“Bienvenidos al nicho ruidoso”
El Ayuntamiento de Barcelona precinta un hostal de 37 habitaciones que tenía 15 en un sótano sin ventanas
“Bienvenido a un nicho ruidoso”. Así titula uno de los usuarios de la plataforma web de viajes TripAdvisor su crítica al Hostal Bia. Un establecimiento, situado en el barrio barcelonés del Fort Pienc, que el Ayuntamiento de Barcelona ha precintado esta semana. El Consistorio de la alcaldesa Ada Colau justifica el cierre del establecimiento alegando que el hostal llevaba años en funcionamiento “sin tener ningún tipo de licencia”.
El pasaje Pagès es una pequeña travesía semipeatonal que permite al visitante ir de la calle Nàpols a la calle Sicilia de la capital catalana. Tan solo unas decenas de metros que sirven de puerta trasera al modesto mercado de la Gran Via. Allí, en el número 11, tiene la sede el Hotel Bia Barcelona, un pequeño establecimiento que ayer, pese a estar cerrado, no dejaba indiferentes a los peatones. Desde el exterior se podía ver una habitación con la puerta abierta y una cama de matrimonio que gobernaba todo el espacio, una moderna recepción y decenas de adornos de Navidad. Pese a la aparatosidad de la decoración festiva, los peatones se paraban frente a las puertas del establecimiento alertados por un candado de grandes dimensiones y una pegatina alargada y roja, enganchada en la puerta, que rezaba: “Precintado por autoridad municipal”.
En 2015, con Colau estrenando el cargo, el Ayuntamiento recibió una queja de algunos vecinos del pasaje alertando de que la maquinaria del aire acondicionado situada en el tejado del hotel provocaba ruidos. El 18 de noviembre de 2015, técnicos del Consistorio inspeccionaron el hotel y detectaron que era un establecimiento ilegal que operaba sin ningún tipo de autorización. El Consistorio siguió el protocolo. Primero abrió un expediente para proceder al cese de la actividad. Un proceso que se ha alargado dos años y que ha permitido, esta semana, el precinto de la actividad.
El establecimiento es propiedad de la sociedad Nexus Veritas SL y funcionaba como hotel con 37 habitaciones repartidas entre un subterráneo —en el que se encontraban 15 de las estancias—, una planta baja y dos pisos más. Un hotel sin ninguna categoría específica ni ningún tipo de permiso. El Consistorio mantiene que el precinto solo se podrá levantar en caso de que se instale una actividad legal y “con los permisos o licencias correspondientes”.
A primera vista, el hotel parecia vacio ayer. Por la mañana, ni un turista despistado apareció empujando maletas en la calle. La puerta lateral del hotel no estaba precintada pero nadie atendía al telefonillo. “Todos nuestros operadores están ocupados. Manténganse a la espera. En breves momentos le atenderemos. Dado que todos nuestros operadores están ocupados, no le podemos atender”, emitía en bucle una voz enlatada en el contestador automático. La página web del hotel tampoco permitía realizar reservas.
Minutos después del mediodía, un cartero colaba una carta por la rendija de la puerta: “Tenían preparado todo para Navidad”, comentaba señalando los adornos tras el precinto que rodeaba la puerta principal. En el barrio nadie sabe muy bien que ha pasado con el hotel. “No hablaban mucho. Creo que les han cerrado el negocio por exceso de camas”, decía uno de los carniceros del Mercado de la Gran Via.
“Habitación sin ningún tipo de iluminación exterior ni ventilación. Las paredes son de pladur por lo que preparaos a oír ronquidos, conversaciones y todo tipo de ruidos tanto del pasillo como de las habitaciones contiguas… Dos noches para desearlas a tu peor enemigo. Y del precio ni hablemos: 60 euros la noche”, asegura en Tripadvisor el usuario que bautizó su crítica como “bienvenido al nicho ruidoso”.
“El peor alojamiento en el que he estado nunca”, califica Ana, de Oviedo, en la plataforma vacacional. Víctor, de Sevilla, asegura que el recepcionista del hostal le cobró la tasa turística de 1,40 euros pese a no tener licencia de hostelería. Angel, de Madrid, da en la clave de por qué el Ayuntamiento ha ordenado el cierre del local: “Tiene un montón de habitaciones sin ventanas; a las que sí tienen las llaman Privilege”. Otras críticas califican el hotel como “pésimo” o “un zulo sin ventanas”.
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