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Cabalgata con el recuerdo de los atentados en La Rambla de Barcelona

Los Reyes Magos desembarcan en la capital catalana y reivindican una ciudad “valiente, de paz y de acogida”

Josep Catà
La carroza del Rey Melchor, en la cabalgata de Barcelona.
La carroza del Rey Melchor, en la cabalgata de Barcelona.Massimiliano Minocri

Los youtubers, los concursantes de realities y los famosos de turno van cambiando según sopla el viento de la moda. Pero hay tres personajes que, año tras año, consiguen reunir a todos sus fieles seguidores en una efímera pero intensa aparición pública anual.

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Este viernes era el día. Poco después de las cuatro de la tarde, en el Moll de la Fusta, cientos de niños y niñas han irrumpido en agudos gritos a la que han visto, a lo lejos, los tres mástiles del lento y majestuoso pailebote Santa Eulàlia. Los Reyes Magos de Oriente iban en él, y han desembarcado en la ciudad rodeados de fans que, detrás de las vallas de seguridad, querían hacerles llegar las últimas cartas.

"Lo hemos estado esperando todo el año", ha dicho la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con Sus Majestades y los pajes ya en el escenario de bienvenida, después de un largo viaje en barco. En la capital catalana no ha habido polémicas por los vestidos de los Reyes Magos ni por quién asistía a la Cabalgata. Los discursos de la alcaldesa y del Rey Melchor, el encargado de comunicar el mensaje anual de los tres monarcas, se han centrado en reivindicar el corazón "bueno, sereno y valiente" de la ciudad de Barcelona, sacudida el verano pasado por el atentado yihadista en La Rambla. "Teníamos ganas de llegar a Barcelona, esta ciudad que sufrió un terrible atentado y que a pesar de todo nos acoge con una sonrisa en los labios", ha resumido Melchor.

El recuerdo del atentado no ha ensombrecido la llegada de los Reyes Magos a la capital catalana. Más bien al contrario, la alcaldesa ha pedido a los niños que colmen de buenos deseos la visita de Sus Majestades. "Habéis pedido regalos, pero no solo eso, por lo que me han dicho también habéis pedido deseos", ha dicho, y ha formulado los suyos: "No queremos guerras, no queremos violencia, queremos que Barcelona sea una ciudad de paz y de acogida aunque a veces pasen cosas malas", ha dicho antes de entregar a los Reyes Magos las llaves de la ciudad, con un poco de pan y sal como símbolo de hospitalidad.

En esta idea ha insistido el Rey Melchor con una voz grave y convincente que recordaba a la del actor Josep Maria Pou. Melchor ha recordado que, en su viaje, los Reyes Magos han visto que no todos los niños tienen los privilegios que hay en una ciudad como Barcelona. "No nos damos cuenta de la suerte que tenemos de vivir en libertad, con el amor y el afecto de los que nos rodean, hay que recordarlo y hay que ser conscientes de ello", ha dicho el Rey blanco a los niños.

Después del discurso, Melchor y Gaspar (con una melena pelirroja que tenía un aire a la de la teniente de alcalde Janet Sanz) han recorrido el camino para subir a los coches que les llevarían al inicio de la Cabalgata. Detrás de ellos iba la estrella de todos los años, el muy aclamado Rey Baltasar, que tiene el mismo aspecto desde hace cincuenta años, el del guineano Severino Baita. Tal es la emoción que despierta el Rey negro, que muchos niños no han querido entregar la carta a nadie más que a él, y hasta se ha hecho una foto su propio club de fans. Los tres reyes han emprendido entonces un recorrido de cinco kilómetros en los que se han repartido siete toneladas de caramelos, y que ha terminado en la Fuente Mágica de Montjuïc.

Los Reyes Magos también han sido los más aclamados en las cabalgatas de otras localidades catalanas, aunque en algunas el protagonismo también lo han tenido las protestas independentistas en contra del encarcelamiento de políticos y activistas. En ciudades como Vic y Manresa, aprovechando que TV3 retransmitía la cabalgata de esta ciudad, las entidades independentistas llamaron a acudir con lazos amarillos. Algunas familias han lucido estos símbolos, así como algunos actores y carrozas, como la de los bomberos. En cualquier caso, la consigna en todas partes ha sido clara: ir a dormir pronto y preparar algo de comida para los camellos.

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Sobre la firma

Josep Catà
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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