyentes a través de WeChat [el WhatsApp chino]. No llaman por teléfono por timidez, por eso nos envían mensajes durante los programas. Yo presento uno de entrevistas que se llama Frente a Frente, pero también tenemos de historia, de música, de humor o uno de vinos con un enólogo buenísimo.
P. ¿Ponen música española?
R. ¡Claro! Solemos poner tres o cuatro canciones chinas, una española y una inglesa. Alejandro Sanz nos encanta. Queremos construir una red mundial de China FM. Donde haya chinos, estará China FM.
P. Pues hay muchos.
R. (Se ríe) Tenemos mucha publicidad. Al principio las empresas españolas no entendían cómo trabajábamos. Yo les decía: ‘Pasadme un texto con lo que queráis transmitir y nosotros lo adaptamos al gusto chino porque, si lo traducimos de manera literal, nuestros oyentes no lo entienden’.
P. ¿El gusto chino?
R. Sí, por ejemplo con los coches. A mí me gusta mucho la cuña de ‘Canal Car’ compramos tu coche porque es muy eficaz. Hay que ser directos.
P. Y tanto.
R. Uno de mis sueños es construir un barrio chino de verdad en Madrid. Usera podría ser, pero habría que cambiarlo mucho. Me gustaría un China Town como el de Londres o Buenos Aires.
P. Le encanta Madrid.
R. Me gustaría morir aquí. Mi suegra ya vive aquí, mi hija nació aquí y mi mujer trabaja en la universidad. Estamos muy integrados.
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