Una tasca sabrosa

Varias calaveras han aparecido en la recoleta plaza del Rey, en Chueca. Son la marca de la casa de Skull (Barquillo 8; www.skull.es; abre de miércoles a domingo de 13.00 a 2.00; jueves, viernes y sábados, a las 12.00; unos 20 euros por persona), un pequeño local, con capacidad para 80 comensales, que acaba de abrir sus puertas en el barrio.

Mientras su interior rezuma inspiración industrial —tapas de contenedores de mercancías decoran una de sus paredes—, el edificio que lo alberga huele a elegancia burguesa: era la antigua residencia de los duques de Sueca y Alcudia. De fondo suena electrónica suave. “La idea era conseguir una estética urbana e industrial sin caer en los estereotipos”, dice el arquitecto Jose Arinni, al frente de Arinni Estudio, responsables de la cuidada intervención.

Además de esa interesante estética, esta “tasca”, como la describe Carlos Núñez, que ha pasado por Mugaritz o Martín Berasategui, y es el impulsor de proyectos gastronómicos como el madrileño Atlantik Corner, nuevo Bib Gourmand (restaurantes con la mejor calidad-precio) de la Guía Michelín 2018.

“Queremos que la gente venga a compartir, a comer con las manos y a disfrutar de la sencillez del bareto de toda la vida”, añade Núñez, que arranca su presentación gastronómica con unas deliciosas y originales croquetas tempurizadas de sepia y gamba. Prosigue con una ensaladilla rusa, con polvo de mojama y continúa con mollejas salteadas, saam de pulpo, bocata de calamares con mayonesa de lima, costillas cocinadas durante 36 horas o una (imprescindible) lasaña de zamburiñas.

Su concentrada carta —con una veintena de platos y una decena de vinos— emana originalidad que se mantiene al servir los platos gracias al buen acabado que tienen todas las elaboraciones, postres y cócteles incluidos.