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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Adolescentes emigrantes, un reto y una oportunidad

Nos hace falta más colaboración y lealtad por parte del Gobierno para afrontar retos para la emancipación

La Cruz Roja atiende los migrantes llegados esta semana en Barcelona.
La Cruz Roja atiende los migrantes llegados esta semana en Barcelona.Joan Sánchez

En los últimos años ha crecido el fenómeno de adolescentes que emigran a nuestro país sin ningún adulto que los acompañe. En 2015, el sistema de protección a la infancia de la Generalitat atendió cerca de 400 adolescentes emigrantes, desde entonces cada año se ha doblado el número de adolescentes emigrantes atendidos por el sistema de protección a la infancia. Este 2018 está previsto que superen los 3.000 adolescentes emigrantes atendidos.

Sobre el fenómeno migratorio se ha puesto el foco mediático alrededor de la emergencia: personas cruzando la frontera sur o barcos que recogen refugiados. Aprovecho para decir que el Departament de Treball, Afers Socials i Famílies ha hecho un esfuerzo en que esta acogida de emergencia sea en las mejores garantías: hemos doblado el equipo de educadores y conductores para que se evite la tensión simbólica que puede suponer que la primera atención de estos adolescentes la reciban de la autoridad policial en lugar de un educador.

Pero más allá de esta acogida de emergencia hay un esfuerzo de movilización de recursos y creación de plazas de acogida. Las entidades del tercer sector también han volcado toda su capacidad para crear equipos humanos y ponerlos a disposición para atender a estos adolescentes. No me gustaría que este esfuerzo quedara olvidado por no salir tanto en las fotos como las llegadas de barcos con refugiados.

Quiero poner el énfasis en cómo gestionamos como sociedad esta realidad una vez superada la fase de emergencia. Cómo trabajamos la acogida y la integración. Estos adolescentes tienen unas necesidades diferentes a los niños y adolescentes que acoge la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència. Estos adolescentes han hecho un proceso migratorio, la mayoría estaban estudiando secundaria y algunos tienen experiencia laboral en sus países de origen. Su proceso migratorio es muy parecido al de un adulto, aunque no dejan de ser adolescentes menores de edad.

La complejidad de la acogida y el trabajo que hacemos desde el Govern es facilitar muchos elementos que después han de poder servir en su integración y para desarrollar un proyecto de vida propio. Pero antes de ser autónomos han de poder regularizar su situación, recibir formación en catalán y castellano, hacer una inmersión de conocimiento del entorno y entender la sociedad que los acoge. Les ayudamos a clarificar su proceso migratorio. Hacemos atención psicológica y acompañamiento en la creación de redes y vínculos sociales ya que su integración no solo pasa por un lugar donde dormir o un trabajo.

Una vez llegan a la edad adulta algunos pasan a l’Àrea de Suport als Joves de la Generalitat en pisos de autonomía para acabar de hacer su regularización, otros entran en algún programa formativo profesional y otros ya inician su emancipación y les ayudamos a encontrar trabajo. Pero creo que no estamos aprovechando todo su potencial. Queremos iniciar proyectos de mentoría social como los iniciados para los refugiados que profundicen aún más su capacidad de emancipación.

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Nos hace falta más colaboración y lealtad por parte del Gobierno para afrontar estos retos. Muchos de estos adolescentes que han entrado por la frontera sur y por costas, acaban derivando hacia Cataluña sin haber tenido la primera acogida de emergencia y sin conocer sus derechos. Además, necesitamos más transparencia del Estado en todo el tema de flujos migratorios. La situación actual impide realizar ninguna planificación a pesar de que el Estado conoce el movimiento interno de personas migradas. Por otro lado, es el Gobierno quien distribuye los recursos de atención a los refugiados y hace falta que ejerza su responsabilidad. Por último, necesitamos que el Estado agilice que estos adolescentes tenga derechos de ciudadanía: los permisos de residencia y trabajo son esenciales para su integración. Alargar la situación de irregularidad administrativa solo alarga la situación de vulnerabilidad de estos jóvenes.

Hemos de ser conscientes de que este es un fenómeno en crecimiento. Cada vez más adolescentes emigrantes sin referente familiar llegarán a nuestro país, pero hemos de entender que esta llegada es una oportunidad, son personas que buscan arraigarse en nuestra tierra, trabajar y hacer un proyecto vital propio. Son adolescentes y jóvenes que han sido emprendedores, han arriesgado y han salido de su país sin la protección de un adulto y tienen mucha energía y potencial. Con el acompañamiento a la vida adulta, la inserción social, la mentoría social y otros proyectos que aprovechen su energía y capacidad creativa evitaremos no sólo tener una bolsa de jóvenes excluidos socialmente sino que tendremos unos nuevos ciudadanos con proyectos que darán un retorno a la sociedad de acogida.

Toda la inversión en estos adolescentes que vaya hacia su integración será una inversión que retornará al país con sus proyectos, su trabajo y que nos enriquecerá.

Chakir El Homranies consejero de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias

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