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Los chabolistas de Glòries se dividen en otros campamentos

Un vigilante controla que el solar no sea de nuevo ocupado

Alfonso L. Congostrina
El solar donde estaba el campamento totalmente vacío
El solar donde estaba el campamento totalmente vacíoMassimiliano Minocri

Un vigilante dentro de un barracón de obra y rodeado por los restos de lo que fuera uno de los campamentos más grandes de chabolas en pleno centro de Barcelona, junto a la plaza de las Glòries, mantiene el solar libre de chabolistas y a punto para que en unas semanas se comiencen a construir bloques de viviendas. Las más de sesenta personas que malvivían en el poblado se han repartido en otros asentamientos más pequeños porque como suelen afirmar los responsables municipales: “No se volatilizan”.

El pasado 24 de julio la Guardia Urbana accedía, junto con un grupo de operarios conduciendo pequeñas excavadoras, al campamento cronificado en la manzana comprendida entre las calles Pamplona y Álava y Bolivia y Tánger del distrito de Sant Martí. Junto a los agentes, varios técnicos del Centro de Urgencias y emergencias Sociales de Barcelona (CUESB) informaron a los chabolistas —se calcula que últimamente vivían 60 entre ellos tres bebés y dos menores— que el Consistorio les ofrecía la posibilidad de realojarlos en pensiones o albergues. Pocos aceptaron el ofrecimiento y mientras los agentes iban desalojando la zona se daban prisa en recoger, todo lo que podían, para trasladarse a otros lugares.

Ayer había restos de muñecas, una bañera de bebé, platos rotos y una bombona de butano pero ni una de las chabolas en pie. Parecía un campo yermo en los que a fuerza de fijarse aparecían rastros, casi arqueológicos, de lo que fue la vida en ese lugar.

De hecho, la zona no es la primera vez que vivía un desalojo. En abril de 2016 la Guardia Urbana vació una antigua nave en la calle Pamplona donde llevaban ocho años viviendo 46 personas. Después su propietario la tiró al suelo y la convirtió en un solar. Precisamente el mismo espacio en que volvieron, tras el derribo, los chabolistas expulsados el pasado 24 de abril.

Viviendas inminentes

Ayer parecía que el solar, enfrente del Teatro Nacional y los Encantes, no volverá a convertirse en un campamento como el que ha venido asomando intermitentemente los últimos años. Una inmobiliaria va a construir un edificio de viviendas y justo al lado, de hecho, donde estaban las antiguas naves destruidas en 2016, el Ayuntamiento construirá una zona verde.

Ayer a escasos metros de allí, en la Diagonal, frente a la torre Agbar, decenas de personas curioseaban y compraban en uno de los denominados mercados de la miseria. Uno de los lugares donde chatarreros venden cualquier cosa procedente de un contenedor de basura que otra persona esté dispuesta a comprar. Entre ellos se encontraban varios de los antiguos inquilinos del antiguo campamento. “Nos buscamos la vida”, explicaba una joven con una sonrisa forzada. Admite que tras el desalojo del campamento se trasladaron a otro solar de la ciudad situado en el distrito de Sant Martí. “Nos ganamos la vida aquí”, dice señalando el suelo del mercado de la miseria. Un mercado que va cambiando su ubicación dependiendo de la presión policial pero que no abandona la zona de Glòries.

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