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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El problema eres tú

Bruselas no está lejos, aunque demasiado, quizás, para captar lo que está sucediendo en la sociedad catalana. Posiblemente es esto lo que le pasa a Puigdemont

Francesc de Carreras
Carles Puigdemont, en Dinamarca.
Carles Puigdemont, en Dinamarca.j. NACKSTRAND (AFP)

Sería conveniente que alguien de su confianza le advirtiera que ahora, en esta coyuntura concreta, una gran mayoría de catalanes, incluso muchos de los que le votaron y buena parte de la dirección de su partido, opina que el problema es él. El problema más inmediato, se entiende, ya sabemos que la solución al problema general, el que reflejaron las pasadas elecciones, va para largo. Pero un país no puede estar perpetuamente estancado, en la pendiente de la decadencia, desangrándose y sin salida clara, pero con Puigdemont siguiendo en su empeño de ser el presidente legítimo.

En cierto modo recuerda al mexicano Andrés Manuel López Obrador cuando perdió las elecciones hace doce años y paseaba por todo su país revestido con la banda presidencial para que quedara claro que era el presidente legítimo. Grotesco y patético. Que tome nota Puigdemont. Porque AMLO, como se le llama a López Obrador, se ha reinventado y con una actitud distinta es muy posible que gane las próximas elecciones presidenciales de este año. Entonces será el presidente legítimo, así lo reconocerán todos.

Puigdemont y muchos de los suyos, todos los suyos, despreciaron la ley y el derecho. Entre otros este fue su gran error. El derecho es la moral escrita de una sociedad. Nadie se fía de alguien que sea inmoral, a menos que él también lo sea. Los pillos se entienden entre sí. Pero en el mundo actual las reglas que rigen a las sociedades tienen una característica: deben ser estables. No en el detalle sino en sus ejes básicos. A esto se le llama seguridad jurídica: debo planificar mi vida, saber de qué mal he de morir. Si no es así me voy a otro lado. Cataluña es un gran país, pero hay también otros muchos que también lo son, en España, en Europa y en el mundo.

Eso es lo que ha pasado: las empresas se van, las nuevas inversiones también, el turismo se retrae, los investigadores dudan. Por eso están tan inquietos los empresarios y los trabajadores. Gay de Montellà, presidente de la gran patronal catalana, lo ha dicho con palabras exactas: “Hay que evitar incertidumbres que frenen el crecimiento. Es necesario recuperar la estabilidad institucional y que, desde la lealtad y el respeto a la ley, se pueda gobernar Cataluña”. Y con visión certera, Josep Bou, presidente de la asociación Empresaris de Catalunya, ha afirmado: “Es evidente que el camino tomado por el separatismo es el de priorizar el conflicto e imponer sus tesis a gobernar, lo cual perjudica a todos los catalanes”.

Los empresarios, dirán ustedes, sus intereses económicos y, quizás pensarán, sus espurios negocios. Pero lo admiten también, como es natural, los representantes de los trabajadores. Javier Pacheco, secretario general de CCOO de Cataluña ha manifestado que la necesidad de formar un ejecutivo es urgente porque es la principal herramienta “para construir los marcos de concordia que ahora se necesiten en Cataluña”. Y añade que tener un Gobierno propio es “la mejor manera de atender a una situación social que sigue sin levantar completamente la cabeza tras la crisis económica”. También piden formar gobierno para atender a necesidades sociales Francina Alsina, presidenta de la Mesa del Tercer Sector Social, y Jordi Giró, presidente de la Confederación de Asociaciones de Cataluña (CONFAVC).

Todos piden, pues, un gobierno. Y lo que impide formarlo es el empecinamiento de Puigdemont declarando su legitimidad porque no reconoce la aplicación del artículo 155 de la Constitución por parte del Gobierno central, con la contradicción de que él se presente a unas elecciones convocadas en virtud de este artículo. Mas-Colell ha propuesto un gobierno de técnicos durante cuatro años, no sería mala solución si estuviera dispuesto a pactar políticas en Barcelona y en Madrid. Joan Tardà ha insinuado claramente que hay que empezar a pensar en un candidato a presidente que no sea Puigdemont. ¿No le silban los oídos en la confortable Bruselas?

Quizás a Puigdemont alguien le tendría que recordar aquellos conocidos versos de Salvador Espriu: “A vegades és necessari i forçós / que un home mori per un poble / però mai ha de morir tot un poble / per un home sol: recorda sempre això, Sepharad”. Haz caso a Espriu, Puigdemont.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.

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