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La alcaldesa se apunta al lazo amarillo

El Ayuntamiento barcelonés y las sedes municipales lucen el símbolo pidiendo la libertad de los políticos presos

Alfonso L. Congostrina
La fachada del Ayuntamiento de Barcelona  con lazo amarillo
La fachada del Ayuntamiento de Barcelona con lazo amarillo Joan Sánchez (EL PAÍS)

Los lazos amarillos con los que los independentistas reivindican la libertad de los cuatro dirigentes del procés que se encuentran en prisión preventiva —imputados por rebelión, sedición y malversación— han pasado a formar parte del paisaje catalán. Los hay en balcones, carreteras, farolas... casi en cualquier espacio público. El Ayuntamiento de Barcelona no es una excepción y, pese a la gran carga política de estos lazos, la alcaldesa Ada Colau ha permitido que cuelguen en la fachada principal del Consistorio y en varias sedes municipales.

La popularidad del lazo amarillo se extendió cuando el 16 de octubre la juez Carmen Lamela ordenó el ingreso en prisión de los líderes independentistas Jordi Sànchez y Jordi Cuixart acusados de un delito de sedición. El 26 de octubre, la CUP accedió al balcón principal del Consistorio y colgó una pancarta que rezaba: “Libertad Presos Políticos”. El equipo de gobierno instó a que se retirara. El 2 de noviembre Lamela ordenó el ingreso en la cárcel del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras y del resto de exconsejeros (finalmente quedarían dos en prisión: Junqueras y Joaquim Forn). Entonces el PDeCAT, ERC y la CUP pidieron volver a colocar el cartel de la formación antisistema. Barcelona en Comú apoyó la petición y en el balcón quedó colgado el mensaje. Días más tarde, la Junta Electoral ordenó retirar la pancarta pero, tras los comicios, la alcaldesa colocó un lazo amarillo en la fachada del Consistorio y en otras dependencias municipales.

Jaume Ciurana, portavoz del PDeCAT, recuerda que su formación tomó otra iniciativa y confeccionó con unos folios el mensaje “Libertad presos políticos”. Los colgaron en las ventanas de los despachos del partido. “A nosotros nos denunció un jurista de Zaragoza y la Junta Electoral nos obligó a retirar los folios. Después cambiamos el mensaje: ahora pedimos la libertad para nuestro compañero Joaquim Forn”, aclara. Ciurana acusa a Colau de apoyar “de forma muy limitada la denuncia contra la represión del Estado”. “A la alcaldesa sólo la hemos visto con el lazo amarillo en la solapa el mediodía que recibió a los familiares de los presos. Por la tarde ya no lo llevaba”, denuncia. Alfred Bosch, de ERC, también se muestra favorable a la colocación de símbolos: “A nosotros nos molestan los presos políticos, no los lazos que recuerdan su existencia por delitos inventados”.

Por el contrario, la líder de Ciudadanos, Carina Mejías, afirma: “Hemos pedido por activa y por pasiva que se quiten los lazos porque las instituciones no son el lugar para reivindicar nada ni deben usarse para presionar a jueces intentando influir en sus decisiones”. Jaume Collboni, del PSC, antiguo socio de gobierno de Colau, remarca que la prisión preventiva de los exconsejeros y los líderes de las entidades secesionistas es “desproporcionada”. Pero se desmarca del despliegue de lazos: “El Ayuntamiento es la casa de todos los barceloneses. Hay que ser muy cuidadoso al colocar símbolos en los edificios institucionales que representen al conjunto de la ciudadanía. Consideramos que es un gesto más, entre muchos otros, de la señora Colau hacia el independentismo”.

Alberto Fernández Díaz (PP) también carga contra la primera edil: “Colau, con su permisividad, es el álter ego independentista en Barcelona. ¿Cómo va a retirar los lazos amarillos en la calle si es la primera que lo ha puesto en el Ayuntamiento?”.

Por su parte, María José Lecha, de la CUP, denuncia: “El Consistorio debe condenar mucho más explícitamente la situación. No es suficiente con los lazos amarillos, se debe dejar claro el mensaje de condena al encarcelamiento de presos políticos”.

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Un portavoz del equipo de gobierno defendía ayer la colocación de los lazos en las dependencias municipales como “símbolo para denunciar la situación excepcional en la que vive Cataluña”. La misma fuente asegura que el lazo no muestra una postura independentista sino que “es una posición de derechos humanos y de libertad que han defendido organizaciones como Amnistía Internacional”.

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