Madrid, cuna del talento musical
La capital se ha convertido en un referente dentro de los circuitos de música independiente
La escena musical madrileña ve nacer cada año nuevos artistas que aspiran a hacerse un hueco dentro de este “mundillo” que les recibe con una feroz competencia. Sin embargo, no todos lo consiguen. “La música requiere de muchísimo trabajo, no basta con ensayar, grabar un par de temas y dar conciertos. También hay que contactar con salas, organizar directos y venta de entradas, diseñar carteles y realizar tareas de promoción. Esto último es esencial para llegar al gran público”, explica Iván Lionel, coordinador de Frecuencia Urbana, una plataforma que, desde hace cinco años, trabaja para visibilizar el talento musical emergente de la capital. “Suele ser desbordante para aquellos que están empezando; nuestra labor es ayudarles en estos primeros pasos”, añade.
Además de producir, el cometido de Frecuencia Urbana es reeducar al público en su actitud hacia la música. “Es muy difícil descubrir nuevos talentos si no se respeta ni valora su trabajo. Yo lo entiendo como un problema social: a menudo, la música se percibe únicamente como una forma de entretenimiento y es muy común oír a gente hablando durante un concierto sin mostrar el menor respeto por el artista. Eso jamás pasaría, por ejemplo, en una obra de teatro”, lamenta Lionel.
Álvaro Pérez, cofundador de Basik Sessions, otra plataforma que trabaja para visibilizar el talento musical emergente, cree también que “debemos cambiar la forma de consumir música”. “La clave está en conectar al público con el artista en un ambiente más íntimo y respetuoso”. Basik Sessions organiza de tres a cuatro conciertos mensuales en Espacio Muelle 36 (calle de Hilarión Eslava, 36), con carteles compuestos únicamente por músicos emergentes. “Nuestra idea es crear una gran comunidad de personas que disfrutan con la música y que apuestan por el formato de estos conciertos”, cuenta Pérez.
Las redes sociales han revolucionado la forma de entender la música, estableciendo un canal de comunicación directo entre público y artista. “Por eso es tan importante reinventarse y ofrecer algo que las redes no puedan”, dice Lionel. Aunque no parezca nada novedoso, ese algo es el espacio físico, una fórmula que, en el caso de Sofar Sounds, funciona muy bien. Esta plataforma organiza conciertos en casas privadas en los que el cartel se descubre in situ. “La gente acude con la mente totalmente abierta y eso hace que la experiencia sea mucho más gratificante”, asegura su directora, Almudena Pedreño.
Sofar Sounds se fundó en Londres hace nueve años y hoy está presente en 403 ciudades del mundo. Madrid se incorporó a esta comunidad musical en 2015, y desde agosto del año pasado ostenta el rango de ciudad full-time —que tan solo tienen 10 ciudades, entre las que se encuentran Londres, Los Ángeles y Nueva York—, organizando hasta una decena de conciertos mensuales. “Madrid es un enclave importantísimo para la música. Aquí convergen personas de todas partes del mundo que fusionan estilos y enriquecen la escena musical. Además de los artistas internacionales que escogen nuestra ciudad para girar, hay otros, también de fuera, que se establecen aquí para lanzar sus carreras”, dice Pedreño. Y añade: “Madrid ha pegado un gran empujón cultural en los últimos años sobrepasando a Barcelona, y todavía le queda mucho que explotar”.
Otra plataforma que ha conseguido catapultar internacionalmente al circuito musical independiente de la capital es Balcony TV. La plataforma —fundada en Dublín en 2006— graba conciertos de artistas emergentes en la azotea del emblemático hotel Emperador de Gran Vía y los difunde a través de su página web.
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