Serrat, oasis de bonhomía en plena tormenta
El cantante elude la polémica sobre las críticas antiindependentistas
En las últimas semanas una parte de la habitual rumorología que circula por Internet se ha empeñado en que la aguas alrededor de Joan Manuel Serrat anden un tanto revueltas. Las declaraciones del cantautor barcelonés sobre la deriva del procés independentista ha provocado un aluvión de críticas, en su mayoría anónimas y ciertamente malintencionadas, que en los últimos días se han centrado en pedir el boicot al programa televisivo Sense ficció: Joan Manuel Serrat, el noi del Poble-Sec que anoche emitió la por otra parte también criticada, justamente por todo lo contrario, TV3.
Aunque el ambiente se quiera emponzoñado, el cantautor lo vive con su habitual sonrisa expansiva, ajeno a ataques y discusiones. Pocas horas antes de la emisión televisiva Serrat había presentado, junto a Paco Ibáñez, en una céntrica librería barcelonesa la autobiografía (¡en verso!) del también cantautor Luis Pastor. Al concluir Serrat declinó hacer cualquier tipo de declaración sobre el supuesto boicot: “¡Qué voy a decir yo!”, mientras encogía los hombros con buen humor. “No comment”.
Durante le presentación del libro de su colega extremeño Serrat fue, en cambio, contundente al reivindicar, por ejemplo, el mayo del 68 (“No fue solo un moviendo de combate que ocurrió en París, ocurrió en muchos otros lugares”) o los cambios de valores desde el franquismo: “Entonces el enemigo era claro, ahora es todo muy confuso. La connivencia de todas las estructuras de poder es descorazonadora. Ha habido momentos, como en 2015, en los que parecía que podían ocurrir cosas. La gente salió a la calle, se organizó estupendamente, se crearon grupos que han ido creciendo y en estos momentos el globo se ha hinchado mucho pero no es fácil mantenerlo hinchado. La derecha lo tiene muy fácil con los mismos elementos que colocaba en la mesa hace unos años: Dios, la religión, el dinero, ... y ya está. La izquierda es la diáspora: no ha habido unidad, aquí y en el mundo. Lo más difícil para cualquier movimiento progresista es consolidarse, crecer, unirse,… porque, quitando momentos puntuales, se pasa ya a la desintegración producida siempre por pecados capitales”. Luis Pastor, con su fino humor, apostilló: “En la izquierda siempre hemos sido cinco y tenemos seis partidos políticos”. La conversación entre los tres históricos cantautores fue tan amistosa como acalorada y contundente.
Un calor y una contundencia que no se vieron en el espacio de TV3. Joan Manuel Serrat, el noi del Poble-Sec fue un auténtico oasis de bonhomía en medio de la tormenta. Si alguien esperaba discusión o polémica, ayer se equivocó de canal.
Lluís Permanyer, conductor del programa, fue a buscar, y la encontró, la parcela más entrañable del cantautor. Su infancia y su juventud, sus recuerdos de Montjuïc y del Paralelo, de los Baños de San Sebastián y las tiendas de gomas y lavajes de la calle Robadors, de la zarzuela y la copla, de las cinco copas del Barça y de la familia, sobre todo de la familia,… Prácticamente no se habló de canción, solo por un pequeño instante apareció aquella primera guitarra que su padre le regalara a los dieciséis años; nada más.
Probablemente Serrat no dijo nada nuevo pero su discurso cercano y entrañable fue más que una sesión autobiográfica, una visión, una serie de imágenes en blanco y negro, de toda una generación que muchos suscribiríamos.
Un Sense ficció inocuo, apto para todos los públicos y todos los votantes. Montse Armengou lo dejó bien claro al presentar el programa afirmando “que evitaba deliberadamente la controversia”. Un documental parcial (parcial porque solo recorría una parte muy pequeña de la vida y de la obra del cantautor, no por otras razones) que podría resumirse en una de las frases de Serrat, esa noche más que nunca El Noi del Poble-Sec: “Reíamos mucho, costaba mucho que no fuéramos felices”.
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