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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Humanicemos las cifras

Necesitamos medidas que nos permitan avanzar hacia un modelo social diferente, que posibilite la autonomía de las personas

Acampada de un grupo de personas sin hogar en el centro de Barcelona
Acampada de un grupo de personas sin hogar en el centro de Barcelona Massimiliano Minocri

El Roto es un dibujante conocido por su capacidad para captar la rendija de cinismo presente en nuestra sociedad, poniendo de relieve a menudo las incoherencias (incluso ‘perversiones’) de nuestras políticas. En mi opinión, dos de sus viñetas son especialmente reveladoras en cuanto a la relación entre las cifras y las personas. En la primera, un único personaje afirma: “Cuanto más miro los números, más borrosas veo las personas”. En la segunda, asistimos a un diálogo entre dos personas. “Detrás de los números hay personas”, dice una de ellas. “Pues que se retiren”, contesta la otra.

Es evidente que el conocimiento cuantitativo de las diversas realidades nos ayuda a dar una mejor respuesta, nos permite una lectura más precisa y establecer tendencias. Los últimos años han sido ricos en informes sobre pobreza y desigualdades: feminización de la pobreza, pobreza energética, pobreza infantil, exclusión residencial... Estos adjetivos nos sirven para segmentar las propuestas sin parcializar el fenómeno. No podemos olvidar que la pobreza es una, aunque se presente con varios rostros. Las respuestas no pueden ser parciales, sino transformadoras y de cambio de modelo.

Hace pocos días se publicaron los datos de pobreza en Cataluña del año 2017 (Encuesta de condiciones de vida 2017, Idescat). No podemos decir que nos sorprendan, desgraciadamente. Han confirmado lo que desde las entidades sociales ya advertíamos en nuestro día a día. La tasa de riesgo de pobreza ha subido ocho décimas en relación a 2016 y se sitúa en un 20%. La mayoría de los indicadores muestran un empeoramiento, a excepción de la privación material severa, que ha bajado ligeramente (del 5,5% en 2016 al 5% en 2017). Esta es una buena noticia, junto con que se ha reducido el número de personas que tienen dificultades para llegar a fin de mes. Pero no es suficiente. Tal y como señala la Taula d’entitats del Tercer Sector, en el aumento de la tasa de riesgo de pobreza es especialmente preocupante el de la población de menos de 16 años (se sitúa en un 28,5%, 4,5 puntos por encima del 2016). Esta cifra debe ponerse en relación con otros informes como La transmisión intergeneracional de la pobreza de la Fundación FOESSA, o Aquí, hoy, todavía de Save the Children. Cerca de 250.000 niños son pobres en Cataluña (uno de cada cuatro). El riesgo de pobreza es mayor para las familias con hijos a cargo.

Cabe destacar la subida de medio punto del riesgo de pobreza en las personas mayores, de un 15,5%. Si bien no parece especialmente representativo, apunta a una situación ya conocida: la sobrecarga que sufren las personas mayores en cuanto a su contribución en la economía doméstica, una situación que a menudo conlleva pérdida de autonomía y de capacidad adquisitiva. Finalmente, y como aviso para navegantes, hay que detenerse en el porcentaje de población con intensidad de trabajo muy baja, que sube 1,6 puntos y se sitúa en un 8,8%. Esta también es una realidad conocida por nosotros. La precarización del empleo dificulta las posibilidades de promoción social. Ya hace tiempo que tener un trabajo remunerado no garantiza los mínimos para vivir. Solo tenemos que poner en relación los salarios y el precio del alquiler, por ejemplo. Los trabajadores y trabajadoras pobres son, pues, otra cara de la pobreza.

Necesitamos medidas que nos permitan revertir estas situaciones y avanzar hacia un modelo social diferente, que posibilite la autonomía de las personas y haga de la nuestra una sociedad menos desigual. Es evidente que la renta garantizada de ciudadanía puede favorecer este cambio, ya que supone una nueva mirada a las políticas sociales, al tiempo que puede ser una herramienta útil para empoderar a las personas. Ahora bien, no es suficiente. La inversión en educación (más allá del marco académico), la puesta en marcha del salario mínimo y las medidas para la creación de vivienda social, entre otros, son indispensables.

Ojalá la próxima Encuesta sobre Condiciones de vida refleje una situación diferente. Nosotros nos esforzaremos para que así sea, porque no estamos hablando de números. Estamos hablando de personas.

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Sonia Fuertes es presidenta de Entitats Catalanes d'Acció Social (ECAS)

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