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Papeles de la gloria revolucionaria

Una exposición en el Museo del Romanticismo celebra el 150 aniversario de la revolución de 1968

Sergio C. Fanjul
Una de las láminas satíricas que forman parte de la colección sobre La Gloriosa.
Una de las láminas satíricas que forman parte de la colección sobre La Gloriosa.

Aunque es difícil decir con precisión cuánto duró un movimiento sociocultural como el Romanticismo, con frecuencia suele identificarse en España con el reinado de Isabel II, “la de los tristes destinos”. Es decir, desde la muerte de Fernando VII (1933) hasta la revolución de 1868, llamada La Gloriosa, que hizo a la reina exiliarse a Francia y dio comienzo a una nueva etapa (el Sexenio Democrático) en la convulsa y compleja historia de la España del siglo XIX. Con motivo de su 150 aniversario, el Museo del Romanticismo (que, en la calle San Mateo 13, en realidad se ocupa de todo lo decimonónico) dedica a los sucesos de 1868 una exposición titulada La Gloriosa, la revolución que no fue, que se puede ver hasta el 13 de diciembre.

Todo comenzó el 18 de septiembre de 1868 (de ahí que también se la llame Septembrina), cuando el brigadier Topete se levanta en armas en Cádiz, dado el estado de crisis política y económica en el que se encontraba el país, y la continua sucesión de diferentes Gobiernos: el descontento había azuzado la voluntad de muchos de establecer en España un régimen democrático. Su lema: “Viva España con honra”.

Si bien la revolución tuvo el apoyo popular, “no fue en realidad una revolución como tal, sino un movimiento de élites que pretendía el acceso al poder del Partido Progresista liderado por el general Prim”, escribe la comisaria Carmen Linés Viñuales, “no hubo cambios en la estructura social o económica del país, pero sí en el sistema político, además de avances en las libertades recogidos en la Constitución de 1869”. Entre esos avances se cuentan el sufragio universal masculino, la libertad de imprenta, la libertad de culto, el derecho de asociación, la libertad de enseñanza, etcétera.

Gobierno provisional de España en 1868.
Gobierno provisional de España en 1868.Jean Laurent y Minier

Así, con el apoyo del general Serrano las Juntas Revolucionarias se van extendiendo por la península y la revolución, tras la victoria en la batalla del Puente de Alcolea, Córdoba, triunfa en apenas 20 días. Henri Regnault inmortaliza a Prim victorioso entrando en Madrid en un retrato ecuestre que se muestra en la exposición. La pintura de Joaquín Sigüenza Chavarrieta recoge en desfile militar triunfal a su paso delante del Congreso de los Diputados.

Después vendrá un gobierno provisional de Prim y Serrano (retratado en una fotografía de Jean Laurent y Minier), la Constitución de 1869, que instauraba una monarquía parlamentaria, y más tarde el breve reinado de Amadeo de Saboya y el misterioso asesinato de Prim en la madrileña calle del Turco. La cromolitografía de Gisbert y Jiménez, de 1871, muestra al rey Amadeo visitando al cadáver del general Prim. Las dificultades para el nuevo régimen no eran pocas: rebelión en Cuba, conflictividad social, el incumplimiento de promesas como eliminar las quintas (la forma de reclutamiento de la que, además, los ricos se salvaban pagando), etc. Por último, la Primera República. Y finalmente, después de los sucesivos fracasos, los borbones regresarán, en la figura de Alfonso XII: sería la llamada Restauración Borbónica.

Moneda de cinco pesetas emitida por el Gobierno provisional en 1870.
Moneda de cinco pesetas emitida por el Gobierno provisional en 1870.

En la exposición, montada con fondos del propio museo, se puede ver el curso de la historia en los diferentes documentos, pinturas o fotografías, como esos siempre hipnóticos retratos de los prohombres de la segunda mitad del XIX, como el del general Narváez, el de Salustiano de Olózaga, o el afiche que reúne la efigie orgullosa de “los gefes (sic) libertadores de España”, Prim, Topete y Serrano.

Es de interés el nacimiento en aquella época de la prensa satírica, gracias a la flamante libertad de imprenta, de la que se da muestra en la exposición con ejemplares de periódicos de la época como Jeremías o El pájaro rojo, que muestran viñetas políticas. “Muchas de estas publicaciones incluían ilustraciones humorísticas ya que los rostros de los políticos se hicieron cada vez más conocidos por el público, fundamentalmente en entornos urbanos”, explica Linés, “la inclusión de estas caricaturas en las páginas de los periódicos era una forma de atraer lectores, además del habitual regalo o venta, junto con la gaceta, de barajas, almanaques, mapas, etc. Se produjo una auténtica edad de oro del humor gráfico en España”. Precisamente, otra curiosidad es la baraja revolucionaria, que en vez de sotas, caballos y reyes, tiene por figuras a los héroes de la revolución. Le falta, curiosamente, el as de oros, como si alguien lo hubiese utilizado a modo de amuleto o de marcapáginas.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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