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Hotel o piso turístico, dos modelos con tensiones

Andalucía ofrece 297.000 plazas hoteleras frente a otras 153.000 registradas como viviendas para hospedar a viajeros

Javier Arroyo
Una turista, por el centro de la capital granadina.
Una turista, por el centro de la capital granadina.M. ZARZA

Costa, ciudad, montaña, pueblo. Viajar por el propio país o salir al extranjero. Son decisiones que hay que tomar antes de empezar a preparar un viaje. Pero, en los últimos años, el turista se enfrenta a otro dilema ¿Hotel o piso turístico? O, en otras palabras, ¿servicio completo o nos hacemos la cama y algunas noches cenamos en casa? De esa elección depende no solo el viajero, sino la economía del sector turístico y la fisonomía de las ciudades.

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El flujo de turistas en las urbes ha cambiado. Hay viajeros con maletas yendo y viniendo en calles sin hoteles. Buscan viviendas turísticas que pueden estar en cualquier bloque de pisos. Los datos oficiales de la Junta de Andalucía cifran en 29.520 las viviendas de uso turístico registradas, con capacidad para albergar a casi 154.000 personas. Eso, solo en viviendas legalizadas, porque el sector hotelero estima que se duplican con las que se ofertan pero no están oficialmente registradas. En el otro lado, la oferta turística andaluza de hoteles, hostales, hoteles apartamentos y pensiones superan las 297.000 plazas.

El escenario se ha trasladado de las playas al centro de las ciudades con las plataformas de alquiler de casas como Airbnb o Homeaway. Obligado por las circunstancias, Booking, que en su origen solo ofrecía habitaciones de hotel, también se ha apuntado al negocio. El coste de esta intermediación ronda el 15% del precio de la habitación.

“Son culpables de la masificación en los centros urbanos y del incremento demencial de alquileres. Además, una gran mayoría no se atiene a ninguna normativa y es pura economía sumergida”, declara Trinitario Betoret, presidente de los hosteleros de Granada. Por su parte, los gestores de hoteles achacan la turismofobia a estas dinámicas.

No comparte esta visión el presidente de la asociación de viviendas turísticas de Andalucía, Carlos Pérez Lanzac. “Si existe masificación es responsabilidad de una deficiente planificación turística”, dice Pérez Lanzac, que diferencia la opinión de los hoteleros de la de los hosteleros. “La vivienda turística genera un impacto mayor en la hostelería que en el hotel”, afirma. Desde la plataforma Homeaway, Joseba Cortázar, responsable de comunicación para el sur de Europa, opina que los pisos turísticos son un complemento a los hoteles: “Un mismo cliente puede ir, según la ocasión, a un hotel o a una vivienda turística”.

Juana, nombre ficticio, gestiona varias viviendas turísticas en Granada. Empezó con un par de ellas, llevaba el contacto con las plataformas, la limpieza, la entrega de llaves y la atención al cliente. “Pero era insostenible. No paraba. El cliente llegaba a cualquier hora y si algo se estropeaba había que acudir corriendo. Un horror”, recuerda. Decidió ampliar su oferta y contratar gente para esas tareas. Ahora son cinco personas que gestionan casi 20 viviendas que le resultan rentables. Juana acota el éxito del modelo: “Llevar una o dos viviendas no tiene futuro. Ganas un extra pero no compensa las molestias”, dice.

Airbnb reconoce una ganancia media por propietario en Andalucía de 2.700 euros al año, unos 225 al mes. Por su parte, Juana asegura que vive del negocio con holgura. “Un mes flojo tiene una ocupación media del 70% y uno bueno del 90%”, señala. Los hoteleros estiman sus porcentajes de ocupación exactamente en la mitad, un 35% y un 45% respectivamente.

Los hoteleros se quejan de que ellos invierten, crean empleo, pagan impuestos, algo que se ve muy minimizado, dicen, en el caso de plataformas y viviendas turísticas. “Es evidente que una vivienda no tiene los mismos requisitos. Ofrecemos un servicio diferente y el cliente lo sabe”, dice Cortázar de su gestión de estas viviendas, que desde julio tendrán que comunicar a Hacienda las transacciones, incluyendo los nombres de las dos partes.

Los gestores de hoteles protestan ante nueva realidad, pero consideran que su negocio sigue boyante. “No nos preocupa mucho el piso turístico económicamente, con ellos o sin ellos, 2016 y 2017 han sido unos años espectaculares. Nos preocupa como elemento que distorsiona”, asegura Óscar Perelli, director de estudios de Exceltur.

Una regulación para registrar las casas particulares

La desregulación de las viviendas turísticas provocó que la Junta de Andalucía aprobara en 2016 una ley que obligaba a los dueños de las casas a registrar los inmuebles para este uso en una base de datos. “Este sistema ha venido para quedarse y había que regularlo”, declara Carmen Arjona, directora general de Calidad, Innovación y Fomento del Turismo de la Junta, que admite que su negociación con las plataformas no es fácil. “El objetivo de la Junta es generar un espacio transparente, seguro y legal. Por eso insistimos a las plataformas para que solo anuncien viviendas registradas como turísticas”, dice.

Airbnb y Homeaway incluyen un espacio para el número de registro, pero en ninguna es obligatorio. Auque Airbnb ya ha anunciado que requerirá ese número a los nuevos clientes. “Pero tienen una base de miles de propietarios ya operativos, sin ningún registro, a los que no eliminará ”, aclara Arjona. “Si los usuarios quieren, tienen un lugar donde exhibir su número de registro, pero no es obligatorio. La labor inspectora es de la Administración”, señala Joseba Cortázar, de Homeaway.

La repercusión en la masificación de los centros urbanos plantea distintos culpables, según quien haga el análisis. Para los hoteleros, recae en estas viviendas legales o ilegales, y para las plataformas, los Ayuntamientos no planifican bien. El alcalde de Granada, Francisco Cuenca, valora definir en qué espacios de la ciudad no se van a permitir licencias para esta práctica, como en San Sebastián o Barcelona.

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