Espías en miniatura
Laura Millán crea pequeñas reproducciones tridimensionales de edificios y les da vida
Al caminar por la ciudad surge con frecuencia la curiosidad sobre qué sucede dentro de los edificios que la conforman, esas masas inertes entre las que circulamos y que, sin embargo, están llenas de vidas anónimas, cercanas y lejanas a a la vez. La diseñadora gráfica, creadora audiovisual y artista Laura Millán (Sanlúcar de Barrameda, 1979) también ha sentido esa curiosidad y ha decidido despejarla a su manera, una manera onírica, surreal y, sobre todo, en miniatura.
En su proyecto Miniencuadro (www.miniencuadro.com) se dedica a crear pequeñas reproducciones tridimensionales de edificios en los que inventa lo que sucede dentro y que podemos espiar al modo de James Stewart en La ventana indiscreta de Hitchcock o en, como la propia artista señala, los tebeos 13 Rue del Percebe, de Ibáñez, porque además de la magia o la intimidad, también se da aquí el humor.
Lo que vemos en la obra de Millán son escenas surrealistas a lo Magritte (como un jockey que cabalga un pez, en la obra Jinete de agua) o la más cruda soledad del medio urbano, como en Hopper (esa mujer suicida de la obra Casa del terror). Se trata, en esta ocasión, de 22 piezas realizadas en cartoncillo, lija, alambre, madera, etc, que se puede ver dentro de la exposición Orden Salvaje en el hotel 7 Islas (Valverde, 14) hasta el 19 de marzo.
Nuestras vidas son fugaces, suceden en un suspiro, pero los edificios sobreviven generaciones siempre muy quietos en su lugar. Excepto en el caso del que protagoniza la pieza Despertar: le han salido un par de piernas prestas para escapar, quién sabe, tal vez de la rampante burbuja del alquiler. Precisamente la idea de trabajar en miniatura le vino a Millán por no disponer de un estudio espacioso para crear. De la necesidad, virtud.
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