Las casas de madera revalorizan los bosques
El sector de la construcción trata de impulsar la silvicultura ante el aumento de las viviendas de este material, del que se importa el 90%
"El siglo XIX fue el siglo del hierro, el XX el del hormigón, y el XXI será el de la madera”. Así lo pronostica en conferencias por todo el mundo el arquitecto holandés Alex de Rijke, y el sector de la construcción en Cataluña no quiere quedarse atrás. La demanda de edificios de madera crece año tras año, y no solo entre el mercado de la segunda residencia: la madera es uno de los materiales que más se tienen en cuenta en la promoción pública de vivienda. La razón es simple: la edificación es la responsable del 40% del gasto de energía en Europa, y la madera se presenta como un material mucho más adecuado que el hormigón para cumplir los objetivos de la directiva europea en materia de eficiencia energética.
En Cataluña, a pesar de que hay voluntad de seguir este camino, existe el problema del mal estado de los bosques. El 67% del territorio catalán es boscoso, pero la falta de planificación y la dejadez hacen que muy poca madera sirva para la construcción. El 90% de la utilizada viene de países nórdicos y otras partes de España donde la planificación en los bosques está más avanzada. Por este motivo, el sector de la madera de Cataluña ha impulsado recientemente una plataforma llamada Profusta, que aglutina a propietarios de bosques, arquitectos, constructores y promotores.
El objetivo es, por un lado, presionar a la administración para que se lleve a cabo una planificación de la explotación de los bosques, teniendo en cuenta que el ciclo de producción es largo, unos 30 años. Por otro lado, la intención de Profusta es asociarse y poder medir el volumen de trabajo que hay entorno a la construcción con madera. “Es un fenómeno emergente y nos cuesta cuantificarlo, pero calculamos que hay unas 80 empresas en Cataluña que se dedican a la construcción sostenible con madera, algunas muy especializadas”, explica Salvador Ordóñez, coordinador del Gremio de la Madera y el Mueble.
El sector de la madera y el mueble representaba antes de la crisis casi un 2% del PIB catalán, pero la recesión le propinó un duro golpe. Un ejemplo es La Sénia (Montsià) —antigua capital catalana del mueble—, donde el paro pasó de ser mínimo a dispararse hasta el 36%.
La crisis obligó al sector a reinventarse, y algunos empresarios captaron la tendencia de la construcción sostenible, especialmente desde que la Unión Europea fijó los objetivos de eficiencia energética para 2020. Las casas de madera se calientan en invierno a mayor velocidad que las de hormigón y menor coste, por poco más de 20 euros al mes.
Otros empresarios lo habían entendido hacía años, y han visto como la demanda ha crecido exponencialmente. Es el caso de Pere Llinares, socio de la constructora House Habitat. “En 2003, cambié el hormigón por la madera. Hasta hace poco, teníamos dos o tres proyectos al año, ahora tenemos 20”, asegura. El precio medio del metro cuadrado en construcciones de este tipo está, explica Llinares, en los 1.100 euros, y una casa de 120 metros cuadrados puede costar 170.000 euros.
El principal cliente es el de la autopromoción, pero los ayuntamientos han empezado a recurrir a estos constructores. La promoción de vivienda social de madera se ve como una prioridad porque la directiva europea obliga a partir de 2020 a que los edificios públicos tengan que tener un consumo casi nulo. Promociones como la cooperativa La Borda, en Can Batlló, o el proyecto de vivienda social de las arquitectas de Cierto Estudio en la plaza de Glòries, donde se construirá el edificio de madera más alto de Barcelona, contribuyen al objetivo.
“Es un mito que la construcción con madera es más cara, porque a largo plazo el ahorro energético es muy grande”, afirma Ordóñez. Según él, una de las misiones de Profusta es precisamente desmontar estos mitos, como los del riesgo de incendio y de la fragilidad de las casas de madera. “El cuento de los tres cerditos ha alimentado el mito”, bromea. Las viviendas hechas con madera cumplen los requisitos de seguridad y prevén un tiempo de evacuación tan alto como el de otros edificios. Además, explican en Profusta, la madera es un material 100% renovable, y mientras que derribar un edificio de hormigón genera muchos residuos, desmontar uno de madera es rápido, fácil y el material puede convertirse en biomasa para generar energía. “Hasta hace tres años la construcción con madera era la aventura de unos enamorados de este material. Ahora nos llaman porque reconocen las ventajas”, concluye.
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