Un festín en familia
El madrileño Víctor Membibre, de 23 años, cocina en un restaurante con mucha tradición
El madrileño Víctor Membibre, de 23 años, cocina en un restaurante con mucha tradición. Lo fundaron sus abuelos en 1967 y lleva el apellido familiar: Membibre (Guzmán el Bueno, 40; unos 65 euros). Tras la primera generación, el padre del joven cocinero se puso a los fogones hasta que le pasó el testigo a su hijo. Víctor entro en la cocina hace dos años y en la última edición de Madrid Fusión peleó por el título de cocinero revelación. “Por unos pocos votos”, según aclaró la organización del congreso gastronómico, Membibre quedó en el segundo puesto. A pesar de ello, la locura ha llegado sus mesas: “El restaurante [con mesas para unas 90 personas] lleva llenándose desde los años setenta”, cuenta Víctor, que se formó en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid. “Ahora es la locura; el teléfono no deja de sonar”.
“Las recetas son las originales”, deja claro el cocinero. “Lo que nos ha hecho destacar ahora ha sido la mezcla”, apunta su padre, Manuel Membibre. Víctor desde los 16 años ya enredaba por el restaurante, en el que también están implicadas su madre (coordinando el pase) y su hermana (aún estudiando para jefa de sala).
Los afortunados que consiguen una mesa se pueden dejar llevar por la textura de unas imponentes alcachofas con almejas; por el sabor de un original chilli crab de changurro (servido en el caparazón del cangrejo y con un polvo de carabinero que estalla en la boca); por cualquiera de sus suaves pescados a la brasa o deleitarse con sus carnes (ojo a la cerceta con nabo y trufa). Todo regado con vinos de su generosa y acertada carta (desde los 20 euros hasta los 300). Ante la duda, dejarse llevar por el sumiller, que recomienda botellas como las que salen de la bodega El escocés errante, del Máster of Wine Norrel Robertson: un Manda Huevos, tinto con cuerpo y originalidad. En la línea del restaurante.
En tres ideas
Lo mejor... La equilibrada mezcla entre tradición y modernidad.
Lo peor... Que alguno se equivoque y le eche para atrás su estilo clásico, de restaurante de toda la vida.
Ideal para ir con... Cualquiera que aprecie el buen comer y quiera quedar bien en un plan familiar o de trabajo.
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