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Los Aiguamolls de l’Empordà sufren la peor sequía del siglo

La falta de agua afecta a la población de aves y peces y también mantiene en alerta a los agricultores de la zona

Un verano caluroso, la escasez de lluvias en los últimos meses y el fuerte viento de tramontana que seca todo a su paso, han resultado ser un cóctel que ha dejado parte del Parque Natural dels Aiguamolls de l’Empordà (Alt Empordà) con un preocupante déficit de agua. El director del Parque, Sergio Romero de Tejada, reconoce la situación en estos momentos es “relativamente preocupante” porque afecta a la fauna -sobre todo aves- pero recuerda que “a la que llueva la situación se revertirá y se recuperará totalmente”. Confía en que las lluvias de este febrero empiecen y restituyan la situación en las zonas más afectadas de las 4.721 hectáreas de parque y se vuelva a la normalidad. No todo es negativo este año se ha llegado al récord de ocas, 400.

Estos humedales, de importancia internacional para las aves acuáticas, en la confluencia de los ríos Muga y Fluvià y están formados por zonas de salinas costeras, lagunas, lagos, canales de drenaje y humedales de agua dulce. Son refugio de todo tipo de aves y por lo tanto son un espacio ideal para su observación. A pesar de que el parque siempre tendrá zonas de agua, porque algunas de sus lagunas están por debajo del nivel del mar, la falta de lluvia ha reducido drásticamente la zona pantanosa. Esto hace que las aves se refugien en lugares con mejores condiciones, como por ejemplo en la Gola del Ter o l’Estany de Banyoles.

Las zonas más afectadas, porque dependen exclusivamente de las precipitaciones, son las Reservas Naturales Integrales (RNI) de Els Estanys y Les Llaunes, donde de unas 500 hectáreas inundadas igual quedan unas 70 hectáreas.

El año pasado cayeron 367 l/m2 cuando la media de los últimos 17 años había sido de 570 l/m2. Estos 200 litros menos de lo habitual y la mitad de lo que sería óptimo en un ecosistema que depende de las lluvias, se ha reflejado en la fuga de aves. Aunque sigue habiendo, la disminución es evidente, sobre todo del ánade real, la especie más abundante en el PNAE de la que se llegaron a contar hasta 12.000 ejemplares en 1979. En los últimos años la media era de unos 5.500 y en el censo de este enero solo se han contabilizado unos 1.200. También ha afectado a la población de ánade friso.

La población de peces en la zona de Vilaüt, que conecta con el mar a través de canales, ha sufrido también un evidente descenso. El flujo entre el mar y las lagunas permite que los peces pasen del agua salada al agua dulce, pero al haberse secado los canales ha desaparecido la conexión con el mar. Los peces han quedado en las aguas estancadas y han ido disminuyendo por su propia mortalidad o por depredación. “Nada que un buen temporal de mar no arregle”, mantiene Romero de Tejada.

A parte de la zona de Aiguamolls, el Parque Natural aúna también campos de cultivo de propiedad privada. Su situación es más crítica. Uno de los agricultores es Joan Dalmau. Ya ha perdido 20 hectáreas de colza y teme por sus otras cosechas.

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Dalmau está preocupado por la falta de lluvias y porqué el sistema de regadío de la vertiente izquierda de la Muga depende del río y del embalse Darnius-Boadella, que es estos momentos se encuentra a una capacidad del 36’07%, cuando el año pasado estaba a 49’1%. “Si baja más comportará restricciones y que se priorice el uso de agua de boca de las localidades de la cuenca y no podremos regar los campos”, se lamenta. “El momento crucial será la primavera, pero ahora ya debería empezar a llover”, mantiene.

Ante lo que considera un “régimen de lluvias cada vez más pequeño” debido al cambio climático, hace un llamamiento a quien esté al frente de la Consejería de Agricultura para que “creen una línea, de acuerdo con la situación climatológica, con ayudas y medidas que potencien los cultivos que necesiten menos agua”. En la actualidad muchos plantan maíz porqué es una de las variedades vegetales con más salida en la alimentación humana, pero cree que “se debería potenciar el cultivo de alfalfa, que necesita muy poco agua y es una gran proveedora de proteína vegetal para el ganado”. Además, ve necesario regular un uso de lo que cree que cada vez será “un bien más escaso y preciado”.

Dalmau coincide con Romero de Tejada en que la situación preocupante en que se encuentran se revertirá en cuanto caigan entre 80 o 120 litros. Están a la espera.

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